La última película del neozelandés Taika Waikiki se ha llevado el Oscar al mejor guion adaptado al tiempo que supone una de las más divertidas y al mismo tiempo complejas aproximaciones al nazismo sobre todo, si uno decide ir en familiaSe viene diciendo por ahí, y con cierta ligereza, que Jojo Rabbit es una película perfecta para ver en familia. Ojo. Habrá más de una en la que los pequeños no caerán y es más, saldrán de la proyección con más preguntas que certezas. No quiero decir con esto que ir a ver en familia Jojo Rabbit sea una mala opción pero vayan dispuestos a responder a un montón de preguntas y algunas de ellas complejas como qué fue el nazismo, quien fue Hitler o por qué los judíos vivían escondidos.
Jojo Rabbit está basada en una novela de Christine Leunens y dirigida por Taika Wikiki, un director neozelandés que se dio a conocer en el mundo entero con la desternillante comedia Lo que hacemos en las sombras.
Sin embargo, que nadie se escandalice porque aquella película no tiene nada que ver con esta.
Si aquella era una cinta de humor surrealista que no tenía miedo de meterse en camisa de once varas Jojo Rabbit es una película mucho más prudente pero precisamente porque deambula por terreno pantanoso.
Hay que tener cuidado cuando uno usa a Hitler como a una marioneta y al nazismo como a unos payasos. O lo haces muy bien o puedes herir muchas sensibilidades.
De hecho, se le ha reprochado a Jojo Rabbit que tiene tanto cuidado en no ofender a nadie que se queda un poco corta pudiendo haber sido la cinta transgresora que podría haber sido. Y puede que haya algo de razón en esto.
No imagino qué clase de película desmedidamente genial y descabellada podría haber brotado de semejante planteamiento pero está claro que el film de Wikiki tiene mucho cuidado de lo que hace, de lo que dice y de cómo lo dice.
El film parte de la siguiente premisa. Un niño forma parte orgullosa de las juventudes hitlerianas tanto, que a falta una figura paterna, su amigo imaginario es el mismísimo Führer.
Lo mejor de la película son las delirantes conversaciones entre Jojo, el niño, y Hitler, generalmente muy ocupado en asistir a cenas con unicornios. Y también las incursiones del capitán Klenmzendorf tan nazi y ridículo a veces como humano y compasivo. De hecho, la magia de Jojo Rabbit reside un poco como en La vida es bella, en equilibrar sin derrapar, aspectos tan complejos como los que aborda la película.
Es por esto que ir a ver Jojo Rabbit sea una ardua tarea aunque puede resultar muy enriquecedora insisto, si uno está dispuesto a responder a ciertas preguntas. Y puede también que a sembrar todavía más dudas aún a los más pequeños porque… ¿los niños también podían ser nazis? Y, ¿pero es que también había nazis buenos?
Todo esto me preguntó mi hija. Ya se pueden imaginar la tarde que pasamos… Inolvidable.