Cada detalle está cuidado y pensado en esta Catedral. No te la pierdas…Araña los cielos como pocas en América. Se ganó su lugar en la Basílica de San Pedro, en Roma, en cuyo piso está inscripta junto con otros de los más grandes templos del mundo. Su estilo neogótico y su planta bien la harían pasar en un catálogo como catedral europea, aunque los ladrillos que la cubren y sostienen sus torres pronto delatarían que es tanto imponente como única.
La Catedral de la Inmaculada Concepción, más conocida como la Catedral de La Plata, en la capital provincial de Buenos Aires, se destaca en el selecto grupo de catedrales que superan los cien metros de altura, se convierte en un imponente atractivo turístico para la Ciudad, y pese a su incalculable valor arquitectónico y ornamental, posee tesoros aún más valiosos.
La ciudad de las diagonales y su moderno trazado permiten que una vez en La Plata llegar hasta la Plaza Moreno sea casi intuitivo. Allí, nada compite contra la magnitud de la Catedral erigida frente a un Palacio Municipal que, de no ser por ella, se llevaría los flashes.
Sus dos torres alcanzan los 112 metros de altura, 6 más que la Basílica de Nuestra Señora de Luján. Solo otras 4 en América la superan en altura. Pero pocas lo hacen en el mundo en su superficie total de 7000 m2, distribuida a lo largo de 120 metros de largo por 76 de ancho. Para comprender su dimensión bien puede pensarse en un campo de fútbol dimensiones FIFA con muros y techo.
Bajo el proyecto del ingeniero Pedro Benoit, su construcción empezó en 1884, inspirada en las catedrales de Colonia, catedral europea más alta, y Amiens, al norte de Francia. Fue inaugurada formalmente en 1932, aunque sin las torres de Jesús y de María, que serían erigidas recién antes del cambio de milenio.
El ladrillo que luce, puede decirse, es accidental. El proyecto inicial contemplaba un recubrimiento que no pudo hacerse; no obstante, le da hacia el exterior un distintivo notable. La Catedral de La Plata se ve única, y también suena así. Su carillón de 25 campanas de casi 20 toneladas está ubicado en la Torre de María. Cada campana está afinada en una nota y permite la interpretación de múltiples melodías ejecutadas tanto desde el comando central como por computadora.
De las más de 80 ventanas de la Catedral, poco más que la mitad están cubiertas por vitrales, lo que explica la luminosidad del templo, y aún así, el lucimiento de piezas únicas en el país como el inmenso vitral del rosetón. Más de 260 paños de vitral cubren su superficie de 180 metros cuadrados, catequesis del Apocalipsis.
Las imágenes, los suelos, el altar, los arcos, las tallas, el coro, el trono Arzobispal… Cada detalle está cuidado y pensado en esta Catedral. No obstante, los grandes tesoros de la Catedral, aprendemos en diálogo con quienes la cuidan desde la Fundación, no son tanto aquellos que deslumbran solo por la vista.
Un tipo de tesoro lleva y corona el otro. Escribía San Juan Pablo II para la culminación de las obras de las torres en 1999: “La Iglesia en la Argentina, fiel a la riqueza espiritual que ha caracterizado su historia, sabe bien que no es posible esperar un florecimiento de la vida cristiana en un contexto de fe vivida en el anonimato, reducida a la subjetividad y a la dimensión privada de la existencia”.
Es que una de las mayores riquezas de la vida de este Templo, nos cuentan desde la Fundación, es la vida parroquial. Con ingreso desde el lateral izquierdo, funciona en el subsuelo la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores, cuya comunidad anima una intensa vida sacramental, de catequesis y celebraciones varias.
Su vida parroquial coexiste con la del templo mayor, cuyas puertas abren desde bien temprano hasta bien tarde, y reciben cientos de peregrinos y visitantes diariamente para encontrar un espacio de oración, recogimiento, y reconciliación.
En él se conserva otro gran tesoro, uno de los más importantes de los platenses. No está en un museo. Está en el corazón de la Iglesia local a la que sirvió: las reliquias de la Beata Sor Ludovica, religiosa que infatigablemente sirvió a la ciudad desde su Hospital de Niños. Cada 25 de febrero, como cada 25 de mes, se la recuerda muy especialmente dirigiendo la oración a su camarín.
La Catedral posee un Museo con visitas diarias. Su interés, nos cuentan, es promover su historia, constructiva y espiritual, como así lo cultural, ya que se exponen obras pictóricas y escultóricas de distintos autores.
La Fundación de la Catedral ofrece además una rica oferta de talleres entre ellos de Orfebrería, Vitral, Fotografía, Dorado a la hoja y enmarcado, restauración, Dibujo, Lampwork, Pintura, y Dibujo. Otra actividad que genera la Catedral a través de su Fundación son los conciertos y la Schola Cantorum, (escuela de canto) para niños.
Más información de la Catedral de La Plata en http://www.catedraldelaplata.com/.