Faltan solamente cien segundos para la medianoche, según el Reloj del Fin del MundoA 74 años de haber iniciado el conteo del Reloj del Día del Juicio Final, este 23 de enero el Boletín de la Junta de Ciencia y Seguridad de los Científicos Atómicos, en consulta con la Junta de Patrocinadores del Boletín, que incluye a trece premios Nobel, movió el Reloj del Juicio Final de dos minutos para la medianoche a solo cien segundos para la autodestrucción de la humanidad.
La gravedad de la situación que vive el planeta ha sido puesta de relieve por un cambio significativo en el Boletín de Científicos Atómicos: que ya no se mide en minutos sino ha bajado a medirse en segundos la inminencia del apocalipsis. En 2019 todavía faltaban dos minutos para la medianoche. En 2020, cien segundos.
En la declaración del 23 de enero en Washington, el Boletín de los Científicos Atómicos dice a quien tenga oídos que “la humanidad continúa enfrentando dos peligros existenciales simultáneos, la guerra nuclear y el cambio climático, que se ven agravados por un multiplicador de amenazas, la guerra de información cibernética, que socava la capacidad de la sociedad para responder”.
Los científicos que se ocupan de estos asuntos de extrema urgencia para los 7.5 miles de millones de personas que habitamos este planeta, señalan que la situación de seguridad internacional es grave, no solo porque existen estas amenazas, “sino porque los líderes mundiales han permitido que la infraestructura política internacional para gestionarlos se erosione”.
Los últimos cuatro años han ido acercando al planeta a la medianoche. De 2016 a 2020 ha avanzado 80 segundos en su carrera hacia el final de la Tierra. Rachel Bronson, presidenta y directora ejecutiva del Boletín señaló, en conferencia de prensa, que hoy nos enfrentamos a una verdadera emergencia: “un estado de los asuntos mundiales absolutamente inaceptable que ha eliminado cualquier margen de error o mayor demora”.
El ex gobernador del Estado de California (Estados Unidos), Jerry Brown, presidente ejecutivo del Boletín de los Científicos Atómicos, subrayó, en la presentación del Reloj en Washington que “la rivalidad peligrosa y la hostilidad entre las superpotencias aumentan la probabilidad de un error nuclear. El cambio climático solo agrava la crisis. Si alguna vez hay un momento para despertarse, es ahora”.
Por primera vez en su historia fueron de The Elders (Los Mayores) quienes se encargaron de cambiar el Reloj del Juicio Final. Fundada por Nelson Mandela en 2007, The Elders son líderes mundiales independientes que trabajan juntos por la paz y los derechos humanos.
El ex secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, vicepresidente, The Elders subrayó que este grupo comparte la preocupación común por el fracaso del sistema multilateral para abordar las amenazas existenciales que enfrentamos. Desde la retirada de los Estados Unidos del Acuerdo de París y el Acuerdo Nuclear de Irán, hasta el punto muerto en las conversaciones y la división de desarme nuclear en el Consejo de Seguridad de la ONU, nuestros mecanismos de colaboración se ven debilitados cuando más los necesitamos”.
Por su parte, la ex presidenta de Irlanda, Mary Robinson, presidenta de The Elders y ex alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, exigió a los líderes mundiales “que se unan a nosotros en 2020 mientras trabajamos para sacar a la humanidad del abismo”.
¿Por qué estamos tan cerca y cómo se pueden retrasar las manecillas del Reloj del Día del Juicio Final?
La declaración del Boletín de Científicos Atómicos destaca tres factores principales que han ido empeorando con el paso del tiempo:
Armas nucleares. “En el ámbito nuclear, los líderes nacionales han terminado o socavado varios tratados y negociaciones importantes sobre el control de armas durante el último año, creando un ambiente propicio para una carrera armamentista nuclear renovada, la proliferación de armas nucleares y la reducción de las barreras a la guerra nuclear.
Los conflictos políticos con respecto a los programas nucleares en Irán y Corea del Norte siguen sin resolverse y, en todo caso, empeoran. La cooperación entre Estados Unidos y Rusia en el control de armas y el desarme es casi inexistente”.
Cambio climático. “La conciencia pública sobre la crisis climática creció en el transcurso de 2019, en gran parte debido a las protestas masivas de los jóvenes de todo el mundo. De todos modos, la acción gubernamental sobre el cambio climático aún está muy lejos de cumplir el desafío en cuestión”.
En las reuniones climáticas de la ONU el año pasado, los delegados nacionales pronunciaron excelentes discursos pero presentaron pocos planes concretos para limitar aún más las emisiones de dióxido de carbono que están alterando el clima de la Tierra.
Esta respuesta política limitada se produjo durante un año en que los efectos del cambio climático provocado por el hombre se manifestaron en uno de los años más cálidos registrados, incendios forestales extensos y el derretimiento más rápido de lo esperado del hielo glacial”.
Desinformación cibernética. “La continua corrupción de la ecosfera de información de la que dependen la democracia y la toma de decisiones públicas ha aumentado las amenazas nucleares y climáticas.
En el último año, muchos gobiernos utilizaron campañas de desinformación cibernéticas para sembrar la desconfianza en las instituciones y entre las naciones, socavando los esfuerzos nacionales e internacionales para fomentar la paz y proteger el planeta”.
Sin embargo, no todo está perdido. Posibles pasos de acción para hacer retroceder las manecillas del Reloj.
Los líderes estadounidenses y rusos pueden volver a la mesa de negociaciones *para frenar una carrera armamentista innecesaria en misiles de mediano alcance; buscar nuevas reducciones en las armas nucleares; discutir una disminución del estado de alerta de los arsenales nucleares de ambos países; limitar los programas de modernización nuclear que amenazan con crear una nueva carrera armamentista nuclear; e iniciar conversaciones sobre la guerra cibernética, las defensas antimisiles, la militarización del espacio, la tecnología hipersónica y la eliminación de las armas nucleares en el campo de batalla.
Los países del mundo deberían volver a dedicarse públicamente al objetivo de temperatura del acuerdo climático de París, que restringe el calentamiento “muy por debajo” de dos grados centígrados.
Ese objetivo es coherente con las opiniones de consenso sobre la ciencia del clima y, a pesar de la acción climática inadecuada hasta la fecha, bien puede mantenerse al alcance si se llevan a cabo cambios importantes en el sistema energético mundial y el uso de la tierra de inmediato.
La comunidad internacional debe comenzar discusiones multilaterales dirigidas a establecer normas de comportamiento, tanto nacionales como internacionales, que desalienten y penalicen el mal uso de la ciencia. La guerra de información cibernética es una amenaza para el bien común.
Las campañas de engaño, y los líderes que intentan desdibujar la línea entre el hecho y la fantasía políticamente motivada, son una amenaza profunda para las democracias efectivas, ya que reducen su capacidad para abordar las armas nucleares, el cambio climático y otros peligros existenciales.