No debemos dar glamour al suicidio como una forma de enfrentar cualquier crisis: : ¿muerte “poética” o rechazo total a Dios?Él, Carl Chase, era músico y marinero de 77 años. Ella, Susan, fue en vida una reconocida escultora y maestra de arte. Tenía 75 años. La pareja vivía en Brooksville (Maine, Estados Unidos). El pasado 27 de octubre, se tomaron de la mano, se sentaron en el lugar favorito de su casa desde donde se veía la bahía de Horseshoe Cove.
Habían ingerido una cantidad mayúscula de píldoras para dormir. Hasta que les llegó la muerte. Ahora, tras la publicación de una carta en la que explican las razones de su suicidio, publicada junto con su obituario en The Ellsworth American y en el Bangor Daily News, se vuelve a abrir un debate nacional sobre el suicidio “a libre elección”.
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Podría parecer algo “normal”
Lo primero que destaca la carta de los Chase es que, según ellos, no se trató de una decisión desesperada. Que lo pensaron por un buen tiempo y que hicieron su elección de manera libre pero sin informarle a nadie, pues se trataba de mantener el tema en absoluta privacidad. No estaban enfrentando enfermedades terminales.
“En general, hemos disfrutado de buena salud hasta los últimos años, cuando comenzó a quedar claro que el cuerpo se está desgastando”, ponen los Chase, como justificación en su carta en la que sugieren que el provocarse la muerte era para no seguir extendiendo el proceso de deterioro de sus cuerpos y de sus mentes.
“Morir es natural e ineludible. No vemos nada bueno en extender el proceso durante tantos años como sea posible”, escribieron en su carta de despedida el matrimonio Chase. A través de esta misiva querían que “sus razones” para quitarse la vida fueran conocidas por todo el mundo.
Pero lo que hicieron fue abrir las puertas a un amplio debate en el que, según el Portland Press Herald, los expertos en suicidio ven en esa carta la existencia de un riesgo real que sus muertes “puedan enmarcarse como normales y puedan inspirar a otros a elegir el suicidio”.
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Riesgos de ser imitados
Evidentemente, están detrás las imágenes del cine y de series de televisión en las que un acto como el que llevaron a cabo los Chase se considera hasta “poético”; de una libertad total y de un pragmatismo digno de ser encomiado (se trata de evitar gastos por vejez y dejar paso a los servicios sanitarios para los más jóvenes).
Greg Marley, director clínico de la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales del Estado de Maine y experto en prevención del suicidio, dijo que siempre tienen en cuenta los suicidios que se hacen públicos “debido al riesgo de contagio o comportamiento de imitación”.
Más aún, el caso de los Chase que –aunque él tenía leves problemas de audición y de rodilla y ella veía la demencia senil como “un demonio agazapado” que se “avecinaba”—gozaban de una buena posición económica, salud envidiable, eran jóvenes para la media actual y tenían hijos y nietos con vida.
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Una imagen atractiva
La explicación de la carta aduce que tomaron la decisión de manera “independiente y conjunta”; sobre todo porque no querían ser una “carga” para sus familias en la necesidad de la vejez; tampoco querían soportar dolores inútiles. Tomados de la mano, después de 53 años de casados, eligieron morir.
“Hay que tener cuidado en no hacer de un suicidio como este algo sensacional, dar glamour al suicidio como una forma de enfrentar cualquier crisis”, dijo Marley al Portland Press Herald, refiriéndose no solo al caso que ahora ocupa a la prensa estadounidense, sino a multitud de películas que supuestamente “enseñan a bien morir”.
Marley agregó: “El obituario publicado para Carl y Susan Chase pinta una imagen convincente e idealizada de una pareja muriendo juntos amorosamente tomados de la mano. La imagen mental es de conexión pacífica en la muerte y puede parecer atractiva para alguien que lucha con la complejidad de vivir con una enfermedad crónica y / o debilitante”.
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Rechazo total a Dios
El consejo editorial del periódico católico Our Sunday Visitor enfrentó el caso diciendo que lo que hicieron los Chase no fue “poético”, como muchos acostumbran a llamar estas acciones, sino algo mucho muy diferente: fue algo “trágico”.
“La decisión de los Chase es inquietante por muchas razones”, escribe el equipo editorial de Our Sunday Visitor. “Es un rechazo de la noción de sufrimiento redentor; un rechazo del valor y el papel de las personas mayores en la sociedad y un rechazo total de Dios y de la esperanza de vida eterna que Él promete a quienes lo aman”.
La “elección” de la pareja, dice la publicación estadounidense, “ejemplifica la cosmovisión secular. En lugar de valorar la vida como nuestro regalo más preciado de un creador amoroso, se considera que es solo nuestra y, por lo tanto, que podemos hacer lo que queramos. Es el debate sobre el aborto a la demanda que se manifiesta al final de la vida”.
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La muerte “elegida” como un gusto
En los párrafos finales de su nota de suicidio, el matrimonio Chase escribió que les gustaría “pensar que seremos recordados como las personas que hemos sido hasta ahora, en lugar de apostar por lo que podemos llegar a ser en los próximos 10-20 años”.
Pero en realidad, dice el editorial de Our Sunday Visitor, “si bien Carl y Susan Chase podrían ser recordados por cómo vivieron, sin duda serán recordados por cómo decidieron morir”, haciéndose eco al libro del Eclesiástico en el que se nos recuerda a todos que “al hombre se le conoce por su final”.