Estrategias para cuidar nuestra atención en un mundo disperso por los pantallas.
El aumento de prácticas para recuperar la atención, para concentrarse mejor, para combatir la ansiedad, manifiestan una creciente tendencia a la dispersión, a la que sin duda han contribuido los teléfonos móviles y sus aplicaciones que demandan atención constante.
Cualquier interacción superficial e irrelevante se vuelve urgente y cualquiera puede reconfigurar nuestras prioridades en la gestión del tiempo, porque se suele priorizar el mensaje que llega, la “notificación” que aparece, sin demasiada reflexión para postergar lo que en realidad podemos dejar para otro momento.
Una investigación de 2010 publicada en la revista Science (Killignworth-Gilbert), concluye que una mente errante, dispersa, es una mente infeliz. Hay personas que tienen “miedo de perderse algo”, como si cada publicación de sus contactos fuera un acontecimiento épico que al segundo que la veo deja de interesar para pasar a otra y así pierden varias horas al día.
Todo parece llevar más tiempo
La experiencia cotidiana nos muestra que cualquier tarea realizada con un smartphone en la mano, lleva mucho más tiempo del que nos tomaría si estuviéramos enfocados. La excusa de siempre es que “puedo hacer varias cosas al mismo tiempo y mirar mi teléfono”, pero lo cierto es que muchas dificultades de estudio en adolescentes y jóvenes universitarios se deben a la permanente distracción que les genera “estar hiperconectados”, no desarrollando habilidades de concentración y estudio en profundidad.
Pueden hacer varias cosas a la vez, pero no al nivel que desearían. Me ha sucedido en la experiencia docente que los padres no caen en la cuenta la cantidad de tiempo que sus hijos pierden durante el día -y en la noche- en las redes, incluso cuando se ponen a realizar alguna tarea o a estudiar para un examen.
También han aumentado los riesgos de accidentes laborales por la falta de concentración de las personas que están demasiado pendientes de sus redes sociales o de contestar mensajes mientras realizan otra actividad que demanda cierto nivel de concentración.
Por otra parte, ya hay suficientes estudios que demuestran la adicción que generan las notificaciones del teléfono a nuestro cerebro, con lo cual encontraremos incontables justificaciones para no luchar contra ello, perdiendo progresivamente la capacidad de concentración y de reflexión profunda sobre la información que recibimos o sobre lo que estamos haciendo.
Una investigadora de la Universidad de Columbia en 2016 demostró que cuanto más neurótica e impulsiva es una persona y cuanto peor ha dormido, menor es su capacidad de concentración. Los investigadores sostienen que, si bien siempre ha existido la “multitarea”, la capacidad de atención se encuentra cada vez más reducida.
No hacemos varias cosas a la vez
La expresión “multitarea” se suele interpretar como la capacidad de hacer varias cosas a la vez, pero investigaciones neurocientíficas demuestran hace años que cuando nos parece que hacemos más de dos cosas a la vez, en realidad lo que hacemos es automatizar algunas tareas (caminar, comer, conducir, correr, etc) mientras nos enfocamos en otra.
Lo que hacemos también es cambiar rápidamente el foco de atención de una cosa a la otra, pero nunca estamos en ambas a la vez. Si se trata de esfuerzos cognitivos, es imposible, porque a todos nos es evidente que no podemos hablar y escribir a la vez un mensaje de texto. Si lo hacemos, es porque detenemos por algunos segundos una de las dos cosas y saltamos de una a la otra en forma intermitente.
Al conducir un vehículo muchos creen que pueden ir haciendo otra cosa, pero lo cierto es que disminuyen su atención y corren mayores riesgos de sufrir accidentes. Realmente podemos atender a varias cosas a la vez, pero saltando de una cosa a la otra, de forma superficial e intermitente, lo cual no funciona para las tareas que exigen concentración. El estado de multitarea en forma constante genera además una gran ansiedad y estrés, además de disminuir capacidades como la creatividad y el pensamiento reflexivo.
En un estudio realizado en 2009 (Stanford) se demostró que el rendimiento de los estudiantes era peor entre quienes se consideraban “multitarea”, porque no son capaces de concentrarse en lo importante y pierden mucho tiempo viendo información irrelevante. Se sienten más rápidos, pero no alcanzan niveles altos de aprendizaje ni profundidad de análisis. Y es que la atención dispersa reduce la productividad, la creatividad y el rendimiento.
Una consecuencia cada vez más perceptible en las relaciones interpersonales es la tendencia a interrumpir permanentemente al otro, hablarle encima y obviamente no haber escuchado realmente lo que quería decirnos.
La tendencia a perder la capacidad sostenida de la atención va de la mano con el uso temprano de smartphones y tablets en niños, lo cual es un gran desafío para el sistema educativo y la forma de comprender los aprendizajes.
Cómo cuidar a los niños
Varias asociaciones de Pediatría en el mundo insisten en que los niños menores de dos años no tengan contacto con pantallas (ni TV, ni teléfonos o tablets), y que sí aumenten las actividades de interacción con las personas (jugar, cantar, leerles). El cerebro de los niños pequeños para su desarrollo necesita la interacción con humanos, no con pantallas. Recomiendan a su vez, que los niños en edad escolar no tengan más de 2 horas diarias de tecnología y que no tengan televisión o dispositivos en sus dormitorios. Es siempre mejor ver televisión en familia y hablar sobre los contenidos.
Estrategias para cuidar nuestra atención
Quienes investigan este fenómeno dan una serie de consejos prácticos que son de sentido común, pero que no siempre incorporamos a nuestra vida diaria.
No a las notificaciones
Desde desactivar las notificaciones de las aplicaciones para poder ingresar cuando lo deseamos y no cuando nos llaman la atención.
Silenciar o apagar
Hasta tener el teléfono móvil en silencio durante varias horas al día, incluso apagarlo, nos hace mucho más libres.
Alejar
Es recomendable no dormir junto al teléfono y tenerlo lejos cuando queremos enfocarnos en algo, más aún, cuando queremos tener una conversación profunda con alguien sin interrupciones superficiales.
La mayor parte de los investigadores coinciden en que quienes cultiven su capacidad de atención, tendrán una mejor calidad de vida.
Hoy la publicidad tiene mejores herramientas para captar nuestra atención y la batalla por captarnos no tiene pausa, por lo cual es importante desarrollar una conciencia más libre y crítica respecto de los contenidos que consumimos y de la gestión de nuestro tiempo.