El crítico literario, comprometido con la búsqueda de la verdad, forjó una lista de autores imprescindibles para conocer la Literatura Universal.El crítico literario norteamericano Harold Bloom falleció ayer lunes, según comunicó su esposa. Tenía 89 años de edad y había dado su última clase en la Universidad de Yale (Estados Unidos) el pasado jueves. Allí desarrolló prácticamente toda su carrera profesional y en la actualidad ocupaba la cátedra Sterling de Humanidades.
Un inesperado bestseller
Bloom es conocido fundamentalmente por su obra “El Canon Occidental”, publicado en 1994, con el que señaló una lista de escritores imprescindibles para cualquier persona que quisiera formarse culturalmente. De entre ellos, Shakespeare era la columna vertebral junto con Cervantes.
Sus elogios hacia el autor de “El Quijote” eran fruto de muchas lecturas y de una atención primordial hacia los valores que transmitía: “Creo que Cervantes escuchaba mucho”, llegó a decir en referencia a cómo Quijote y Sancho se ayudan y se mejoran mutuamente.
Contra todo pronóstico, un libro de ensayo de varios cientos de páginas se convirtió en un bestseller. Y es que ese sabio era a la vez brillante, ocurrente y divertido.
Fue, en cierto modo, un dique de contención frente al relativismo y la cultura posmoderna. Para él no todas las opiniones literarias tenían el mismo valor ni permitía que se echara por tierra el contenido de los autores clásicos al juzgarlos con criterios ideológicos contemporáneos como el feminismo radical o el marxismo. Se oponía a la que más tarde Bauman llamaría “Sociedad líquida”. Él, por su parte, los despreciaba con una expresión muy suya: “la escuela del resentimiento”.
Apostó por enseñar bases sólidas
Bloom entendió su tarea universitaria como un servicio a la construcción de unas bases sólidas. Y su temperamento contribuía a ello: era decidido y apasionado. De ahí que se defendiera (a veces con demasiada vehemencia) el cánon que proponía.
Se puede estar o no de acuerdo al cien por cien con su texto, pero internacionalmente hoy se le reconoce el valor de haber sentado las bases de una cultura general amplia en muchas personas. Odiaba el “picoteo” intelectual y las críticas poco fundadas. Su “canon” es una guía imprecindible, un vademécum de lo fundamental que hay que saber si uno quiere conocer la Historia de la Literatura. Y era consciente de sus límites: solo literatura occidental.
Como profesor, ejerció durante más de 60 años, siempre con pasión y con un alto nivel de exigencia que los alumnos valoraban. Hasta tal punto que en días en que el profesor Bloom no se encontraba bien de salud como para desplazarse hasta el campus, la Universidad organizó minibuses para que los alumnos siguieran la clase en su casa.
Agradecer el legado del pasado
Un libro no tan conocido de entre sus más de 40 obras, pero que da pistas sobre cómo se forjó su carrera de crítico literario es “Anatomía de la influencia”, de 2004. Entendía que detrás de cada opinión acerca de un autor ha de haber búsqueda de los aprendizajes previos en otros autores. Es así como Bloom forjó su propio mapa de influencias y enseñaba a los demás a hacer lo mismo. Con eso también se aprende la humildad intelectual para agradecer el legado del pasado.