Cada vez son más las empresas que incluyen a personas con algún tipo de enfermedad o discapacidad en sus campañas publicitariasLa empresa chilena Falabella, tienda departamental líder en la región, promociona las piscinas para el verano en la Argentina con un niño que parece tener una enfermedad neurocutánea en el rostro. Así se pudo ver en distintas sesiones de Instagram en las que la campaña de la firma de retail segmentó sus mensajes publicitarios.
No es la primera vez que una empresa promociona sus productos con niños con algún tipo de enfermedad o síndrome congénito visible. Ya en 2018 la empresa de pañales Babysec eligió para sus paquetes en Chile a niños con síndrome de Down, decisión que acompañó con una campaña en redes sociales en las que los padres del niño Lucas dan testimonio de la inclusión social que anhelan para el futuro.
En 2018, la líder mundial en alimentación infantil Gerber, optó por otro niño con síndrome de down, también llamado Lucas, para sus campañas en Estados Unidos. Este bebé Gerber, según su mamá, “puede tener síndrome de Down, pero él siempre es sobre todo Lucas”. “Tiene una personalidad increíble y ha atravesado cada uno de los hitos de la infancia con mucha facilidad”, explicó.
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En el caso de Falabella, la opción por una fotografía de banco de imágenes para una campaña casi efímera puede pasar desapercibida. El niño con el hemangioma en la cara es uno más. El Dr. Fernando Burgos, médico coordinador de la Clínica de Niños con Síndrome de Down del Hospital Universitario Austral ve con buenos ojos la inclusión de niños de estas características en este tipo de piezas de difusión.
“La participación de muchos niños con ciertas situaciones genéticas o enfermedades que muchas veces crean un impacto para el que lo ve, como un niño con un hemangioma en la cara, que puede ser un síndrome de Sturge Weber, o con algún vitíligo, con manchas en la piel, un niño que quizá tenga una situación en su cuerpo como una amputación, o un niño con síndrome de Down, permite mostrar la integración, la inclusión, pero sobre todo da al protagonista de la campaña un impulso a su autoestima”, explica.
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Y completa: “Los seres humanos crecemos entendiendo que no tenemos que ser los primeros en todo lo que hacemos, pero sí hacer un esfuerzo y tener protagonismo en las cosas que nos gustan hacer. Los niños quieren jugar, participar, sociabilizar con el resto de sus pares, y quieren ser aceptados por toda la sociedad. El niño de la publicidad está feliz, contento. Esto nos hace pensar que la autoestima de un niño sonriente contagia la autoestima a otros niños en situaciones parecidas”.
Algunas discapacidades, explica Burgos, como las motoras o incluso algunas psicológicas o mentales pueden mejorar si al niño se le da protagonismo. Un protagonismo que puede inspirar a otros niños y sus familias para que se sientan integrados en una sociedad que muchas veces los excluye. “La autoestima de un niño va a permitir que este niño desarrolle mejor sus potencialidades, independientemente de su situación”, completa.
La verdadera inclusión de las personas con discapacidad es cada vez más frecuente también en el mundo publicitario. “Tengan el valor de dar voz a quienes son discriminados por su discapacidad, porque desgraciadamente en algunas naciones, todavía hoy, se duda en reconocerlos como personas de igual dignidad, como hermanos y hermanas en humanidad”, clamó el Papa en su mensaje para el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. De a poco, son cada vez más las empresas que lo tienen.