«Mi hermano pequeño me ha cambiado la vida» es la frese que muchos niños dicen o piensan con respecto a la llegada de un nuevo integrante a la familia y esto no siempre es de manera positiva
El nacimiento de un nuevo miembro en la familia es una experiencia única y emocionante. Los padres suelen estar llenos de alegría y emoción, y esperan que sus hijos mayores compartan esa emoción. Sin embargo, a menudo se observa que el hijo mayor, quien antes era el centro de atención, puede experimentar una serie de emociones complejas y a veces negativas.
Algunas de estas emociones pueden ser:
- Sensación de sobrar
- Sensación de ser excluido
- Sensación de cargar con la responsabilidad de ser el hermano mayor
Los celos hacia el hermano pequeño y el peso de ser el hermano mayor, al que se le exige más que a los pequeños (o al pequeño), es muy normal. Y no es grave. Y se puede superar; cuando se hace, logramos dar un paso adaptativo, maduro en el propio desarrollo psicológico.
Pero para ello es necesario contar con unos padres atentos, informados, sagaces, capaces de leer los signos que emite el famoso «príncipe destronado».
Hacerse cargo de la situación y compensar las nuevas circunstancias es el papel de los padres. De hecho, estamos ante el ABC de la parentalidad en los primeros años de vida de los hijos.
Estos son algunos consejos razonables para afrontar estas cuestiones:
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Anticiparse
El ABC de la gestión de los celos ante el nacimiento de un hermano pequeño es preparar al hermano mayor con bastante antelación y desplegar una narrativa en la que el hermano o hermana mayor recibe explicaciones de todo el proceso de embarazo, parto y primeros meses de vida.
Comentarle, con sinceridad, que se cuenta con él (ella) y con su ayuda. Todo depende de la edad, pero pedir cariñosamente ayuda al hermano mayor suele funcionar bien sin darle una responsabilidad excesiva.
Atención
Si somos capaces de repartir nuestro tiempo entre el recién nacido o hijo pequeño y el hijo mayor seremos capaces de minimizar —no eliminar— la aparición de celos entre hermanos.
Se trata de ocuparse del pequeño y del mayor en función de las diferentes necesidades de cada uno.
Empatía
Si leemos bien el cuento de la introducción veremos que existe el arte de ponerse en el lugar del hijo mayor y hacer un esfuerzo de comprensión. Meternos en sus zapatos y sentir (no solo pensar) como siente él.
Realismo
No se trata de negar la realidad: el mayor puede sentir celos. No hemos de reprenderle ni, por supuesto, culpabilizarlo. Sencillamente decirle que es normal lo que le pasa, que es una época que se puede superar y que como padres estamos con él o ella.
Un ejemplo puede ser que el papá le explique al hijo/hija mayor cosas como: «Desde que ha nacido tu hermano/hermana, mamá está menos pendiente de mí: ¿a ti te pasa igual?» Si el niño conecta con esta situación que es muy real, padre e hijo pueden elaborar el problema y resolverlo juntos.
No es bueno que la tarea de compensar la menor atención hacia el hijo mayor sea poco honesta o impostada. Por ejemplo: «Papá, mira como nos mira la niña, hazle un poco de caso que si no nos va a hacer una escena». Los niños son muy listos. Hay que actuar de corazón y no fingir.
Positivismo
Sacarle la punta positiva a cada situación es descubrir, con el hijo mayor, las ventajas de eso mismo: de ser mayor. «Te vas más tarde a la cama, comes cosas más buenas y además hablas con nosotros de cosas que él no nos puede comunicar aún».
Serenidad
Cuidado con el hijo mayor híperresponsabilizado, ejemplo, guía. No se trata de convertirlo en un tercer padre. Además, los hermanos mayores celosos a veces pueden hacer regresiones para captar la atención de los padres y se comportan como niños pequeños.
El truco es la serenidad, la paz, la capacidad de no perder los papeles. La capacidad de integrar fluida y sinceramente al hijo mayor en la llegada de un nuevo hermano. Unos padres tranquilos, que no gritan y que dominan la situación sin desmontarse exhiben autoridad y son más convincentes.
Organización
Organizar de forma creativa el tiempo libre es un arte: estar ocupados todos, padres e hijos, cada uno con su espacio y su tarea es un éxito. Y pasear mucho: mamá lleva en brazos al pequeño y papá lleva de la mano al mayor.