¿Te has preguntado alguna vez el porqué de tu falta de firmeza ante las cosas que te propones? ¿Por qué, siendo una persona decidida, uno no es capaz de mantener el compromiso hasta el final, cuando lo ha elegido libre y voluntariamente?Solemos empezar con mucha firmeza y motivación: propósitos nuevos, cambios radicales, horarios rígidos, etc. Sin embargo, con el paso de los días, esos propósitos, van perdiendo fuerza hasta que finalmente tiramos la toalla.
Como consecuencia de ello, sentimos una gran frustración e impotencia, falta de confianza en uno mismo, automachaque y, posiblemente, algún reproche de los demás ante nuestra falta de compromiso.
Factores que te hace poco firme en tus decisiones
Autoexigencia
Es posible que te hayas creado una imagen idealizada de ti mismo, recubierta de autoexigencias y conductas no libres. En su día, esta imagen complaciente y cumplidora, te pudo ser útil para conseguir el afecto y la atención que necesitabas de los demás.
Por eso, dices que sí a todo, por no fallar a nadie, por no generar conflicto o por obligación. Sin embargo, esto solo te lleva a angustiarte y finalmente, a romper tus promesas, entrando en un bucle destructivo que crea desconfianza en los demás y en ti mismo. Para no asumir esta realidad, terminas culpabilizando a otros y justificándote.
El único camino hacia el compromiso real pasa por una mayor fidelidad a uno mismo, un reconocimiento de las propias carencias y un mayor entendimiento de nuestros sentimientos y necesidades reales.
Inseguridades
El miedo a las posibles consecuencias del resultado de tu tarea (al qué dirán, a no ser capaz, a hacerlo mal, etcétera.) claramente te limitan a la hora de ser firme en tus compromisos. Al no tratarse de una elección libre, sino condicionada por estos pensamientos y sentimientos, el compromiso irá perdiendo fuerza en ti.
Recuérdate que tienes la capacidad de sobreponerte a tus sentimientos. Repítete la verdad y baja el listón: “Hoy hago lo que puedo y estoy dando mi 100% de este día y con estas circunstancias. Me felicito por no tirar la toalla ante las dificultades”.
Falta de disciplina
Este es el mayor hándicap. Una falta de entrenamiento hace que, a la mínima y desde el capricho, la pereza o la dejadez, termines aplazando o abandonando tus decisiones.
No te culpabilices. Quizás desarrollaste una cierta inconstancia porque se preocuparon más por pedirte resultados que por enseñarte a desarrollar tu constancia en las tareas.
Es necesario pasar por aceptar la realidad de tu estado actual: “Estoy desentrenado”. Pero estás a tiempo. Te puede ayudar ponerte metas cortas y realistas para poder ser firme y constante. Lo importante es empezar, no el resultado.
Comienza con un compromiso fácil y asequible para ti: “Hoy dedicaré 15 minutos a la lectura”. Programa el momento para hacerlo y cuando llegue, que nada te detenga. Demuéstrate que eres capaz. Esto te motivará para tu próximo objetivo.