El calendario de este año nos ha puesto ya delante la fecha del Miércoles de Ceniza y, con ella, arrancan los 40 días de Cuaresma.
Son momentos en que, en muchos países, la cultura está impregnada de detalles que recuerdan la proximidad de la Semana Santa:
- las vacaciones.
- las procesiones (algunas tan famosas como las de Sevilla, Málaga o Valladolid en España, Popayán en Colombia o en Taxco, Querétaro, San Luis Potosí, Tlayacapan y Oaxaca en México).
- la abstinencia de carne de los viernes.
Incluso la gastronomía nos señala platos muy propios de la temporada: desde el potaje de vigilia (con espinacas y bacalao) a los ricos buñuelos de Cuaresma.
¿Puedo encontrar beneficios en la Cuaresma? Claramente sí. Mira la galería fotográfica o lee en la página siguiente:
1Lo primero: 40 días pueden ser transformadores.
40 días son algo más de 5 semanas, un tiempo suficiente como para haber promovido un cambio y haberle dado consistencia para que se transforme en hábito en nuestra vida.
2Seguro que tenemos algo mejorable.
Y seguro también que no te conformas con ser como eres. Conformarse es caer en un aburrimiento vital que llega a envejecer a cualquiera, aunque tenga 30 años.
Detecta en qué debes mejorar y fíjate en un aspecto concreto al que podrías hincarle el diente en 40 días.
3El beneficio de un propósito de Cuaresma depende del sentido que le demos.
Para emprender un camino siempre es necesario marcarse un objetivo, un "por qué hago esto".
Si le doy un sentido a la Cuaresma, seré capaz de hacer un propósito y luchar por conseguirlo. En este sentido, un cristiano tiene una profunda motivación para batallar.
El propósito puede ser para lograr un beneficio propio o, también hecho con sentido católico, podemos ofrecerlo por otra persona ya que por la Comunión de los Santos la gracia de Dios que ganamos con nuestro esfuerzo se le aplica a ella.
4Lo perfecto es enemigo de lo bueno.
Lo decía santo Tomás de Aquino, un santo muy teológico pero también muy realista. Si hacemos propósitos altísimos y "perfectos", difícilmente serán asequibles y a la primera de cambio abandonaremos la lucha. Mejor un pequeño propósito y, una vez cumplido, iremos a por el siguiente.
5Propósito: sencillo, concreto y medible.
Un propósito puede ser tan sencillo y concreto como "no tomar chocolate", "sonreír a mi esposa", "bajar las basuras a la calle sin que tengan que recordármelo" o "no tomar alcohol" en Cuaresma. O "no pasaré más de 20 minutos al día en Facebook ni Instagram" o "me levantaré de la cama puntual cada mañana". Pueden ser cosas relacionadas con mi carácter, con mi relación con los demás (comenzando por mi familia) o con modos de hacer: "Dejaré mi habitación ordenada".
Al terminar el día, examina si has cumplido el propósito. Hazte un gráfico y anota. Así verás la evolución: si-no-no-sí-sí-sí...
6Únete a otros en el propósito.
Te ayudará hacer un propósito con otros. Puedes compartir tus dificultades y os animaréis mutuamente. Hay propósitos que deben quedar para mi intimidad pero hay muchos que pueden formar parte de tu vida en el matrimonio, en la familia, en el entorno profesional o con tus amigos.
7Nunca hay que tirar la toalla.
"Ya lo he intentado y no puedo". De acuerdo, intenta luchar en otro aspecto distinto y esa fortaleza te servirá para afrontar el primer reto con más brío otra vez.
Haz como los estrategas. Por ejemplo, si crees que no puedes dejar de fumar, haz pequeños ejercicios de contención en la comida y eso te dará fortaleza: luego estarás más preparado para volver a intentarlo.
8Al finalizar la Cuaresma, da gracias a Dios y date premio.
Medalla al que llega a la meta. Haber luchado 40 días por lograr un propósito ya es positivo. Si además, lo hemos logrado, es para medalla. Tómatelo como una carrera personal y al cruzar la meta, date medalla.
Coméntalo en las redes sociales, comparte tu lucha para que te animen a lograrla y celebra la victoria.
9Desanimarse no es una opción.
Si el propósito no nos sale, no te desanimes, afronta la lucha siempre con alegría y enfoca de nuevo el objetivo. Dios lo ve todo: lo que luchaste, el amor que pusiste en ello... Y nos conoce más que nosotros mismos: sabe de nuestra fragilidad.
A fin de cuentas, nuestros propósitos son pequeños y no nos va la vida en eso, pero sirven para ir adelante en todos los terrenos. Cada propósito luchado nos hace mejores, nos hace crecer en fortaleza y nos reporta alegría. Así que para acabar, lo mejor es dar gracias a Dios y pedirle espíritu de renovación.