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Perú: ¿Dónde está el poder?

VIZCARRA
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Macky Arenas - publicado el 01/10/19
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La gran lección que nos deja esta crisis, en pleno desarrollo

La política peruana se complica. El choque de trenes se ha producido después de un estira y encoge que lleva algún tiempo. Diríamos que se acentúa desde que Vizcarra llega al gobierno. Hoy, el Ejecutivo ha disuelto el congreso, “constitucionalmente”, han recalcado. Y no les falta razón, después de todo, Perú no es un sistema parlamentario sino presidencialista. Pero eso no quiere decir que el presidente se puede dar el lujo de desconocer la fuerza de los partidos en el parlamento. Este último ha respondido, aún disuelto,  apenas horas después aprobando suspender de sus funciones a Vizcarra durante 12 meses por “incapacidad temporal”. Y no sólo eso: juramentó a la vicepresidenta Mercedes Aráoz como “presidenta en funciones” del país.


MARTIN VIZCARRA
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Lo que está en el tapete

Esto es sólo un nuevo ejemplo de la grave crisis abierta entre el gobierno y el Congreso. Esta vez, el mandatario consideró que el Congreso rechazó la cuestión de confianza planteada días antes por el gobierno, con la cual pretendía realizar cambios en el proceso de selección de candidatos del Tribunal Constitucional (TC). Podría haber estallado por cualquier otra razón pues lo que está planteado es un enfrentamiento cuyas consecuencias apenas se asoman y otras están solapadas entre los intersticios de los agrietados muros del sistema político peruano.

Como ocurre en Venezuela, decisiones van y decisiones vienen en una prueba de fuerza entre la Asamblea Nacional electa por el pueblo y el Ejecutivo, cuyo brazo ejecutor es la Asamblea Nacional Constituyente. La diferencia, claro está, estriba en que el presidente peruano tiene unas atribuciones constitucionales sobre el Parlamento que no tiene Maduro en Venezuela. Pero el caso es que las atribuciones son una cosa y su manejo político es otra. Ejercerlas, sin más, no siempre garantiza el efecto deseado.

Hoy, vemos esta prueba de fuerza en Italia, España y el Reino Unido. Y está por verse en qué terminará el tejemaneje.

Después del último intercambio la pregunta es válida: ¿quién ejerce el poder en Perú?

El fondo de la crisis

Detrás de bastidores, en este capítulo de la crisis política peruana, se juega el partido con que se ha retozado en toda América Latina y que ha sumado cero: la apuesta por liquidar a los políticos y optar por “batacazos”, siempre en la búsqueda de un mesías que venga de fuera de los partidos, desprestigiados y desacreditados. Un titiritero improvisado. Una especie de hombre fuerte que ponga orden. Alguien no contaminado. Lo que una vez llamó un pensador venezolano, “el gendarme necesario”.

Los propios partidos se lo han buscado. Son paquidermos que no responden a las urgencias de la gente; sus líderes, embarrados de corrupción y alejados de las verdaderas necesidades de sus electorados, duermen en sus laureles. Pero sustituirlos por otro que llegue de cualquier lado, de la televisión, de la empresa privada, de la academia, eso conlleva sus riesgos. El título de político no se compra en botica, ni siquiera se otorga en la universidad. Se aprende en el ejercicio partidista, en la calle, en la vida. Quien es catapultado a un cargo desde cualquier plataforma, no siempre cae donde debe. Y quien llega por azar suda la gota gorda porque entender los intrincados mecanismos de la madeja política no es nada sencillo. Ya la estrepitosa caída de muchos ha demostrado que la mordedura de ese animal puede ser letal.

En la cuerda floja

Vizcarra llega por un accidente burocrático. No ha llegado producto de elecciones que apuntalen su legitimidad, sino sobrevenido por la abrupta salida de Kuczynski (PPK). Un independiente que de seguro traía buenas intenciones pero sin una idea clara del mar proceloso en que tendría que nadar. No estuvo vinculado a la política ni trajinó por sus interioridades. No hizo carrera en un partido ni se adentró en los secretos del poder de la manera paulatina y paciente en que se accede a ellos. Tal vez por ello no se esmera en poner en marcha mecanismos de solución política a esta pugna donde su debilidad principal está en la mayoría anti Ejecutivo que priva en el parlamento. Sin olvidar que el mandato de Vizcarra es interino, que no es cualquier detalle.

La opción por descalificar al liderazgo político siempre ha parecido atractiva aunque la Historia esté llena de ejemplos de cómo las tortillas de voltean. Le pasó a Robespierre. Alborotar un avispero puede ser peligroso. Emprenderla contra el APRA, Acción Popular, el aún poderoso fujimorismo atrincherado en el congreso y apuntar por igual contra Allan García, Hoyanta Humala y todo el que se deja atrás, con el consiguiente ataque a las fuerzas políticas que siguen vivas, con razón o sin ella, acaba por activar la reacción de éstas en su  defensa.

