¿Por qué nunca pides ayuda?
¿Te has preguntado alguna vez qué es lo común a todo ser humano, más allá de las diferencias de edad, religión, cultura o economía?
No todos hemos sido ancianos, ni pobres, ni de la misma cultura, pero todos hemos sido niños. ¿Y qué hacen los niños? Comer, dormir y dejarse querer. No necesitan controlar lo que pasa alrededor, porque no les falta nada. Su mirada hacia el mundo es limpia, se fían, no conocen el miedo a que se les haga daño.
Y es que el ser humano está hecho para ser amado. Sin embargo, nos encontramos ante un deseo que no conseguimos colmar a menudo en la realidad que vivimos: exigencias, miseria, soledad, depresión…
Creencias que te han podido impedir pedir ayuda
- Pedir ayuda es de débiles.
- Si pregunto, quedan en evidencia mis carencias y profesionalidad.
- No puedo delegar en nadie, porque creo que nadie es capaz de hacerlo como yo.
- No confío en la gente. Me pueden dejar tirado/a en cualquier momento.
- Prefiero no depender de nadie y así evito conflictos.
- Qué pereza tener que dedicar tiempo a buscar ayuda.
- Si me ayudan, no podré decir que el mérito es solo mío. No quiero compartir el éxito.
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Puede que estemos profundamente heridos y que esa herida nos separe de nuestro deseo original. Al principio, podíamos dejarnos querer, pero con el paso de los años nos hemos ido encontrando con el desamor y con experiencias dolorosas que hacen que poco a poco nos hayamos ido endureciendo.
Esto ha desencadenado la búsqueda de independencia y la autosuficiencia. Y es que, en el fondo, nos encontramos solos y tenemos la necesidad de protegernos para no sufrir.
Quizás, tus necesidades han sido infravaloradas, tal vez hayas sentido un rechazo importante de alguien de tu familia, o puede que hayan sido demasiado estrictos contigo.
Seguramente, todo ello te haya hecho pensar que no necesitas pedir, ni llorar, que tienes que ser autosuficiente y tirar tu solito/a hacia adelante. Pero eso es solo una máscara que esconde un miedo profundo a ser herido, a no ser amado por ser quien eres y al rechazo.
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Puedes reescribir tus creencias y volver a dar una oportunidad a la gente que realmente quiere ayudarte. Recuerda que el ser humano es relacional por naturaleza, nos necesitamos, de manera sana, unos a otros. La interdependencia, no solo no te perjudicará, sino que te ayudará a crecer y desarrollarte más plenamente.
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