¿Vale tan poco esa vida que no merece siquiera un poco de silencio, malestar, o al menos dignidad en la manera de ser tratada, sobre todo cuando va a ser eliminada? No sé cuál es el motivo que empuja a la gente a compartir en redes sociales momentos de la vida tan privados. A veces creo que tenemos miedo de no ser vistos, que si no mostramos nuestra vida y nadie sabe lo que hemos cocinado para comer, es hoy como si no existiésemos.
Estamos solos, ya no creemos que vivimos por algo que no sea la felicidad del momento. Y posteamos, posteamos. Porque cuando vives como un huérfano, buscas el amor y la atención en los sitios más extraños y te contentas con cualquier cosa, incluso con el like de alguien con quien nunca has hablado.
Por eso miro con lástima (¡y no solo dolor!) a la adolescente americana que ha posteado en Tik Tok el video de su segundo aborto (así parece, pues lleva el título “Abortion time take 2”). Este clip muestra la increíble facilidad con la que una adolescente cualquiera se dispone a poner fin a la vida del niño que lleva en su seno.
https://youtu.be/G1fcF4qr_hc
Ni siquiera un momento de “¿estoy haciendo lo correcto?”: la chica muestra el test de embarazo positivo y una pequeña pancita, después se ríe, bromea con la amiga mientras van en auto, canta y baila al ritmo de Bruno Mars para llamar la atención en la sala de espera de una clínica de Planned Parenthood y comparte en las redes lo que, de normal, los partidarios del aborto admiten que es un momento delicado, difícil, una decisión llena de sufrimiento para una mujer. Ciertamente, no algo que quieras postear en Tik Tok a merced de millones de desconocidos.
Y esto confirma lo que estamos viendo sobre el aborto: hoy las adolescentes incluso en edad escolar deciden abortar con la misma facilidad con la que encargan una hamburguesa doble. No se trata de facilidad práctica, sino sobre todo mental.
Y no es culpa de esta chica: los adultos hemos creado una máquina de la muerte realmente perfecta, que ha quitado incluso la duda, el sentimiento de culpa, el discernimiento, el sentido de responsabilidad ante una decisión así. ¿Vale tan poco esa vida que no merece siquiera un poco de silencio, malestar, o al menos dignidad en la manera de ser tratada, sobre todo cuando va a ser eliminada?
De esta superficialidad que provoca horror y miedo, la primera responsable no es esta muchacha, a la que probablemente se le haya dado en la mano un preservativo y la posibilidad de deshacerse del “inconveniente” sin tener que preguntar, ya no al presunto padre, sino a su conciencia. Porque lo que no nos cuentan es que quizás ese video quedará en su corazón mucho más que esos 15 minutos de “gloria” en Tik Tok.