¿Te pasas el día en casa dando órdenes como un sargento?
La comunicación con nuestros hijos puede convertirse en un ir y venir de mandatos y órdenes. Sin embargo, podemos cambiar si tomamos el ejemplo de Fred Rogers
En la década de los 70 apareció en la televisión estadounidense un programa que quiso alejar a los niños de la violencia y enseñarles a ser amables. La vecindad de Mr. Rogers se convirtió entonces en un hito de la televisión americana y parte de la historia de Estados Unidos. Tom Hanks protagoniza este año la película biográfica de este personaje.
El programa de Mr. Rogers se caracterizaba por hablar a los niños en un lenguaje que ellos pudieran comprender e imitar. Asesorado por la psicóloga Margaret Mc Farland, construyeron un lenguaje que trataba de acercarse a la visión del mundo que tenía el niño. Tuvieron mucho éxito, y modelaron una manera de expresarse cargada de educación y buenos modales.
Utilizando este lenguaje como ejemplo, los padres podemos aplicar algunos de estos principios para renovar la manera en la que hablamos a nuestros hijos:
Transforma tu lenguaje
Muchas veces nuestra manera de hablar a nuestros hijos está cargada de prohibiciones o amenazas. Un cambio beneficioso podría ser transformar esas frases en positivo: en vez de decir “No puedes comer dulce antes de cenar”, la frase adecuada podría ser “Recuerda que comemos el dulce después de cenar”. Este pequeño cambio en nuestra manera de hablar puede transformar la actitud de nuestros hijos y nuestra manera de relacionarnos con ellos.
Motivación
Si nuestra vida ajetreada consigue transformar casi todas las conversaciones con nuestros hijos en órdenes, pues podemos agregarle motivación para transformar esas conversaciones.
Si regularmente decimos “Ordena tu habitación por favor” podemos agregar motivación diciendo “Si ordenas tu habitación todo ser verá más lindo, además no tendrás problemas en encontrar tus juguetes favoritos”.
Al agregar motivación, agregamos también un sentido de propósito que los puede ayudar a lo largo de la vida.
Claro y sencillo
Muchas veces nuestros hijos no nos entienden porque hablamos con ellos como si pensáramos en voz alta. Cuando hablamos con niños pequeños debemos expresar una idea a la vez, y saber escuchar sus respuestas.
Frases cortas, seguidas de preguntas nos ayudan a modelar un método de comunicación en el que nos preocupamos por el que nos está escuchando y nos interesa su respuesta.
En vez de decir: “Hoy tengo muchas cosas que hacer y estoy apurado, si no te pones tus zapatos no podremos llegar a tiempo y ya es la tercera vez que nos pasa esta semana…” podemos decir: “Necesito que te pongas tus zapatos en este momento. ¿Puedes ayudarme con eso?” esperamos su respuesta positiva y establecemos contacto visual. Seguramente lograremos una comunicación más efectiva y nuestro hijo se sentirá mejor.
Nunca podemos olvidar que la comunicación siempre debe incluir una respuesta. Si sabemos ponernos en los zapatos de nuestros hijos, somos empáticos y nos preocupamos por escuchar sus respuestas, la comunicación seguramente será más fluida, y podremos relacionarnos mucho mejor con ellos.