Los campesinos venezolanos lo ven de noche, calles españolas llevan su nombre y en la selva de Perú los excursionistas se persignan ante misteriosos símbolos que grabó en piedraA caballo entre la historia y la leyenda, Lope de Aguirre se desplaza por los siglos. Ha corrido la suerte de aquellos ignorados intencionalmente por su trayectoria malévola, aunque no por eso dejan de formar parte del pasado de los pueblos.
Así, este explorador y conquistador vasco en Sudamérica ha cumplido 507 años de vagar por el recuerdo llevando la pesada carga de haber sido el autor de cruentos asesinatos -incluido el de su propia hija- y el protagonista de grandes estragos entre las poblaciones indígenas del continente.
En la isla de Margarita, a sangre y fuego, sembró el terror y borró del mapa pueblos enteros. Aún siendo español, obligó a sus capitanes y soldados a firmar una declaración de guerra al Imperio que le proclamaba príncipe de Perú, Tierra Firme y Chile.
En una carta al rey Felipe II exponía sus planes de libertad y autogobierno reconociéndose, de antemano, como “El Traidor”, pues así la firmó. En otra carta al monarca le envió una sarta de insultos y la firmó como “El Príncipe de la Libertad”. No cuesta entender por qué sus contemporáneos lo llamaban loco. Así lo consideraban.
Sin embargo, para muchos, “Lope de Aguirre es la sublimación extrema del carácter español, capaz de lo mejor y de lo peor, de las más gloriosas gestas y las más abyectas infamias, concediendo un valor absoluto al Honor: no perdona ni olvida ninguna ofensa y el no vengarse es para él una ofensa”.
Un azote real
Esta figura no fue un mito. Para desgracia de muchos, existió. Desesperado por estar rodeado (en la ciudad de Barquisimeto), en medio de una cacería organizada en su contra, llegó a matar a puñaladas a su propia hija, Elvira, hecho que justificó diciendo: «Porque alguien a quien quiero tanto no debería llegar a acostarse con personas ruines».
Lleva a cuestas muchos asesinatos, entre ellos mató a varios de sus seguidores que intentaron capturarlo. Sin embargo, para otros, entre los cuales estaba el propio Simón Bolívar, fue un libertario y dejó constancia escrita que la rebelión de Lope de Aguirre fue la primera declaración de independencia de una región de América.
A punta de asesinatos selectivos logró el liderazgo de una expedición que pretendía llegar a El Dorado, territorio que no existía sino que se trataba de una estratagema de los indígenas para hacer creer a los conquistadores que un inimaginable tesoro se hallaba escondido en esa ciudad, toda de oro. Así, los enviaban lejos de sus tierras y lugares. Los ambiciosos extranjeros pasaron años en la búsqueda de ese lugar sin saber que en realidad era una leyenda.
Algunas fuentes aseguran que Aguirre nació entre 1511 y 1515 en el Valle de Araoz del Señorío de Oñate, entonces perteneciente al Reino de Castilla. Vino a América animado por las historias de existencia de metales preciosos en abundancia.
Pronto fue conocido por su violencia, crueldad y tendencias sediciosas. A las órdenes del primer virrey del Perú, Blasco Núñez Vela, vive toda clase de aventuras y, luego de escaramuzas y enfrentamientos con bandos rivales, huye a Nicaragua y luego pasa a Perú. Heridas de batalla lo dejaron cojo y con las manos quemadas.
Ni su hija escapó a su furia
Su hija Elvira murió por sus manos “para salvaguardar su honor”, al igual que su bella amante mestiza, Inés de Atienza, a la que igualmente asesinó porque despertaba en sus hombres el deseo y la disputa.
Más adelante toma la isla de Margarita donde hizo desastres. Donde llegaba, los vecinos huían despavoridos. Después intentó tomar Panamá pero pero terminó regresando a Venezuela y llegó a Barquisimeto donde fue sitiado por tropas leales al rey bajo el mando del maestre de campo Diego García de Paredes, con órdenes de detenerlo y ajusticiarlo.
