Durante siglos estaba delimitado con una muralla con tres puertas que se solían cerrar a la noche para mejor “protección”Uno de los lugares más bellos para pasear en Roma, fue en años y siglos anteriores un lugar cargado de racismo, indiferencia y tristeza. Estamos hablando del Gueto de Roma, que se encuentra en un barrio céntrico llamado Sant’Angelo, donde se encuentra la antigua iglesia de Sant’Angelo in Pescheria, muy cerca del Teatro Marcelo y de la Boca de la Verdad.
Veamos un poco su historia, que tiene que ver con algunas incidencias relacionadas con el papado de Pablo IV. Para proteger a los cristianos de “contaminarse” por contacto con una comunidad extraña como era la judía; y para proteger también a los judíos de ciertos ataques que recibían, el papa decidió aislarlos, agrupándolos en una parte de la ciudad.
El gueto, que por cierto es uno de los más antiguos del mundo ya que fue creado en 1555, estaba delimitado por una muralla con tres puertas que se solían cerrar de noche para mejor “protección”. Aparte, los judíos debían vestir de amarillo para ser reconocidos, y no podían tener propiedades en el lugar.
Todos estos detalles, con las distintas limitaciones personales y profesionales, fueron promulgados con una bula papal. En ocasiones fue temporalmente abolida, hasta la abolición definitiva en 1870, cuando se derribaron las murallas del gueto.
Recordando el horror
En 1897, la comunidad judía compró una parte de la zona para la construcción de una sinagoga, que fue inaugurada en el 1901 y cuya construcción estuvo a cargo del arquitecto Osvaldo Armanni. De estilo inspirado en los asirio-babilonios y el art nouveau, la sinagoga también alberga un importante museo en el sótano del edificio.
Más tarde la historia nos trae uno de sus momentos más tristes. El sábado 16 de octubre de 1943, los nazis llevaron a cabo una redada en varias partes de Roma, que obviamente tuvo su epicentro en el gueto. Ese día, los paramilitares de las SS secuestraron a más de mil judíos. El día 18, estas personas fueron deportadas al campo de concentración de Auschwitz. De todos deportados, solo dieciséis sobrevivirán, entre ellas sólo una mujer y, lamentablemente, ningún niño.
Dos placas conmemorativas en uno de sus edificios, recuerdan este triste hecho. La placa que más toca el corazón, y que lamentablemente tiene que quedar en la “memoria” de todos para que nunca más se repita, dice lo siguiente:
“Y no comenzaron ni siquiera a vivir”, en recuerdo de los recién nacidos exterminados en los “lager nazis”. El Ayuntamiento en el día de la memoria (2001).
Gastronomía única
Hoy en día, los turistas y romanos eligen esta zona para para pasar un lindo día paseando y probando auténticos platos de la cocina tradicional romano-judía, como sus famosas alcachofas, o un buen café acompañado de algún dulce que ofrecen las excelente pastelerías del lugar.