Los últimos, los más olvidados y afectados de esta pendemia
En España, han sido estas residencias de personas mayores donde más se ha cebado el coronavirus, las que menos asistencia de la sanidad han tenido, donde más tarde llegaron los auxilios y protección sanitarios. Se puede decir que los ancianos han sido los últimos, los más olvidados de toda esta pandemia. El resultado: 4.000 los muertos en las residencias de mayores, un 35 por ciento del total de fallecido por la pandemia del coronavirus.
Casi todos los servicios médicos, y sobre todo el material sanitario, especialmente de protección contra el Covid-19, han ido a los hospitales y centros sanitarios. Desde las residencias se gritaba con gran ansiedad, auxilio: los ancianos mueren y no hay quién los atienda. En algún caso, sus cuerpos no eran recogidos por nadie y quedaban abandonados en las residencias. Las morgues estaban colapsadas.
En algunas residencias, incluso el personal médico y los cuidadores han permanecido alojados en la residencia para no abandonarlos. Otro acto de heroísmo, de solidaridad, de entrega a los que más lo necesitan. En otras, a través de los celulares hacían que los abuelos se conectaran con sus familias confinadas en sus casas.
Se han dado casos de ancianos muertos, sin que nadie recogiera el cadáver. Los ancianos y los infectados de coronavirus se quedan cada vez más solos. Los familiares estaban en sus casas, cumpliendo el confinamiento decretado por el gobierno, y estaban alarmados al no saber cómo se encontraba su familiar en la residencia. ¿Habrá sido infectado? ¿Qué peligros corre?
Morir en soledad
Morir sin ver ni oír a los que Dios les dio para que los criaran y educaran. Allá, en el funeral, no habrá más que un sacerdote y la cámara de uno o dos móviles, celulares, que a lo mejor transmiten la ceremonia a sus hijos y nietos: el coronavirus les ha robado hasta el funeral. Unos jóvenes segovianos han creado una plataforma llamada “ConectYayos” que conecta a muchas personas. En un funeral estuvieron viéndolo 49 personas.
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Muchos son los voluntarios que hacen compañía a los mayores. Les dan de comer, les rezan una oración, si quieren, les cuentan algunas cosas… del hoy. Los chicos escuchan, deben escuchar a los mayores.
Como dice el papa Francisco, ellos son un pozo de sabiduría, de sabiduría práctica… Escuchar. Los abuelos contarán lo buenos que son sus hijos, su familia… Escuchar. ¿Lo has hecho sonreír? Pues le has dado un poco de felicidad y le has roto esta soledad que se engancha viscosa por todo el cuerpo, como una depresión.
Asistencia a los ancianos
En algunos lugares, no quieren ingresar a los ancianos –a los mayores de 70 u 80 años- en la UCI: “A ellos ya no les queda vida”, dicen algunos gestores y políticos… Pero son personas humanas y merecen vivir (mucho o poco esto no importa, solo Dios lo sabe) igual que los demás. ¿O es que a partir de una edad no tienen derecho a la vida y son producto de “descarte”?
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Ellos buscan cada día a un familiar, a una persona, que les alegre su corazón, ya con pálpito lento, que le haga sonreír y les den un rayo de felicidad y mirar en el más allá.
¿Y todo ello… hasta cuándo? Solo Dios lo sabe.