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El secreto de Dios mejor guardado y soñado

iglesia oculta
Carlos Padilla Esteban - publicado el 19/05/20

María, Virgen, Madre, Reina, Inmaculada, misericordia, servicio

Me gusta mirar a María y detenerme ante su imagen. Veo que ella, delante de mí, antes que cualquier otra cosa, es Madre. Quiero que me guarde como la pupila de sus ojos, como lo más querido. Hago mías las palabras de esa oración que rezaba el padre José Kentenich:

“Dios te salve, María, por tu pureza, conserva puros mi cuerpo y mi alma. Ábreme ampliamente tu corazón y el corazón de tu Hijo; dame almas, confíame a las personas y todo lo demás tómalo para ti”.

María lo había rescatado de su enfermedad, de su locura, de su abandono. Cuando no tenía nada más donde sostener sus pasos. Cuando ya todo estaba perdido.

En ese momento de desesperación apareció como Madre. Su madre salvando a su hijo. El rostro de una madre es el primer rostro que él guardó en su corazón.

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Boston Catholic | CC BY-ND 2.0

Estaban allí su madre Catalina, su abuela, su misma prima. Esas mujeres que fueron madres para él. Y luego, en la soledad del seminario, apareció su Madre. La que vino a buscarlo, a salvarlo.

Su Madre es hogar, casa, roca, lago, descanso, fuente. Y al mismo tiempo es Madre que educa. No sólo me acoge, logra que cambie, que mejore. Ella educa mi carácter. Cambia mi alma.

Así lo hizo con el Padre Kentenich, así lo hizo con los jóvenes que llegaron al Santuario de Schoenstatt. Desde allí, desde su seno de Madre, educa los corazones de sus hijos.

Para poder educar es necesario acoger antes como madre. Surge la confianza y es posible el cambio.

María confía en lo bueno que hay en mí. Cree en mí. Ve la belleza que yo no veo y me eleva por encima de mis límites infranqueables. Me hace soñar con las alturas. Me muestra ideales que hacen arder mi alma.

María me educa en el amor. Es quizás mi gran tarea. La labor de toda mi vida. Necesito aprender a amar. Me dejo amar por Ella para aprender a amar a los que pone en mi camino.

Me educa en mi carácter para que nunca me justifique a la hora de seguir luchando, creciendo. Me gusta pensar que María ha visto ya en su corazón a aquel que puedo llegar a ser.

Miro a María y la veo como Reina. Porque Ella tiene poder y yo no lo tengo. Ella gobierna mi vida y yo me siento tan débil… Si no fuera por Ella estaría perdido.

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Fred de Noyelle I Godong

Es Reina porque yo soy débil, hijo torpe, pequeño y desvalido. Por eso es posible esta alianza desproporcionada. A Ella parece no convenirle. Pero sí, porque me necesita. Ella tiene el poder y yo soy su dócil instrumento. Eso me gusta.

En mi impotencia puede hacer conmigo milagros. Ella, junto a su Hijo, porque es corredentora y logra lo imposible.

Ella permanece al pie de la cruz. Así aparece en la cruz de la unidad. Está recogiendo la sangre de Jesús en un cáliz. Está unida a Él para siempre.

La Cruz de la Unidad, la cruz de Schoenstatt – es

Public Domain

No se puede entender mi vínculo con Ella sin llegar al vínculo con Jesús. Es poderosa junto a su Hijo. María me muestra la misericordia de Dios.

María es misericordia. Salvó al Padre Kentenich en el momento en que estaba más perdido. Experimentó el amor misericordioso de Dios en María.

En esa misericordia todo tenía sentido. De esta forma era posible nadar en el mar de las misericordias de Dios. Así lo hizo toda su vida. El Padre Kentenich, para poder ver a Dios Padre misericordioso, tuvo que hacer su camino en el corazón de María.

“En los puntos en que recuerdo mis vivencias de padre o de hijo, debo decirme una y otra vez: así no, el Padre del cielo no es así, es justamente lo contrario, exactamente lo contrario. Recorro, pues, el camino inverso, parto de la idea hacia la vida”.

No tocó la misericordia en su padre humano. Pero sí la vivió en el corazón de María. Ella es el rostro de la misericordia de Dios en su vida. Eso lo salvó.

María es también niña. Eso me conmueve. Ella es la pureza de Dios. Niña Inmaculada, llena de gracia. Ella es atmósfera sagrada, huerto sellado, virginal integridad.

María es el secreto de Dios mejor guardado y soñado. Es el misterio infinito que se hace carne. Es la morada del altísimo. Es la cuna santa del niño Jesús.

María es servicio. Se pone al servicio del amor. Sirve la vida ajena. Cuida lo que ha sido consagrado en sus manos. No espera nada a cambio de lo que entrega. Sabe renunciar por amor. Es el amor más asimétrico que se conoce.

Nadie me ha amado nunca como Ella me ha amado. Me abraza.


MARY,BABY JESUS
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