¿Estás atento a las necesidades de tu pareja?La fidelidad de la pareja no se limita a no engañar al otro. Exige encaminarse para comprender mejor las necesidades de la persona con la que te has prometido a amar para siempre.
Con el paso del tiempo, la fidelidad puede tomar una forma imprevista, creativa y, a veces, incluso heroica.
Allie es una mujer anciana enferma de Alzheimer. Vive en un centro para mayores. Noa, su marido, le lee todos los días el mismo libro. De hecho, se trata del cuaderno donde Allie había consignado su propia historia de amor con Noa.
Se puso a escribirlo cuando empezó a mostrar los síntomas de la enfermedad, para que sus propios sentimientos no cayeran en el olvido. Noa, de forma incansable, le relee todos los días sus propias palabras para que Allie pueda revivir su amor, aunque recaiga inexorablemente en la enfermedad.
Inspirada en hechos reales, la historia de esta pareja enamorada desde hace 60 años dio lugar a una emotiva película con Ryan Gosling y Rachel McAdams: El diario de Noa (The Notebook, 2004). ¡Qué hermosa expresión de amor, qué testimonio de fidelidad heroica entre un hombre y una mujer!
El Diario de Noa: lecciones de una pareja fiel
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Se aman, permanecen fieles, en la alegría y en el sufrimiento, en la salud y en la enfermedad. Noa se imaginaba muy distinta la etapa final de su vida juntos. Sin embargo, porque ama a su mujer, aprende a ser creativo en su fidelidad, adaptándose no a sus ideas o sueños, sino, sencillamente, a las necesidades de su mujer.
Con frecuencia, las necesidades de mi esposa no son del todo las mismas que las mías. La fidelidad a las necesidades del otro es una forma de fidelidad que, sin duda, resulta inesperada. Pero es vital y, en ocasiones, incluso heroica.
El objetivo de mi promesa de fidelidad no consiste solamente en recordarme lo que he prometido. Sirve de pedestal, de base para que el otro pueda contar conmigo y con mi apoyo incondicional. Para que sepa que estoy presente y que lo estaré todos los días de mi vida.
La fidelidad conyugal no se limita a no engañar al otro. Implica sobre todo mi manera de darme al otro, el aprendizaje de todo lo que permitirá al otro sentirse amado, en el día de hoy, mañana y dentro de 40 años.
Hay muchos libros que abordan las diferentes necesidades entre el hombre y la mujer, entre esposo y esposa. Uno de los más famosos, de lectura imprescindible, es Los 5 lenguajes del amor de Gary Chapman. Pero hay otro récord de ventas que recomiendo también: Lo que él necesita, lo que ella necesita, de Willard Harley. En él, el autor enumera con precisión las diez necesidades más básicas de cada miembro de la pareja para que podamos sentirnos amados.
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Las mujeres necesitan respeto y los hombres, admiración
La particularidad de este libro es que proyecta lo que sucede en cuanto las necesidades específicas de uno o de otro no son consideradas seriamente a largo plazo por el o la cónyuge. Harley utiliza una imagen fuerte y original, la de los depósitos de amor.
Cuando una pareja se enamora, cada uno crea en el otro un depósito de amor. Por ejemplo, el hombre encuentra un enorme placer cuando su pareja reconoce sus esfuerzos y sus competencias en su trabajo. Cada comentario positivo por su parte hace crecer en él ese depósito de amor.
Por su parte, ella cultiva los momentos de diálogo exclusivo e íntimo con él. Cada vez que él le presta toda su atención, el depósito de amor en ella se llena más. El día de su matrimonio, los dos depósitos desbordan: es la felicidad total.
Atentos a los cambios
Sin embargo, es normal que, después de un cierto tiempo, decaiga un poco la atención hacia el otro o, más bien, hacia las necesidades específicas del otro, sobre todo cuando no coinciden con mis propias necesidades.
Durante el tiempo de noviazgo, es necesario prestar una atención particular a verificar si mis esfuerzos hacia el otro corresponden por completo a mi forma natural de entregarme a alguien. Un ejemplo: por amor, un hombre de naturaleza más bien silenciosa puede perfectamente desarrollar una gran capacidad para comunicar, escuchar y abrirse. Sin embargo, si es algo demasiado contrario a su naturaleza, después de los dos o tres primeros años de matrimonio, volverá a ser irremediablemente el que era antes.
