Encuentran la imagen en la que Madre Catalina rezaba y se encomendabaLa beata Madre Catalina Rodríguez, fundadora de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, era una mujer apasionada por el Sagrado Corazón, su Amo. Fundadora de la primera congregación femenina de Vida Apostólica argentina, supo colaborar con sus hermanas con la obra del santo Cura Brochero en un siglo XIX marcado por los grandes santos cordobeses, incansables evangelizadores.
En uno de los colegios nacidos de su obra en el país, acaban de encontrar un cuadro del Sagrado Corazón ante el que en 1886 la fundadora beatificada en 2017 rezaba y se encomendaba. El hallazgo los embargó de emoción: si hay rasgo distintivo de estos colegios es justamente la pasión a esta devoción, revivida cada año durante el mes del Sagrado Corazón.
Se trata de una imagen que data de 1886, año en que Madre Catalina llega a San Juan acompañada de varias religiosas para fundar un colegio que terminó siendo el colegio de La Inmaculada. El Sagrado Corazón escuchó las oraciones de quienes ayudaron a la llegada de las Hermanas: solo en ese primer año, el colegio recibió 80 niñas, de las cuales siete fueron internadas y el resto externas y gratuitas. Aquel primer año este cuadro que acaba de ser hallado ya estaba en el oratorio. Y sobrevivió a la historia, inclusive dos terremotos. El de 1894 y particularmente el de 1944, que dejó en ruinas al colegio.
En agosto de este año, 133 años después de la fundación, las hermanas encontraron este cuadro que parecía viejo, pero bien conservado, con una carta detrás: “Entonces leemos el testimonio de las hermanas que lo firmaron, y estábamos frente a la primera imagen que se veneró desde la fundación del colegio, la primera imagen con la que Madre Catalina deja fundado el colegio en 1886. También estaba presente en ese momento la Hna. Teresa Ciancio Superiora de la institución, y nos quedamos helados, muy sorprendidos”, relató Eduardo, catequista de La Inmaculada que acompañó la restauración del cuadro, al que llamaron “el fundador”.
En las palabras, escritas en 1944, se deja constancia de que ese es el primer cuadro de “Nuestro Amo, el Sagrado Corazón”, que se veneró en el Colegio, y que luego de la destrucción de la ciudad volvió a presidir el oratorio.
Luego de algunas tareas de conservación y protección, el cuadro ya acompañó la Eucaristía en la capilla del colegio, donde volvió a encontrarse con la misma devoción al Sagrado Corazón de Jesús que hace 133 años. Ante él rezó una emblemática beata argentina, modelo tanto de ternura como de ímpetu apostólico, y hoy lo hacen quienes siguen su legado y perpetúan una devoción que trascendió las fronteras del país con las hermanas, y llegó a Chile, España y Benín.
Beata Madre Catalina
Nacida en 1823 en Córdoba, con el nombre de Saturnina Rodríguez y Montenegro, fue criada por su padre ante el prematuro fallecimiento de su madre. Colaboradora de los jesuitas tras su regreso y antes de su nueva expulsión, sintió un llamado a la vida consagrada, pero presionada y confundida contrajo matrimonio con un coronel viudo, padre de dos hijos. Amó a esos hijos como propios. Con el regreso de los jesuitas a la provincia, promovido por su primo el presidente de la Nación Santiago Derqui, y tras enviudar, retomó su inquietud por la vida consagrada.
Argentina necesitaba una obra femenina de las características que iba inspirando en el corazón de la Madre Catalina, aunque pasaron varios años de tribulaciones y dolor hasta la fundación en 1872. Cuando la Madre Catalina falleció, en la Pascua de 1896, cerca de 200 esclavas habían seguido su camino de consagración para la evangelización cimentado en un apasionado amor a su “Amo”, el Sagrado Corazón de Jesús.