Su leyenda es grande en el mundo deportivo estadounidense, pero muy pocos conocen de dónde venía la fuerza y la integridad de este hombre
En 1972, cuando los Delfines de Miami tuvieron una temporada perfecta en la Liga Nacional de Futbol Americano (NFL), yo era muy pequeño para tener idea de la hazaña de ganar desde el primer juego de la temporada hasta el Súper Tazón (a los Pieles Rojas de Washington).
Solo me quedó en la memoria –para siempre—un nombre: Don Shula. No era el jugador principal de los Delfines, como el mariscal de campo Earl Morrall o el corredor Larry Csonka. Era el entrenador del equipo.
Como entrenador en jefe por 33 años en la NFL, primero con los Colts de Baltimore y 26 años con Miami, Don Shula se convirtió (y lo seguirá siendo por muchos años más) en el hombre que más juegos ha ganado en la liga con 347 partidos ganados en temporada regular y post-temporada.
La fuerza de la misa diaria
El pasado 4 de mayo, rodeado de sus hijos (Mike, Dave, Donna, Sharon y Annie) y de su segunda esposa, Mary Anne (su primera esposa, Dorothy, murió de cáncer de mama en 1991); ungido por el párroco Juan J. Sosa, titular de la parroquia de San José de donde Shula era feligrés, murió a los 90 años.
“Fue una experiencia maravillosa verlo rodeado de su familia”, dijo el padre Sosa a Our Sunday Visitor (OSV). Y agregó: “No tenía dolor y era muy pacífico. Después de la unción, se fue a dormir y murió poco después”.
Su leyenda es grande en el mundo deportivo estadounidense, pero muy pocos conocen de dónde venía la fuerza y la integridad de este hombre educado en su infancia en la escuela católica de Santa María, en Painesville, Ohio: de su asistencia a misa diaria.
“Asistir a misa y buscar la guía de Dios no son solo hábitos para mí”, escribió Shula en uno de sus libros. “Para mí es una gran diferencia comenzar cada día dando gracias y pidiendo ayuda de Dios”, lo cual es bastante raro en un deporte de “tipos duros” como el futbol americano.
En OSV, el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, confirmó que Shula era un hombre íntegro. “Era disciplinado y tenía su vida en orden, y la misa diaria era parte de eso. Al hacer de la misa una prioridad, marcó una dirección para sus otras decisiones”.
Todos los días que había juego, cuando era entrenador en jefe de los Delfines, Shula organizaba una misa para los católicos y un servicio de oración cristiana para los no católicos. Y siempre incluía a la familia de los jugadores para que los acompañaran en la misa o en la oración previa al encuentro.
Su mayor logro es ser como era él
En la última etapa de su vida, como feligrés de San José (en Miami Beach), Shula estuvo muy involucrado en la vida parroquial. El padre Sosa dijo a OSV que a menudo asistía a eventos de recaudación de fondos para la Iglesia y la escuela donde él y su esposa habían establecido un fondo de becas.
“No se detuvo en sus logros”, aclaró el padre Sosa. “No es lo que hizo, sino quién era: un hombre sencillo, sin pretensiones y siempre dispuesto a ayudar a los demás. Pudo tener todos los trofeos que tú quieras, pero lo que era él fue lo que lo hizo tan significativo “.
El funeral de Shula fue en una misa privada en la Iglesia de San José, seguido de un entierro en el cementerio de Nuestra Señora de la Misericordia en Doral, Florida. Habrá un servicio conmemorativo público en una fecha posterior.