Terminó su vida como suelen terminar las de sus pares. Un tiro de arcabuz acabó con él. Su cuerpo fue descuartizado y las partes fueron enviadas, a modo de escarmiento, a varias ciudades de Venezuela, en donde sus restos fueron devorados por los perros. Su cabeza fue enjaulada y enviada a El Tocuyo. En un juicio post mortem fue declarado culpable de delito de lesa majestad.
¿Aventurero traidor o Príncipe de la Libertad?
Esta controvertida figura ha dado lugar a las más variadas obras de literatura, filmes y hasta poemas épicos. Aún Juan de Castellanos –explorador, militar, sacerdote español y cronista de la época- incluyó a Lope de Aguirre en su poema épico “Elegías de varones ilustres de Indias”.
El escritor español Ramón J. Sender escribió en 1968 una novela titulada “La aventura equinoccial de Lope de Aguirre”. Gonzalo Torrente Ballester, merecedor del Premio Príncipe de Asturias, escribió “Lope de Aguirre: crónica dramática de la historia americana en tres jornadas”. José Sanchís Sinisterra, director teatral y dramaturgo español tituló su obra de 1992 “Lope de Aguirre, traidor”.
Sara Joffré, dramaturga peruana publicó “La Hija de Lope” en 1992.
En Venezuela, los escritores Miguel Otero Silva –humorista y periodista- y Arturo Uslar Pietri –uno de los intelectuales más importantes del siglo XX- se ocuparon del Tirano Aguirre en sendas obras. Otero Silva tituló la suya “Lope de Aguirre, príncipe de la libertad”. Luis Brito Gracía, ensayista y dramaturgo, repasó la vida del personaje en 1976 publicando “El tirano Aguirre o La conquista de El Dorado”.
En música la obra más importante es el oratorio profano El Tirano Aguirre para 4 voces solistas, coro y orquesta del compositor venezolano Evencio Castellanos y libreto del escritor venezolano Isaac J. Pardo, ganador del “Premio Nacional de Música” 1962. También hay documentales e historietas basados en su delirio por El Dorado. En cine lo llamaron “La cólera de Dios”.
Toda su maldad no impide reconocer, por sus cartas al rey, que era un hombre educado y de buena caligrafía. Era astuto, fanático, temible y vengativo, sin negar que fue un hombre que combatió a todo un Imperio cara a cara. En España, Murcia, Almería, Vitoria y Onate se encuentran calles que llevan el nombre del Conquistador.
El imaginario popular
La playa donde desembarcó en la isla de Margarita (Venezuela) se llama Playa El Tirano y sus aguas son bravas, con fuerte oleaje y mortales resacas. Recuerdan los cronistas que existe El Salto de Aguirre en la selva peruana donde, estando en peligro, grabó sobre una piedra unos misteriosos símbolos que hoy son objeto de culto.
Hay modernas agrupaciones musicales que lo recuerdan: la banda argentina Aguirre se formó en el año 1990, inspirada en la película Aguirre, la ira de Dios, de Werner Herzog.
Y la banda venezolana de Heavy Metal Gillman posee un tema referente a la historia de Aguirre en el álbum Escalofrío (1994), titulado «El tirano Aguirre».
Aún hoy en día perdura el recuerdo de Aguirre en el imaginario popular: los fuegos fatuos que se aparecen en Venezuela son su fantasma y el de sus hombres; los campesinos de las áreas rurales de Barquisimeto cuentan que su espíritu aún se aparece a medianoche cerca de donde murió y en El Tocuyo se celebra su muerte con una procesión el 27 de octubre. En plena selva peruana los viajeros que se detienen a contemplar el Salto de Aguirre rezan y se persignan ante aquellos misteriosos símbolos que dejó grabados en piedra.
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