Férrea defensora de los derechos de los migrantes, da testimonio con su vida del valor de la integración cultural en la conformación de una identidad nacional.La diplomática María Fernanda Silva podría ser la primera mujer en ser embajadora argentina ante la Santa Sede. Además, independientemente de la aceptación o no del pliego que ya fue presentado por el gobierno argentino en consonancia con la visita del presidente Alberto Fernández al Papa Francisco, su postulación visibiliza una minoría integrada en la vida del país sudamericano: Silva es hija de padre argentino y de madre caboverdiana. No es habitual ver funcionarios argentinos afrodescendientes, ni en el Servicio Exterior ni en la vida política argentina.
De amplia experiencia en el servicio exterior, Silva cuenta ya con aceitada experiencia en la relación con el Vaticano a partir de los años que acompañó al ex embajador Eduardo Valdés en esa sede, entre 2014 y 2015. Éste mismo la conocía de sus años en la Cancillería, y sabía de su compromiso con los afrodescendientes argentinos, tal como ella. Férrea defensora de los derechos de los migrantes, da testimonio con su vida del valor de la integración cultural en la conformación de una identidad nacional.
Una particularidad une a la nacionalidad de origen de Silva con la historia religiosa del país sudamericano: el primer custodio de la Virgen de Luján, el siervo de Dios Manuel Costa de los Ríos, más conocido como el “negrito” Manuel, era oriundo de la misma zona, ya que se cree nació en Cabo Verde o Guinea, en el África noroccidental. Pese a su origen, nadie dudaría de su identidad argentina.
La prensa argentina da cuenta de una particularidad de la vida personal de Silva. Habría estado casada, e incluso tiene una hija, pero con su consentimiento, su marido habría iniciado un camino de formación sacerdotal. La prensa argentina refiere que en ese proceso, que habría sido de nulidad matrimonial, la habría ayudado el entonces cardenal Jorge Bergoglio. No podemos confirmar esta versión.
La prensa, haciéndose eco de información dada a conocer desde el gobierno, habla de la identidad cristiana de Silva y de su afinidad – un medio habla de militancia- por las ideas cristianas. No obstante, y aunque esto no sea requisito para un cargo diplomático, en ocasiones se ha mostrado en veredas opuestas a la Iglesia, como se oye en una entrevista brindada en 2012 en la que respalda la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Otra característica pública de su vida personal que podría ser un obstáculo para su postulación es la férrea militancia política. Como se escucha en esa misma entrevista, su afinidad y militancia política pública no son habituales en la carrera diplomática.
En la Argentina, los cargos de embajadores pueden ser ocupados por diplomáticos formados en el Servicio Exterior o por personalidades políticas o culturales que se crean idóneas para la función. Según trascendió, se esperaba que para el cargo de Embajador ante la Santa Sede el gobierno argentino designe a alguien de carrera. El pliego de Silva cumpliría ese requisito, al que se suma su experiencia asistiendo a un ex embajador en esa sede, y su identificación personal con una de las principales preocupaciones del Papa Francisco: la integración de los migrantes.