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Cómo la oración pascual a María terminó con una epidemia

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Kathleen Hattrup - publicado el 20/04/20 - actualizado el 05/04/23
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La historia del Regina Coeli y su relación con la Salus Populi Romani

La Iglesia nos ofrece cuatro oraciones a la Virgen María, para que los católicos las recen al final de cada oración de la tarde allá donde se encuentren; cuál se use depende del periodo del año.

Del Adviento a la Candelaria rezamos el Alma Redemptoris Mater. Durante el periodo pascual el Regina Coeli. De Pentecostés al final del Tiempo Ordinario el Salve Regina, y en Cuaresma el Ave Regina Caelorum.

La historia del Regina Coeli

Hemos apenas empezado con el Regina Coeli, y este año sigue siendo muy apropiado. Según la leyenda, esta oración se remonta al siglo VI con el papa Gregorio Magno.

Una grave forma de peste devastó Roma, cobrándose también la vida del papa Pelagio II.

Fue una época difícil para los habitantes de la ciudad, y cuando Gregorio I fue elegido para guiar a la Iglesia invocó inmediatamente la misericordia de Dios.

Papa Gregorio (que enseguida sería conocido como papa san Gregorio Magno) guió una procesión desde la Basílica de San Pedro al Mausoleo de Adriano pidiendo el fin de la peste, e invitando a rezar a Dios para que terminara esa epidemia.

La devoción del papa Francisco a la Salus Populi Romani (Galería)

La Virgen que limpiaba el aire

La Leyenda Dorada narra cómo la procesión fue guiada por una antigua imagen de la Virgen María, que limpiaba el aire de la enfermedad.

Se cree que esta imagen de la Virgen es de hecho la Salus Populi Romani, atribuida a san Lucas.

“La peste estaba aún devastando Roma, y Gregorio ordenó que la procesión continuara por toda la ciudad, con los participantes que cantaban letanías. Una imagen de la santa siempre Virgen María fue llevada en procesión...

Y mira qué casualidad, la suciedad venenosa del aire cedió frente a la imagen como si se alejara de ella y no pudiera soportar su presencia. El paso de la imagen causó una maravillosa serenidad y pureza en el aire.

Se dice que alrededor de la imagen se oían voces angelicales que cantaban

Regina coeli laetare, alleluia,
Quia quem meruisti portare, alleluia,
Resurrexit sicut dixit, alleluia!”,

a lo que el papa Gregorio añadió enseguida Ora pro nobis, Deum rogamus, alleluia!

Mientras la procesión continuaba su camino, San Gregorio llegó al mausoleo del emperador y vio una señal que traía paz al alma.

San Miguel Arcángel

"Luego el Papa vio un ángel del Señor de pie sobre el castillo de Crescencio, mientras limpiaba una espada ensangrentada y la envainaba. Gregorio entendió que eso daba fin a la peste, y eso sucedió realmente".

Finalmente, se colocó una estatua de San Miguel Arcángel envainando su espada en la parte superior del mausoleo.

E inspirados por este evento, los fieles se refirieron desde entonces al mausoleo con un nombre diferente, Castel Sant'Angelo, mientras que el puente cercano se hizo conocido como Ponte Sant'Angelo.

Ese día, la Iglesia de Roma recibió dos dones: la enfermedad fue vencida y fue instituida una nueva oración para ayudar a los fieles a recordar la alegría incluso en épocas de gran sufrimiento.

El Regina Coeli es una manera rápida de tomar un poco de Cielo y tener una alegría pascual viva, sobre todo en la época difícil que estamos viviendo.

Oración

Alégrate, Reina del cielo. Aleluya.

Porque el que mereciste llevar en tu seno. Aleluya.

Ha resucitado, según predijo. Aleluya.

Ruega por nosotros a Dios. Aleluya.

Gózate y alégrate, Virgen María. Aleluya.

Porque ha resucitado Dios verdaderamente. Aleluya.

Oremos: Oh Dios que por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos por su Madre, la Virgen María, alcanzar el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

En latín:

Regina cæli, lætare, alleluia:
Quia quem meruisti portare, alleluia,
Resurrexit, sicut dixit, alleluia,
Ora pro nobis Deum, alleluia.
Gaude et lætare, Virgo Maria, alleluia.
Quia surrexit Dominus vere, alleluia.
Oremus: Deus, qui per resurrectionem Filii tui, Domini nostri Iesu Christi,
mundum lætificare dignatus es:
præsta, quæsumus, ut per eius Genitricem Virginem Mariam,
perpetuæ capiamus gaudia vitæ.
Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.

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