La adoración es una forma de oración que se puede realizar en cualquier lugar, no requiere una iglesia construidaA menudo, cuando los católicos piensan en la adoración, imaginan arrodillarse ante el altar en la iglesia y adorar a Dios presente en la Sagrada Eucaristía.
Si bien esa puede ser una de las formas más efectivas de adorar a Dios, la mayoría de los católicos no tienen la oportunidad de entrar en una iglesia durante la semana y no pueden pasar más tiempo en la iglesia los domingos.
En realidad, una oración de adoración se puede realizar en cualquier lugar, en una iglesia o en tu sala de estar. La clave es saber qué es la adoración y cómo participar en este tipo de oración.
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Cómo se adora
El Catecismo de la Iglesia Católica explica:
“La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho y la omnipotencia del Salvador que nos libera del mal. Es la acción de humillar el espíritu ante el “Rey de la gloria” y el silencio respetuoso en presencia de Dios “siempre […] mayor”. La adoración de Dios tres veces santo y soberanamente amable nos llena de humildad y da seguridad a nuestras súplicas” (CIC 2628).
La adoración en su elemento más esencial es el reconocimiento de que Dios es Dios y nosotros no. Este tipo de oración reconoce la maravilla y la belleza de Dios y cómo su mano protectora está sobre toda la creación.
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San Ignacio de Loyola proporciona una forma simple de realizar un acto de adoración en sus Ejercicios Espirituales.
“Un paso o dos ante el lugar donde voy a contemplar o meditar, permaneceré de pie para el espacio de un Padre Nuestro y, con mi conciencia elevada en lo alto, consideraré cómo me ve el Señor mi Dios. Entonces haré un acto de reverencia o humildad”.
A menudo olvidamos que Dios está en todas partes, no solo en el edificio de la iglesia. Él está constantemente a nuestro lado y nos mira con amabilidad y misericordia. Cuando nos damos cuenta de este simple hecho, podemos adorar a Dios donde sea que estemos y reconocer su presencia amorosa.
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