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“¿Sabes de otra manera de morir mejor que dando la vida por los demás?”

ABC
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Dolors Massot - publicado el 17/04/20
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Una anciana deja en shock a un policía al explicarle que va como voluntaria a una residencia de ancianos que ha quedado sin trabajadores por el coronavirus. Ocurrió el lunes por la mañana en la estación de Santa Justa, en Sevilla (España). Es una de las más conocidas de España porque ahí llega el AVE, tren de larga distancia. Esa mañana de Lunes de Pascua no había multitud de turistas de regreso de la Semana Santa sevillana, tan solo trabajadores que se reincorporaban a su tarea en pleno estado de emergencia por el coronavirus.

Un anciana llegaba de Jerez de la Frontera (Cádiz) y hacía un cambio de trenes para tomar el de Granada.

En el acceso a las vías, dos agentes de la Policía Nacional se encargaban del reparto de mascarillas a los usuarios. La anciana, que cargaba con dos maletas, tomó la mascarilla y les explicó a los policías por qué se estaba desplazando:

“No quieren atender a los ancianos por miedo al contagio”

El agente relataría después: «Nos dijo que venía de Jerez, de haber trabajado como voluntaria en una residencia de ancianos. Y que como la cosa estaba ya tranquila allí después de días muy duros, se marchaba a otra residencia de Granada a echar una mano porque la situación se había puesto muy fea y a los ancianos no los quería atender parte del personal por miedo al contagio».

La explicación de la anciana dejó estupefactos a los policías: ¿cómo una mujer de pelo cano y arrugas, que sin duda superaba la edad de la jubilación, se desplazaba a un punto peligroso, una residencia de ancianos, con altas posibilidades de contagiarse de coronavirus?

Las cifras lo dejaban muy claro. Hasta ese momento, un tercio de las muertes por covid-19 en Andalucía se habían producido en residencias geriátricas.

¿Por qué aquella mujer se iba a una residencia como voluntaria? ¿No estaría mejor en su casa, confinada y a resguardo?

Le preguntó “por qué se exponía de aquella manera”

El policía volvió a dirigirse a ella: «Le tuve que preguntar porque me costaba entenderlo. Le dije que sabiendo que el virus es más peligroso en las personas mayores y que ella ya tenía una edad, ¿cómo se exponía de esa manera? ¿no tenía miedo a enfermar?».

La respuesta de la anciana vale por todos los libros del mundo: «Me dijo que si sabía de otra manera mejor de morir que no fuera ayudando a los demás».

El billete de tren

La mujer le pidió a continuación que le ayudara a sacarse el billete de Sevilla a Granada. «Hacía 20 años que no compraba uno y no sabía cómo hacerlo». Se había encontrado, además, con que la máquina expendedora solo admitía pago con tarjeta para evitar contagios a través de las monedas.

Una limpiadora le pagó el billete

«Una limpiadora de la estación que estaba cerca de nosotros y que había escuchado lo que nos había contado, se ofreció a ayudarla y le pagó el billete de tren a Granada”.

Una llamada al diario

Todo eso lo contaría después uno de los policías a ABC Sevilla.

Al día siguiente a lo sucedido en la estación, el agente vio que la portada de ABC Sevilla llevaba precisamente la imagen de aquella mujer en el momento en que él le había entregado la mascarilla. Pensó inmediatamente que la gente debía saber quién era esa persona. Llamó al diario y contó lo sucedido a una periodista, Silvia Tubio. “Es que su historia conmovía a cualquiera. Hay gente muy buena y ella forma parte de esa gente», le dijo.

Una lección de vida

Aquella mujer anciana se llama Ana María.

Una vez tuvo el billete en mano, el agente pensó que era mejor llevarla al tren: «La acompañé al andén -explicó- y le dije a una azafata que estuviera pendiente de ella. Llevaba tanto tiempo sin coger un tren que me dio cosa dejarla sola».

Antes de salir de Santa Justa, el policía volvió al tren para despedirse de Ana María: «Qué lección de vida nos acababa de dar a todos», dijo después.

Una foto de premio

El fotógrafo Raúl Doblado fue quien el lunes captó el momento en que el policía entregaba la mascarilla a Ana María. Aquella anciana de pelo blanco y chaqueta morada, de alivio, le aportaba una foto de premio, para un Pulitzer o para el Worldpress Photo. Premio a la labor heroica de los que nos están salvando la vida en la crisis del coronavirus a veces de forma callada.


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