El padre Andrés Esteban López puso en marcha los “Rosarios de la esperanza” para rezar por los enfermos que no podía visitar durante la pandemia. Pero este inquieto e insistente sacerdote ha conseguido lo que pretendía: entrar en el hospitalComenzaba el mes de abril y el padre Andrés Esteban López, párroco de la Sagrada Familia, situada en el corazón de uno de los barrios populares de la Ciudad de México, el barrio de Portales, ponía en marcha, junto con otros sacerdotes de su misma parroquia y fieles católicos, los rosarios de la esperanza.
Ante la imposibilidad de penetrar en los hospitales públicos para atender espiritualmente a los enfermos contagiados por el Covid-19, el padre López decidió “adoptar” enfermos, enfermeras, camilleros, personal de limpieza y de vigilancia y rezar a la distancia las cuatro coronas completas del Rosario por cada uno de ellos.
La iniciativa fue acogida con fervor por cientos de fieles que rezaban los misterios gozosos por un doctor o una doctora; los misterios luminosos por un enfermero o una enfermera; los misterios dolorosos por los agonizantes y los misterios gloriosos por un miembro del personal de limpieza y de vigilancia de los hospitales.
La finalidad de esta campaña de oración es que la Virgen entre “donde nosotros no podemos entrar” y consuele “a quienes están sufriendo”. Pero el padre López es insistente y quería él también entrar en el hospital.
A fuerza de insistir, el padre López logró doblegar la negativa de las autoridades de salud y la de los directivos del Hospital General de México, el hospital más grande de América Latina, y tras tocar puertas por casi un mes, finalmente obtuvo el permiso para rezar personalmente con enfermos en estado crítico.
Quedarse a bordo
Los “Rosarios de la esperanza” surgieron cuando el padre López fue a confesar a una mujer que había sido contagiada del virus. La mujer logró recuperarse de la enfermedad pero el sacerdote pensó que habría muchas personas graves, aisladas, en los hospitales, y no tendrían quién las acompañara en la recta final de su vida.
También quería acercarse a los médicos. Ya se lo había dicho al periódico Desde la Fe: “Muchos médicos están sufriendo realmente, tienen miedo; pero ellos no tienen más opción que estar ahí, y la gran mayoría son verdaderamente valientes, porque aún a riesgo de contagio, han decidido quedarse a bordo del barco”.
Al penetrar en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital General, este sacerdote de 35 años cumplió su deseo más profundo: acompañar a los agonizantes con la bendición, los santos óleos, la oración y la misericordia de Dios mediante la absolución de sus pecados, y acompañar también al personal sanitario que los atiende.
Así describe lo describe El País: “Oró un momento en silencio y pasó a la siguiente habitación. Los médicos y enfermeras se paralizaron por un instante y se le quedaron viendo. Como si le dijeran: ‘¿Y este hombre qué hace aquí? Todo mundo quiere salir de aquí, pero usted quiere entrar’”.
Y remata el relato con este párrafo: “Y entonces empezó a predicar. ‘Para que termine esta pandemia, te rogamos, óyenos’. Las oraciones de(l padre) López pedían la salvación de los agonizantes. El eterno descanso para los fieles difuntos. Fe y fortaleza para el personal sanitario. Y la sensación de incomodidad y el miedo se esfumaron”.
Un signo de esperanza
Con tres minutos por paciente para administrar la Extremaunción y la Absolución, el padre López se empieza a convertir en una figura conocida entre los médicos y algunos enfermos que todavía siguen con vida en Terapia Intensiva. También de los familiares que esperan afuera noticias.
“Tal vez no podamos remediar toda la amargura por esta pandemia, pero quizá podamos dar un signo de esperanza”, dijo a El País el padre López que, junto con otros dos sacerdotes jóvenes de la Sagrada Familia, ha llevado a los enfermos mensajes de familiares en botellas de agua o en rollos de papel higiénico.
Y para quienes quieran “adoptar” a la distancia a una de las personas inscriptas en el rosario de la esperanza, el padre López ha escrito la siguiente intención:
“Oh Jesús, por tu amor, por la conversión de los pecadores, por la salvación de las almas, te ofrezco este santo Rosario, y, hoy particularmente, lo ofrezco por aquella persona que está agonizando para que en compañía de la Virgen María seas tu quien reciba su alma en el momento de su muerte. Te ofrezco este santo rosario por los médicos, enfermeros, enfermeras, sacerdotes, religiosas y por todo el personal que trabaja en los hospitales cuidando a los enfermos. Recibe Jesús este Rosario de Esperanza y sálvanos.”