Juan Pablo corre desde Ushuaia hasta Alaska para defender la integración social de personas como sus padresJuan Pablo corre. Desde el 1 de enero corre. Pero no se puede decir que no haga más que eso. Con el propósito de promover y difundir el lenguaje de signos y promover la integración de la comunidad sorda. Este hijo de padres sordos se propuso unir el continente americano de extremo sur a norte, de Ushuaia a Alaska.
Tres años piensa estar Juan Pablo en las rutas, ultramaratonista, corriendo distancias diarias de hasta 50 kilómetros. Por el momento, está en La Rioja, pero su itinerario lo hará pasar por Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, México, Estados Unidos y Canadá.
Juan Pablo destinará el 40% de lo que recaude por auspicios a la Federación Mundial de Sordos. Se trata, como escribió en sus redes sociales, de una travesía “a pulmón”, sin grandes apoyos económicos que lo hace correr con viento en contra, con lluvia, con nieve, con sol radiante… Contra viento y marea, en todo sentido. Pero Juan Pablo corre.
“El cuerpo humano se adapta a todo y no tiene límites si la mente lo acompaña y sobre todo cuando tienes una meta u objetivo por cumplir”, escribió. “Aparecen personas de la nada como salidas de una alcantarilla y te ofrecen una comida, un lugar para dormir, un lavarropa para lavar tus cosas o acercarte hasta el lugar donde tengo que empezar a correr. Si bien corro solo y sin fondos no me siento para nada solo”, resume.
Recorriendo la Ruta 40, en Argentina, ya fue convocado en su camino a dar varias charlas motivacionales, en las que no solo cuenta su experiencia personal, sino que dedica gran parte del tiempo a iniciativas que pueden implementarse para la inclusión de las personas sordas.
En Bariloche, en San Juan, en Mendoza… los paisajes son regodeo para el alma, y tendrá muchos más aún. En el camino, algunos se le unen para correr con él algún tramo, o acompañarlo en bicicletas. Grupos de entrenamiento lo invitan o le hacen compañía. Hasta la policía en algunos tramos lo escoltó por su seguridad y por si el calor cordillerano le juega una mala pasada. En muchos tramos, corre solo. Como sea, él corre. Como Forrest Gump.
En una entrevista al diario La Nación contó que nunca se sintió tan pobre, pero no le preocupa, porque es su elección. Él mismo decidió dejar su trabajo en Sofía, Bulgaria, para emprender esta cruzada en la que desafía los límites por una causa solidaria. Del búlgaro obtuvo el nombre del proyecto, Niama, que significa “no hay”. Niamia Limits, no hay límites.
Ni siquiera fue un límite a su sueño el quedarse sin acompañante a poco de iniciar la travesía. Es que inicialmente corría con un vehículo de apoyo y un acompañante, con quien al finalizar cada tramo armaba carpa, cocinaba al lado de la ruta, recuperaba fuerzas, y luego retomaba el camino. Pero por un problema personal de éste tuvo que continuar solo, e improvisar logística. En lugares más desolados corre, “hace dedo” hasta que alguien lo recoge y lo lleva a un pueblo, desde el que luego vuelve a salir también a dedo hasta el mismo punto en el que dejó de correr. El plazo de los 3 años pasó a un segundo plano. Pero Juan Pablo corre.
A su paso, la prensa local se va haciendo eco de su visita. Sus redes sociales comienzan a registrar saludos de todo el mundo. Él gana protagonismo. Pero inmediatamente, pide y habla de la comunidad sorda y de la importancia del lenguaje de señas. Para ellos corre, por su inclusión. Y llegará a Alaska: como sea, cuando sea, pero llegará.
Para conocer de cerca el día a día de la travesía de Juan Pablo Savonitti visitar su sitio web o sus redes sociales.,