Hoy están presentes en 19 fraternidades desde Iquique, en el norte, a Castro (Isla de Chiloé), acompañando a diferentes comunidades y a personas en situación de vulnerabilidad a través de comedores solidarios.Un voraz incendio, cuyas causas estaban en investigación, ha destruido el templo de San Francisco de Curicó entregado por los franciscanos a la custodia del obispado de Talca en 1987.
Se trata de un lugar emblemático, con sello franciscano desde el origen hasta el año en que la orden ha dejado la ciudad, y actualmente reconocido como monumento histórico en cuanto a patrimonio cultural tanto de Chile como de los franciscanos.
Declaración sobre el incendio de la Iglesia San Francisco de Curicó | https://t.co/FrUQB4F6Ht https://t.co/lWF6Bk9KcO
— Francisco José Anjel Araya (@panchouse) November 28, 2019
“Esta destrucción afecta a la sociedad en su conjunto, a su memoria y proyección. Esta situación hoy vivida nos llama con urgencia a pensar el Chile que queremos, soñamos y deseamos. Hoy más que nunca necesitamos ser constructores de fraternidad y, juntos, decir basta al daño y la violencia que solo daña el corazón de Chile”, expresan los franciscanos a través de una declaración emitida al respecto y en la que se expresa claramente dolor.
En días en que la Iglesia en Chile ha sido noticia internacional por ataques, vandalismo y hasta este tipo de episodios aún investigados y que tocan de lleno la labor de los franciscanos en ese país, ese bueno recordar a través del siguiente relato, de la mano de la colaboradora Macarena Gayangos, todo lo bueno que ha hecho (y sigue haciendo) esta orden en Chile:
A lo largo de la historia, cientos de frailes han dado testimonio de los valores de San Francisco, desde las grandes ciudades, hasta los lugares más recónditos y alejados del país.
En 1553 llegaron los primeros cinco religiosos franciscanos al territorio nacional. Fue el 20 de agosto de ese año, cuando los hermanos españoles Martín de Robleda, Juan de Torralba, Cristóbal de Rabaneda, Juan de la Torre y Francisco de Frejenal, llegaron a Chile provenientes del Perú, tras una solicitud levantada por Pedro de Valdivia, con el conquistador español solo había llegado un sacerdote mercedario a estas lejanas tierras.
A los dos días de su llegada, el hermano Martín, quien ejercía como superior, se reunió con el cabildo de Santiago y consiguió la donación de la ermita de Santa Lucía y siete solares para edificar el convento. Así, el 3 de octubre de 1553 fue fundado el primer claustro.
Tras ello, el fraile Robleda partió a Concepción para crear una fraternidad, donde Pedro de Valdivia era gobernador. Al darse cuenta del duro trato que éste tenía con los nativos de la zona, el hermano recrimina su conducta, abriendo paso a la creación de algunas leyes de protección indígena.
El 7 de octubre de 1554, los frailes pasan a ocupar la ermita de Nuestra Señora del Socorro en Santiago, lo que actualmente corresponde al convento de San Francisco de Alameda, y poco a poco su presencia trascendió a distintas ciudades del país como Valdivia, La Serena, Angol, Imperial, Villarrica y Castro.
La iglesia -que permanece en pie hasta ahora- el convento, que resguarda la importante serie de pinturas coloniales que retratan la vida de San Francisco de Asís, pintadas por Basilio Santa Cruz y traída desde Perú en el siglo XVII. Se construyó también el colegio de San Diego (donde hoy se ubica la Casa Central de la Universidad de Chile, pleno centro de Santiago) y un recinto hospitalario que la misma orden administró, llamado Hospital de Nuestra Señora del Socorro que se transformó años más tarde en el Hospital San Juan de Dios, en funcionamiento hasta el día de hoy.
Los franciscanos llegaron a distintos lugares de Chile, como fue el convento de la Inmaculada Virgen de la Concepción en Penco hacia el año 1553, que corresponde a la región del Bio Bio. En el año 1645 fundaron el convento de la Recoleta Franciscana, ubicado en el lado norte del río Mapocho, en el barrio de la Chimba, en Santiago. Esta era una casa de retiro, muy anhelada por los hermanos de la orden, como lugar en donde poder entregarse a la reflexión y la oración.
Durante el siglo XVIII, en el año 1786, comenzaron a dirigir el Real Colegio de Naturales de Chillán, administrado por los Jesuitas antes de su expulsión, en el que otorgaban educación a los hijos de caciques indígenas con el fin de convertirlos al cristianismo y con el objetivo de que los mismos indígenas propagaran la religión entre los miembros de sus comunidades.
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Ya en 1565, tras la aprobación del papa Pío V, se declara a la custodia de Chile independiente de la provincia de Perú, fundándose así la Provincia de la Santísima Trinidad que permanece hasta hoy.
Hoy los hermanos franciscanos están presentes en 19 fraternidades desde Iquique, en el norte, a Castro (Isla de Chiloé), acompañando a diferentes comunidades parroquiales, a jóvenes, a pastorales escolares y a personas en situación de vulnerabilidad a través de comedores solidarios. A ello se suma su participación académica mediante la docencia universitaria y el aporte a la cultura por medio de la preservación y cuidado de museos y archivos históricos franciscanos, entre otros apostolados.
Para el hermano Isauro Covili, actual ministro provincial de la orden conmemorar este acontecimiento, es poner en memoria toda la historia de la presencia y recordar el fervor misionero de los religiosos. “Esta historia nos permite mirar hacia adelante y proyectarnos con optimismo y esperanza. Es un momento para pensar en el redimensionamiento y en cómo resignificamos hoy nuestra vida en los lugares donde tenemos presencia y en los nuevos lugares en que estamos invitados a sumir. Es una invitación a pensar en la fragilidad y en las grandezas que tenemos y que nos permiten seguir soñando por un mejor futuro”, comentó.
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Artículo actualizado noviembre 2019