Y la UNESCO, en 2003, lo declaró Patrimonio de la HumanidadEl importante santuario de Oropa dedicado a la Virgen Negra, se encuentra en un escenario natural a 1.159 de altura, entre las montañas que rodean la ciudad de Biella, parte de los Alpes en el Piamonte italiano.
Según la tradición, el santuario fue fundado por San Eusebio en el siglo IV, quien difundió el cristianismo y la devoción mariana en los valles de Biella, en una ciudad que por aquel entonces era casi completamente pagana. Eusebio reemplazó el culto de las deidades femeninas celtas con el culto de la Madre de Dios, María.
Los primeros documentos escritos que hablan de Oropa, que se remontan a principios del siglo XIII, informan la existencia de las iglesias primitivas de Santa María y San Bartolomé, de carácter ermitaño, que constituyeron un punto de referencia fundamental para los peregrinos que viajaban desde el este hasta el Valle de Aosta.
La basílica antigua surge de la antigua iglesia de Santa María, y conserva en su interior el precioso sacelo eusebiano, donde en su interior se conserva la milagrosa Virgen Negra. Según la tradición, la estatua fue traída por San Eusebio desde Palestina en el siglo IV d. C. mientras huía de la furiosa persecución arriana. San Eusebio habría escondido la estatua debajo de una roca para evitar que caiga en manos de los herejes. Por encima de esta roca, los habitantes de Fontainemore construyeron una capilla a principios del siglo XVIII, hoy llamada Ròc (o Roca).
La imagen de la Virgen Negra del Santuario de Oropa es considerada muy milagrosa por parte de los lugareños, que siempre fueron a pedirles a través de los años de salvarles de la peste y otras calamidades.
La estatua tiene también algunas características que van más allá de lo extraordinario: a pesar del tiempo, no presenta ningún rastro de parasitación ni deterioro. A pesar de que los fieles acostumbran a tocar el pie de la Virgen Negra para pedir por una intención, y que normalmente habría terminado desgastándose, sin embargo, increíblemente el pie de la Virgen Negra no ha sufrido ni del más mínimo desgaste a través de los años. Sobre los rostros de la Virgen y el Niño nunca se asienta el polvo.
En marzo de 1957, el papa Pío XII la elevó a la dignidad de basílica menor. Y la UNESCO, en 2003, la declaró Patrimonio de la Humanidad.