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Esta es la verdad que te hace vivir con satisfacción

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Carlos Padilla Esteban - publicado el 11/05/20
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“Yo soy el camino y la verdad y la vida”, dice Jesús. ¿Quieres que lo sea para ti? Si crees harás milagros

“Yo soy el camino y la verdad y la vida”

Jesús me invita a seguirlo a Él. Él es el camino, la verdad y la vida. Si lo conozco a Él conozco al Padre.

Pero yo no me lo acabo de creer. No lo tengo tan claro. Lo conozco, pero no veo siempre a ese Padre misericordioso que me espera a la puerta de la casa, al final de mi camino. 

Sigo mis propios caminos. Bebo la vida de otras fuentes. Busco la verdad en otros lugares.

Me dice que Él es mi única verdad, la verdad de mi vida, pero yo creo más las verdades que otros me muestran. Creo más en otros caminos posibles. Creo más en otras vidas.

No lo sé hacer bien. Tanto tiempo a su lado y no acabo de creérmelo y Jesús me lo dice claramente:

Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que Yo hago, y aun mayores”.

Las obras que Él hace. Obras de misericordia, de amor extremo. Milagros con mis manos, con mi voz. Obras mayores que muestren su gloria, no la mía.

Me gustaría hacer grandes obras con su poder. El mundo necesita la conversión. Necesita una razón para seguir esperando.

Es lo que yo deseo en el fondo de mi alma. Que Jesús venga a mí y me muestre su rostro. Tanto tiempo con Él y aún no lo conozco.

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Da Vinci – Public Domain

Y si no lo conozco es que no lo amo y no le quiero como Él me quiere. Me duele ser tan mediocre.

En 1989 tuvo lugar la segunda Jornada mundial de la Juventud fuera de Roma. Fue en Santiago de Compostela.


JMJ 1997
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Y el lema fue precisamente esta afirmación de Jesús. Me conmovió aquel encuentro. Yo ya había dado mi sí a la vocación e iniciaba mi camino al año siguiente.

Ese verano en Santiago esas palabras se grabaron en mi alma. Yo quería que Él fuera siempre mi verdad, mi camino, mi vida, pero a veces me olvido de ese deseo.

Él es la verdad de mi vida, es el espejo en el que me veo como soy en mi pobreza. Y en ese espejo veo que Jesús ama mi mediocridad. Y me conmuevo.

Esa verdad es amada, besada, abrazada. Y yo que me siento tan débil, tan pobre en mis dones y talentos, en mi verdad… Pero Él me besa y acepta como soy.

Jesús es mi camino. Tantas veces me he desviado. He tomado atajos. He burlado las señales que me mostraban una dirección.

Me olvido con frecuencia que estando en Él mis pasos son seguros y nunca me desvío de la senda, porque Él mismo es el camino que yo piso.

Y mientras esté atado a Él no hay problema. Decía Sor Verónica, fundadora de Iesu Comunio:

Déjate hacer, déjate acompañar. Obediencia para avanzar en el camino sin jamás mirar atrás”.

Jesús me pide que sea fiel al camino emprendido. Tal vez sea fácil empezarlo. Pero ser fiel al camino marcado durante toda la vida es una audacia que sólo es posible con la gracia de Dios.

Es un milagro. Para poder caminar necesito que Él sea mi fuente, mi alimento. Él es la vida en abundancia. Me hace vivir satisfecho a su lado. Es lo que más deseo.

Deseo vivir intensamente mi vida. Sueño con más horas de las que tiene el día. Incluso ahora en la pandemia, o tal vez ahora más, me falta tiempo.

Quiero hacerlo todo y se me pasan los días tan rápidamente… Quiero que Él sea el motivo por el que vivo. La razón que mueve mis pasos. El sentido que me lleva a levantarme con alegría cada mañana.

Esas palabras vuelven a resonar en mi corazón. ¿De verdad es Jesús mi camino, mi verdad y mi vida?

¿De verdad está Él al comienzo y al final de mi día? ¿Está presente como una realidad en todas mis decisiones? Es lo que deseo.

Quiero conocerlo. Quiero seguirlo siempre. Sólo así podré alimentar con mi amor a los que caminan conmigo.



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