La petición del párroco no ha caído bien en algunos sectores, pero…¿tiene algo que celebrar Nicaragua?Haga lo que haga, diga lo que diga, la Iglesia católica de Nicaragua será catalogada como opositora al “pueblo” y, por lo tanto, como opositora al régimen sandinista que encabeza Daniel Ortega Saavedra.
El asedio al que ha sido sometida la Iglesia desde que hace año y medio comenzaron las protestas populares en contra de Ortega (protestas que se han saldado con más de 300 muertos, 2.000 heridos, cientos de desaparecidos y más de 30.000 exiliados) ha sido y sigue siendo enorme.
La sobriedad va en contra del “pueblo”
Toca ahora el turno al cura párroco de San Jerónimo, en la ciudad mártir de Masaya, el sacerdote José Antonio Espinosa. ¿Su rebeldía? Hacer que las fiestas más largas de Nicaragua, las de San Jerónimo (20 de septiembre), sean mucho más cortas y se celebren en “un espíritu de sobriedad debido al dolor, el sufrimiento del pueblo por los muertos, los exiliados y el desempleo”, que se vive en Masaya.
Las fiestas en honor de San Jerónimo, que llegaron a durar hasta 90 días, se realizarían ahora en sólo un día, la procesión sería más corta, y habría poca música de conjunto y no habrá pólvora, “pues el dinero es escaso”.
Tras comunicar la decisión a la Cofradía, misma que responde a la petición, desde el año pasado, del cardenal y arzobispo de Managua Leopoldo José Brenes, personas cercanas al régimen la han tomado en contra del sacerdote, exigiendo su retiro de la Cofradía, de la parroquia y de las fiestas patronales.
Uno de los gritos que se ha escuchado en la parroquia es el grito de guerra instaurado por las huestes orteguistas en contra de la Iglesia católica: “¡Viva Daniel!”. Los inconformes con las medidas de sobriedad de las fiestas aseguran que el Padre Espinoza le está quitando “al pueblo” sus celebraciones y sus negocios.
Obviamente, el párroco de San Jerónimo teme por su integridad, por la integridad de los fieles y por los desmanes que pudieran producirse el 20 de septiembre próximo. Ya desde el año pasado, el cardenal Brenes había pedido que las fiestas de San Jerónimo se vivieran en un ambiente de oración, recogimiento y sobriedad (sobre todo de oración), debido a la crisis que enfrenta el país.
El informe de la ONU no deja dudas
Este nuevo enfrentamiento se da pocos días después de que un Informe de la ONU encontró que las violaciones a los derechos humanos y la represión de las libertades fundamentales en Nicaragua continúan vigentes.
La jefa de Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, dice en el Informe que el número de violaciones contra la vida y la integridad personal ha disminuido desde finales de febrero de 2019, cuando el gobierno y la Alianza Cívica para la Justicia y la Democracia reanudaron su diálogo. Sin embargo, “la crisis de derechos humanos en Nicaragua sigue siendo grave”.
Sin referirse a la Iglesia y al hostigamiento de Ortega en contra de los obispos, sacerdotes y fieles, Bachelet señala que los homicidios de las fuerzas de seguridad continúan, así como también continúan los actos de tortura y maltrato de los manifestantes detenidos.
“El espacio cívico en Nicaragua se ha reducido significativamente”, confirma la ONU en su reporte. Y también el espacio religioso católico, podría concluirse, tras el último hostigamiento denunciado en Masaya.