A menos, eso sí, que esa capacidad que ha hecho tanto bien a la pareja sea bien identificada. En ese caso, se crea, por así decirlo, un “músculo” de comunicación.
Infidelidad, trabajo e hijos
Una joven esposo me dijo hace poco que, después de su matrimonio, su mujer le reprochaba sin cesar sus ausencias por motivos de trabajo… ¡Un clásico! Antes del matrimonio, ella admiraba la energía que él dedicaba a su empleo. No obstante, pronto eso mismo se convirtió en un tema de discusión matrimonial.
Ella había olvidado las palabras positivas, los ánimos y el interés que ponía en la profesión de su marido. Ahora, ella habla de ese tema solamente para quejarse. De manera imperceptible, el depósito de amor de este joven había empezado a vaciarse.
En cambio, una de sus colegas de oficina le dedica frecuentes cumplidos por su forma de trabajar. Es difícil que a uno no le guste la admiración… Él se alegra cada vez más de tener una colega tan positiva.
Él no se daba cuenta de que, al mismo tiempo que el depósito de amor de su esposa se vaciaba en su corazón, otro depósito de amor comenzaba a llenarse en él, el de su colega.
Aquí, el desafío no se limita a la fidelidad a las necesidades de mi cónyuge porque lo prometí y porque siempre debemos cumplir nuestras promesas. Se trata de algo mucho más grande y noble: ¡de proteger el corazón de mi esposo o esposa!
Si mi esposa se siente especialmente amada porque paso tiempo con ella, escuchándola y abriéndole mi corazón, mis ausencias frecuentes ya no son tan problemáticas. Si mi presencia en casa es meramente física, si aún sigo con la mente en el trabajo, ya no estoy respondiendo a sus necesidades. Sin quererlo, la empujo a buscar en otro sitio dónde colmarlas.
Recuerdo a esta joven pareja que tenía ya tres niños. El hombre me confesó que era infiel a su mujer con su trabajo sin problemas, porque allí recibía ánimos y palabras positivas. En cuanto a ella, me había dicho que era infiel a su marido con los hijos, porque ella tenía con ellos un verdadero intercambio de afecto.
¿Qué necesita?
El aprendizaje del amor conyugal es un auténtico Éxodo. Me exige salir de mi forma de amar y encaminarme hacia comprender mejor las necesidades de la persona a la que he prometido amar todos los días de mi vida.
Santo Tomás de Aquino considera que el amor es un matrimonio de la voluntad y de la razón. Aquino explica que no basta con la voluntad de amar al otro, que también es necesario emplear toda nuestra inteligencia para comprender en profundidad el tipo de amor que más necesita el otro. Es lo que podríamos llamar un amor ilustrado.
Para ello, el papa Francisco utiliza la palabra ternura. Es una forma de amor que busca más al otro que a uno mismo, “que se libera del deseo de la posesión egoísta. (…) El amor al otro implica ese gusto de contemplar y valorar lo bello y sagrado de su ser personal, que existe más allá de mis necesidades” (Papa Francisco, Amoris Laetitia, n.º 127).
Amar al otro más allá de mis necesidades es probablemente la cumbre del amor, es como Dios mismo ama. Sin embargo, ¿no es esa precisamente nuestra promesa de matrimonio, ese sí que dimos a nuestra pareja como garantía de nuestro amor fiel?
Y el Papa precisa: “Ese sí es decirle al otro que siempre podrá confiar, que no será abandonado cuando pierda atractivo, cuando haya dificultades o cuando se ofrezcan nuevas opciones de placer o de intereses egoístas” (ibidem, n.º 132).
¿Por qué insiste tanto Francisco en este amor de entrega? Porque la fidelidad a las necesidades de mi cónyuge no es solamente un bien para mí. Cada pequeño gesto de cuidado y ternura hacia el otro trae la bendición de Dios a vuestro hogar. ¡Sed valientes, sed generosos!