En la situación de aislamiento a que obliga la pandemia del coronavirus, citas del fundador del Opus Dei que ayudan a dar un nuevo enfoque a nuestra vida.Ante la situación de confinamiento que vivimos en muchos países a causa del covid-19, buscamos recursos espirituales. En los textos católicos hay abundantes frases y oraciones que nos ayudarán a convertir esta etapa de nuestra vida en un tiempo de mejora.
Saberse mirado por Dios
Ahora que es una etapa de aislamiento en casa y cuando a no pocos les acecha la incertidumbre y el sufrimiento, saberse mirado por Dios reconforta.
Si el Libro del Eclesiastés dice que “todo tiene su tiempo” -tiempo de vivir y de morir, tiempo de sembrar y de cosechar, tiempo de amar…- ahora es tiempo de estar confinado.
Un tiempo único en la vida
San Josemaría (1902-2002) es el fundador del Opus Dei, una espiritualidad que promueve la búsqueda de la santidad del cristiano en las más diversas circunstancias, las que a cada uno le toca vivir.
Hoy esas circunstancias son para muchos -y en muchos países- un aislamiento para combatir entre todos la propagación del coronavirus.
Estos días hay más horas de convivencia en familia. Es posible que haga mella en nosotros el sufrimiento a causa de esta enfermedad, la preocupación por el contagio o la inquietud por el futuro.
Las citas de san Josemaría están extraídas de algunos de sus libros. Puedes leerlas en la galería fotográfica o solo el texto en la página siguiente:
Una oportunidad para crecer para adentro.
“No se veían las plantas cubiertas por la nieve. -Y comentó, gozoso, el labrador dueño del campo: ‘ahora crecen para adentro’.
-Pensé en ti: en tu forzosa inactividad.
-Dime: ¿creces también para adentro?” (Camino, 294)
Ante la preocupación.
¿Estás sufriendo una gran tribulación? —¿Tienes contradicciones? Di, muy despacio, como paladeándola, esta oración recia y viril:
“Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. —Amén. —Amén.”
Yo te aseguro que alcanzarás la paz. (Camino, 691)
Si te parece que todo se hunde.
Aunque todo se hunda y se acabe, aunque los acontecimientos sucedan al revés de lo previsto, con tremenda adversidad, nada se gana turbándose. Además, recuerda la oración confiada del profeta: “el Señor es nuestro Juez, el Señor es nuestro Legislador, el Señor es nuestro Rey; El es quien nos ha de salvar”.
—Rézala devotamente, a diario, para acomodar tu conducta a los designios de la Providencia, que nos gobierna para nuestro bien. (Surco, 855)
Aprovechar el tiempo desde ahora.
¡No me seas comodón! No esperes el año nuevo para tomar resoluciones: todos los días son buenos para las decisiones buenas. “Hodie, nunc! —¡Hoy, ahora!
Suelen ser unos pobres derrotistas los que esperan el año nuevo para comenzar…, porque, además, luego… ¡no comienzan! (Forja, 163)
En casa y desde casa.
Tú has de comportarte como una brasa encendida, que pega fuego donde quiera que esté; o, por lo menos, procura elevar la temperatura espiritual de los que te rodean, llevándoles a vivir una intensa vida cristiana. (Forja, 570)
Dios nunca falla.
A ti que te desmoralizas, te repetiré una cosa muy consoladora: al que hace lo que puede, Dios no le niega su gracia. Nuestro Señor es Padre, y si un hijo le dice en la quietud de su corazón: Padre mío del Cielo, aquí estoy yo, ayúdame… Si acude a la Madre de Dios, que es Madre nuestra, sale adelante.
Pero Dios es exigente. Pide amor de verdad; no quiere traidores. Hay que ser fieles a esa pelea sobrenatural, que es ser feliz en la tierra a fuerza de sacrificio. (Via Crucis, X estación)
La Cruz en nuestra vida.
Con su Cruz a cuestas marcha hacia el Calvario, lugar que en hebreo se llama Gólgota. (Joann., XIX, 17.) —Y echan mano de un tal Simón, natural de Cirene, que viene de una granja, y le cargan la Cruz para que la lleve en pos de Jesús. (Luc., XXIII, 26.)
Se ha cumplido aquello de Isaías (LIII, 12): cum sceleratis reputatus est, fue contado entre los malhechores: porque llevaron para hacerlos morir con El a otros dos, que eran ladrones. (Luc., XXIII, 32.)
Si alguno quiere venir tras de mí… Niño amigo: estamos tristes, viviendo la Pasión de Nuestro Señor Jesús. —Mira con qué amor se abraza a la Cruz. —Aprende de El. —Jesús lleva Cruz por ti: tú, llévala por Jesús.
Pero no lleves la Cruz arrastrando… Llévala a plomo, porque tu Cruz, así llevada, no será una Cruz cualquiera: será… la Santa Cruz. No te resignes con la Cruz. Resignación es palabra poco generosa. Quiere la Cruz. Cuando de verdad la quieras, tu Cruz será… una Cruz, sin Cruz.
Y de seguro, como El, encontrarás a María en el camino. (Santo Rosario. Cuarto misterio doloroso. La Cruz a cuestas)
Recupera tus oraciones de niño.
No olvides tus oraciones de niño, aprendidas quizá de labios de tu madre.
—Recítalas cada día con sencillez, como entonces. (Camino, 553)
Qué hacer si te pones triste.
Para poner remedio a tu tristeza me pides un consejo. —Voy a darte una receta que viene de buena mano: del apóstol Santiago.
—”Tristatur aliquis vestrum?” —¿Estás triste, hijo mío? —”Oret!” —¡Haz oración! —Prueba a ver. (Camino, 663)
Comunión de los Santos.
“Lejos físicamente y, sin embargo, muy cerca de todos, repetías feliz. Estabas contento gracias a esa comunión de caridad de que te hablé que has de avivar sin cansancio” (Forja, 956)