Homilía del viernes en Casa Santa Marta
Que los obispos estén cerca de Dios con la oración, a sus sacerdotes, cercanos entre sí y, finalmente, al pueblo de Dios. Es el camino que el Papa indica, en su homilía el viernes en Casa Santa Marta. Su meditación parte de los consejos que el apóstol Pablo da al joven obispo Timoteo.
El centro de la reflexión es el dinero, pero también las habladurías, “las charlatanerías, las discusiones estúpidas”: cosas todas que debilitan la vida ministerial, subraya Francisco.
“Cuando un ministro –sea sacerdote, diácono, obispo– empieza a apegarse al dinero”, se une a la raíz de todos los males, afirma el Papa, recordando la lectura en la que Pablo dice que la avidez del dinero es la raíz de todos los males (1Tm 6,2c-12). “El diablo entra por los bolsillos”, decían “las viejecitas de mi época”, subraya el Papa, como en otras ocasiones.
Es triste cuando un obispo se olvida de sus sacerdotes
La segunda cercanía a la que está llamado el obispo es a sus sacerdotes y diáconos, sus colaboradores, que son los prójimos más cercanos. “Tienes que amar a tu prójimo, que son tus sacerdotes y tus diáconos”, subraya.
Es triste cuando un obispo se olvida de sus sacerdotes. Es triste escuchar lamentos de sacerdotes que te dicen: “He llamado al obispo, necesito decirle algo y su secretaria me ha dicho que no puede darme cita hasta dentro de tres meses…”. Un obispo que tiene esta cercanía a los sacerdotes, si ve que un sacerdote le llama, como mucho le debería devolver la llamada el día siguiente, porque él tiene derecho a saber que tiene un padre. Cercanía a los sacerdotes, y que los sacerdotes vivan la cercanía entre sí, no divisiones. El diablo entra para dividir al presbiterio, para dividir.
Así, advierte el Papa, empiezan los grupitos que “dividen por ideologías”, “por simpatías”. La tercera cercanía es la de los sacerdotes entre sí, mientras que la cuarta es entre el pueblo de Dios.
En la segunda carta, Pablo empieza diciendo a Timoteo que no se olvide de su madre y de su abuela, o sea, que no olvide de dónde ha salido, de dónde el Señor le ha sacado. ¡No te olvides de tu pueblo, no te olvides de tus raíces! Y ahora, como obispo y como sacerdote, tienes que estar siempre cerca del pueblo de Dios. Cuando un obispo se aleja del pueblo de Dios, acaba en una atmósfera de ideologías que no tienen nada que ver con el ministerio: no es un ministro, no es un servidor. Ha olvidado el don – gratuito – que se le ha dado.
En conclusión, el Papa vuelve a pedir que no se olviden estas “cuatro cercanías”, incluida la del colegio episcopal y presbiteral: la cercanía a Dios, la oración; la cercanía a los sacerdotes por parte del obispo y de los sacerdotes con el obispo; la cercanía de los sacerdotes entre sí y de los obispos entre sí, y la cercanía al pueblo de Dios. El cual, subraya, debe rezar para que los obispos y sacerdotes vivan esta cercanía, “por sus dirigentes”: “los que les llevan por el camino de la salvación”.