La impresión que muchos tienen acerca de Vizcarra la resume una sentencia: “Ha podido aprovechar un momento estelar de Perú, reafirmar su fe en la democracia y el progreso, buscar alternativas de diálogo y aprovechar una buena coyuntura económica, en lugar de meterse en estas honduras. Lo planteado con la disolución del congreso pone sobre la mesa muchas incógnitas. No hay certezas aquí en este momento”, dice un analista peruano.

Ha cazado una pelea dura. Los partidos deben entender que el presidente tiene derecho a plantear sus reformas y el presidente debe comprender que lo aconsejable es negociarlas. Si bien Perú no anda sobre rieles parlamentarios, no se puede desconocer las fuerzas que están representadas en el congreso.

La tentación autoritaria

Seduce a los líderes desde que el populismo es populismo. Ir despejando el camino de contrincantes es un sueño privado de cada gobernante. Hoy ya no hay venenos que vienen en frasquitos. La vía para sacar del juego al adversario es el atentado moral. Todos fueron canallas, todos corruptos, “antes de mí era el diluvio”, parecen decir, ahora viene el tiempo de ganar para todos es la promesa, el gancho. Eso fue Cristina, eso fue Evo, eso fue Dilma. Y llegó Odebretch, la contratista que hizo, por un rato, el papel de los militares. Llegó el escándalo de corrupción que asestó verdaderos golpes de Estado, sacándolos de palacio y llevando a varios a la cárcel o a los tribunales, de donde aún no han salido. El Foro de Sao Paulo, donde militaban aquellos populistas ascendidos al poder en varios países, quebró el prestigio de todo líder político que pululara fuera de sus filas y abrió el paso a los outsiders: allí tienen a Bolsonaro. Guste o no, ganó en buena lid. Un autoritario del lado opuesto.

Aggiornamento

Los partidos políticos requieren de una pronta revisión y adecuación a las exigencias y expectativas del pueblo peruano, hastiado de corrupción y diatribas huecas. Es un país necesitado de mucho más que el cotidiano espectáculo de políticos enfrentados. Los partidos deben entender que el gobierno tiene derecho a cumplir su misión y que para ello existen mecanismos institucionales que puede poner en marcha a fin de lograr sus objetivos.

El Ejecutivo, por su parte, debe asumir el peso que su responsabilidad le impone -siendo el fuerte en la puja- como fiel de la balanza en el sistema político y abrir juego con las distintas fuerzas políticas. La mano izquierda es, en casos extremos, el recurso más inteligente. Mantener una puerta abierta al debate y tender puentes es la única manera de conjurar males mayores. Vizcarra podría terminar obligado a dejar el cargo.

Los militares

Una palabra sobre un factor cuya presencia ha sido determinante en las crisis políticas peruanas. Esos ejércitos del Sur no son como el venezolano. Allá es un asunto de castas, son fuerzas sólidas, bloques muy unidos. Se han hecho presentes en el palacio de gobierno para respaldar a Vizcarra y garantizar la estabilidad política…por ahora. Estos gestos se inscriben dentro de lo que ha sido el papel de la fuerza militar en los graves momentos peruanos y éste es uno de ellos. El cuadro es, a todas luces, desestabilizador y nada de raro tendría una salida militar a la postre. No es la primera vez que ocurre en el Perú.

La “profecía”

En diferentes ocasiones el papa Francisco ha instado a aquellos que tienen un poder material, político o espiritual a que no se dejen dominar por la corrupción, al considerar que “el afán de poder y de tener, no conoce límites”. Pero, en ocasión de su visita a Perú fue más allá, el Santo Padre ofreció un discurso y calificó a la corrupción de “virus social”.

Sus palabras resonaron en el patio de honor del Palacio de Gobierno de Lima y fue tan enfático el pontífice que  pareció una profecía, hoy en pleno cumplimiento: ““La corrupción: cuánto mal le hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese virus social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados”.

Por los momentos, Vizcarra luce atornillado pues los responsables de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional se reunieron para mostrar “su pleno respaldo al orden constitucional y al presidente”. Pero el pugilato continúa y está por verse quién ejerce el poder en el Perú.


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Nota de redacción: En las últimas horas la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) emitió un comunicado en el que convoca a una jornada de oración por la paz y desarrollo humano en Perú. Ver continuación mensaje completo y palabras del presidente de la CEP, Miguel Cabrejos. 

 

 

 

 

 

 

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