Cómo superar los miedos de la depresión
Recuerdo muy bien una de las frases de Antonio en la primera entrevista: “He llegado a pensar que morir es fácil y vivir lo difícil”. Se encontraba en la negrura de su depresión.
Recién había quebrado en su modesto negocio y trataba de sobreponerse económicamente, sin un proyecto definido, cuando volvieron a su vida los viejos fantasmas de sus miedos. Miedos en su relación con las demás personas, por sucesos imprevisibles… por la mala suerte. Miedos que lo llevaban a la ira, al odio y al sufrimiento.
─No es justo, no es justo ─se decía a sí mismo─, sintiéndose dolorosamente endeble.
Existen quienes hablan del hambre o de la sed —prosiguió─, pero en realidad no las conocen, como las que puede llegar a vivir un náufrago perdido en el mar, sin remedio; lo mismo se puede decir de quienes hablan del dolor.
─Es verdad ─contesté─, pero me consta de enfermos terminales que murieron con gran dignidad, dándole pleno sentido a sus últimos días, por lo que no puedo dejar de admitir que las personas que se enfrentan con su destino, tienen siempre la posibilidad de conseguir algo por la vía del sufrimiento.
─Bueno, no soy enfermo terminal, pero sé que encajo en la figura del náufrago —dijo pensativo─.
─No, no estoy de acuerdo, porque podría usted verse como capitán de su barco en medio de una fuerte tormenta, donde puede desplegar todas sus habilidades para seguir adelante, desviar el rumbo, regresar a puerto o acercarse a la costa en busca de protección.
Naufraga quien pierde la libertad en responder a las posibilidades valiosas que siempre ofrece la realidad, aunque sea truncando planes o lográndolos a largo plazo, aunque impliquen dolor, carencias y mil contrariedades.
Después de varias sesiones…
Antonio se decidió por aceptar un modesto empleo, ajustar sus gastos familiares, vender su actual casa y comprar una más pequeña, entre otros cambios. Siempre con el apoyo incondicional de toda su familia, y la confianza de un futuro mejor.
Era nuevamente el capitán de su nave y no un náufrago.
También era el momento de enfrentar y conquistar sus miedos.
En su niñez, Antonio sufrió maltratos y carencias afectivas, por las que se sentía emocionalmente en el filo de la navaja; así, mientras crecía, para evitar castigos mintió, fingió, se volvió agresivo y desconfiado. Muchas veces escuchó que su destino era el fracaso, pues era torpe e inseguro, siendo por ello objeto de críticas y burlas.
Mas en su presente, nada de eso correspondía ya a su verdad como persona: era un buen esposo, buen padre, un buen trabajador. Contaba con las realidades necesarias para lograr la madurez y ser feliz.
Mas no lo lograba…
Como en tantas personas, el suyo era un complejo mundo interior llenos de desarreglos y necesidades inconscientes, por las traumáticas experiencias de su pasado a las que sumaba sus propios errores personales.
Por ello, era particularmente necesario que identificara aquellas emociones ligadas a su yo de niño, que inconscientemente actualizaba en su yo de adulto, con sentimientos y reacciones equivocadas, que lo hacían sentirse mal.
Se trataba de que, por ese camino, lograra modificaciones no solo en el manejo de las emociones o manifestaciones negativas de su conducta, sino cambios profundos en la forma de relacionarse consigo mismo, para cimentar desde ahí, sus relaciones con los demás.
Un ejemplo:
“No buscaré falsas excusas o justificaciones, aun cuando me haya equivocado en lo mucho o en lo poco”.
¿Por qué?: “Porque, si como todo ser humano me equivoco, tendré siempre la oportunidad de enmendar, pedir disculpas o perdón”.
¿Para qué?: “Porque solo así seré auténtico, y descansaré en mí mismo sin sentir temor”.
Aquí unos aspectos básicos de su terapia sobre el enfoque que le damos a los acontecimientos.
- Repetir constantemente lo que nos hace sufrir, hablar de ello a todas horas, no ayuda a solucionar nada, y solo se consigue que el dolor aumente.
- Anticipar dolores futuros, que no sabemos si llegarán o si los superaremos con facilidad, nos lleva a vivir apesadumbrados.
- La misma realidad, puede ser representada de diferentes maneras según cómo las miremos. Es por ello que los peores sufrimientos son aquellos a los que se les teme, por la forma en que nos los contamos a nosotros mismos.
- Se puede ser optimista sin cerrar los ojos a la realidad.
- Es importante vivir esperanzados, pues con el tiempo, los hechos y las personas adquirirán una relativa importancia.
- Sobre todo: la vida es bella.
Antonio entendió que el dolor forma parte de la vida, y que, el que más daño hace, es el que no se acepta. Por lo que es mejor aprender a nadar en su realidad antes de que el agua nos cubra por completo.
Y así conquistar nuevos y naturales temores.
Este testimonio donde el nombre del protagonista ha sido cambiado para respetar su intimidad surge de la experiencia adquirida en el consultorio de Aleteia al que puedes contactar en el caso de necesidad. Consúltanos en: consultorio@aleteia.org