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En Medjugorje superé la muerte de mi hijo

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Aleteia Líbano - publicado el 10/03/20
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“Perdono a quien causó la muerte de mi hijo único”, todo gracias a una peregrinación a MedjugorjePerdono a quien causó la muerte de mi hijo único, Elie. Después de recibir el mensaje que dio lugar a la chispa de su cambio en Medjugorje, le dijo “¡adiós a la ropa negra!”.

Tras la muerte de su hijo Elie, Minerva Tannouri ha vivido durante largos años con un profundo dolor arraigado en su alma: uno de los mayores dolores, el de perder a una persona muy querida.

“Ya había sentido algo similar tras la pérdida de cuatro familiares, pero la tragedia mayor fue la de perder a mi hijo Elie, que tenía 21 años, y que fue víctima mortal de un accidente de tráfico con un camión durante su viaje a Beirut”, recuerda Minerva.

¿Cómo recibió ella la noticia?

“Después de que mi marido, mi hermana y mi sobrino estuvieran al corriente de la noticia, apagaron sus teléfonos; entonces, comprendí que una catástrofe le había sucedido a mi hijo, que vino al mundo después de 7 años de espera.

En el momento de su llegada a casa, mi marido me explicó lo que había sucedido. Yo me desmayé por la impresión. En ese momento empezó mi camino de dolor”.



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¿Cómo describe el último adiós?

“Estaba drogada por los tranquilizantes; el último adiós de Elie fue parecido a una boda, porque cuidamos hasta el mínimo de los detalles: decoramos con flores, ofrecimos los mejores aperitivos y contratamos a una coral. Y yo le repetía: “Perdóname, hijo mío, si alguna vez te descuidé o te avergoncé”. 

Le pedí perdón y luego le besé. ¡No podía creer que esta tragedia estuviera sucediendo! ¿Acaso estoy soñando? ¿Es una pesadilla que va a terminar?

Han pasado 7 años, 7 años ahogados por las lágrimas, la tristeza y el dolor. Todavía conservo sus dibujos y enciendo velas por su alma todos los días. Aunque he perdonado al hombre que causó su muerte, me aislé y alejé de los demás hasta el día de mi partida”.

¡La peregrinación a Medjugorje ha cambiado mi vida!

¿Qué le pasó a Minerva en la santa tierra de Medjugorje, visitada por muchísimas personas de todo el mundo por varias apariciones de la Virgen desde el año 1981? Según declaró Minerva:

“Mis agradecimientos van a mi amiga Najat, que ganó un premio gracias a su participación en un programa de televisión que cubrió los gastos del viaje después de haberla elegido de entre otros participantes para cumplir el mayor deseo de un ser querido. Cuando viajé a este precioso lugar, un oasis de paz, pedí a la Santísima Virgen que me enviara una señal:

Si mi hijo está a tu lado, cambiaré mi ropa negra después de más de 7 años de duelo y tristeza”.

Y la sorpresa vino cuando recibí una carta que encontré bajo la puerta de mi habitación. En aquel instante, sentí paz en el alma, porque era una señal de que el Señor escucha mis deseos más personales. Ese mensaje fue la causa principal de mi paso del duelo a la alegría y a recuperar mi vida”.

¿Qué contenía ese misterioso mensaje?

“Querida Minerva, comprendo bien tu sufrimiento porque has vivido el mismo dolor que el mío cuando mi hijo fue crucificado y luego resucitado; y ahora, te doy la fuerza para continuar con tu vida.

Eres alguien querida e irreemplazable en la vida de muchas personas.

El negro te ha vencido durante 7 años; pero no olvides que el número 7 es un signo de victoria.

Este viaje te ayudará a renacer y te permitirá vestir prendas blancas que significarán la resurrección; mi corazón puro te acompañará en todas las etapas de tu vida. Comprendo bien tu dolor, por eso estaré siempre a tu lado.

Firmado: este mensaje ha sido escrito por una persona que te ama”.

“La carta me conmovió”, explica Minerva. “Respondía a las preguntas que planteé a la Santa Virgen. Tuve la impresión de verdad de que se dirigía a mí asegurándome que me acompañaba en mis inquietudes, que compartía mi Cruz y me mostraba el camino de la resurrección”.

“Más tarde, la identidad de la autora de la carta quedó revelada; se trataba de una participante de la peregrinación con la que había entablado amistad después de nuestro regreso a Beirut.

Le conté que su carta había sido un auténtico signo celestial y una respuesta a mis preguntas.

También recibí otro signo gracias a la aparición de nuestra Virgen Madre, el duodécimo día del mes en el que habíamos viajado, es decir, durante el memorial de mi hijo mayor.

Después, decidí poner fin al duelo y participar de nuevo en las bodas y en las invitaciones a cualquier ocasión.

En definitiva, siempre estuve segura de que mi hijo era un ángel en el cielo y que el Señor me daba fuerzas para cargar con mi cruz.

También experimenté la manera por la cual el Espíritu Santo mismo intercede empleando “gemidos inefables” (Romanos 8,26). Doy gracias a Dios por su presencia en nuestra vida, y a nuestra Virgen María por sus eternos cuidados y su amor”.

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