Hay muchos relatos sobre cómo llegaron concretamente a Carolina del Norte, incluyendo uno que incluye el establecimiento de un asentamiento dominico español
Los caballos salvajes de Corolla, que frecuentan las cambiantes arenas de la cadena de islas de los Outer Banks, en Carolina del Norte (EE.UU.), son fantasmas de una edad remota.
Su presencia en este lugar está envuelta en misterio, ya que la historia de sus orígenes pereció con los capitanes y navíos que los transportaron una vez.
Los caballos, a los que llaman “banqueros” por los empinados bancos de tierra que apacientan, deambulan libres y poseen el espíritu amable y obediente de sus antepasados de hace unos 500 años.
Aunque la historia de su llegada a estas tierras sea un enigma, su linaje es claro. Dado que su estirpe se remonta a la Península Ibérica, con indicios de sangre árabe, son sin duda descendientes del emblemático mustang. Y muy convenientemente, ya que el nombre “mustang” se traduce aproximadamente como “bestia sin dueño”.
Se cree que los primeros caballos que descendieron del hemisferio occidental, después de 10.000 años de extinción, los trajo Cristóbal colón en su segundo viaje al Nuevo Mundo a la isla de La Española.
Los colonos del Nuevo Mundo, en su avance hacia tierras inexploradas, atesoraban al corcel como un activo inestimable en su búsqueda de los dominios y las riquezas que soñaban.
Las leyendas
Hay al menos tres relatos destacados sobre cómo los caballos recalaron en los Outer Banks. Derivan de escasos registros históricos, pero han resistido más de 500 años de escrutinio.
1Lucas Vázquez de Ayllón y sus cien caballos
Lucas Vázquez de Ayllón lo apostó todo y todo lo perdió… incluyendo su vida.
Vázquez de Ayllón fue un explorador, un personaje político y un propietario de plantaciones en La Española con estrechos vínculos con el rey Carlos I de España. Respaldó dos expediciones en el continente en busca del “paso Noroeste” y quedó prendado de los cuentos de extrañas tierras y gentes que le contó a su vuelta su capitán, Francisco Gordilla.
Logró un permiso de la Corona en 1523 que le otorgaba derechos para establecerse en las tierras a lo largo del litoral oriental. Invirtió todas sus riquezas, que eran considerables, e hipotecó su plantación para luego organizar una travesía que él mismo lideraría.
En 1526, reunió una flota de cinco embarcaciones, más de 650 hombres y mujeres y enormes provisiones para mantener el nuevo asentamiento; incluyendo 100 caballos. ¿El razonamiento? Disponer de una manada que “se reproduciría y sostendría por sí misma…”.
Entre los colonos había dos frailes dominicos, fray Antonio de Montesinos O.P. y fray Antonio de Servates O.P. Se disponían a establecer una iglesia y monasterio en el nuevo asentamiento. Fray Montesinos fue un defensor de los derechos de los pueblos indígenas y se le considera un predecesor de quienes proclamaron la dignidad de toda vida humana.
En un caluroso día de mediados de julio en Puerto Plata, (el venerable) fray Bartolomé de las Casas bendijo la flota antes de su partida.
El buque insignia Capitana, más La Chorruca, El Bretón, Santa Catalina y La Trinidad zarparon hacia el norte. La Capitana naufragó al acercarse a las islas de barrera, perdiendo todo su valioso cargamento.
Después de semanas buscando una ubicación apropiada, establecieron la colonia San Miguel de Gualdape, de corta vida. El nombre derivaba de la tribu guale que vivía allí y del arcángel san Miguel, cuya fiesta coincidió con el día del su asentamiento.
Dados la falta de provisiones, el clima excepcionalmente frío y las tensas relaciones con la tribu, el asentamiento no sobrevivió mucho tiempo.
Vázquez de Ayllón murió en los brazos de fray Montesinos en octubre de 1526 debido a una enfermedad desconocida, sellando así el destino de la colonia.
Solo 150 de los 650 colonos regresarían con vida a La Española.
El cuerpo de Vázquez de Ayllón se perdió en el mar cuando el buque que lo transportaba sucumbió al oleaje.
El relato teoriza que los caballos quedaron atrás… una manada lo bastante capaz de “reproducirse y sostenerse por sí misma”.
2Sir Richard Grenville y la colonia perdida
Sir Richard fue uno de los primeros capitanes ingleses en liderar un intento de establecer un asentamiento permanente en el continente americano. En 1585, comandó una flota de siete barcos con más de 500 colonos con destino a la isla de Roanoke, en los Outer Banks. Este sería el primero de dos intentos infructuosos de colonizar este lugar. La expedición estaba bajo los auspicios de los estatutos constituidos por sir Walter Raleigh, a quien, entre otras cosas, se le atribuye la introducción del tabaco en el Reino Unido.
El 9 de abril de 1585, el buque insignia Tyger en concierto con los navíos Elizabeth I, Dorothy, Red Lion, Roebuck y dos pinazas, se echaron a la mar.
El terrible viaje pasaba por el golfo de Vizcaya hasta Mosquetal, en la costa sur de San Juan Bautista (Puerto Rico, en la actualidad). Tras solo unos pocos días de navegación, una tormenta los arrasó en la costa de Portugal, separando el Tyger y tragándose una pinaza.
Los buques Elizabeth y Tyger terminaron por reunirse y continuaron adelante hacia el norte, para encontrarse con los Roebuck, Red Lion y Dorothy ya en la proximidad de los Outer Banks.
Las bitácoras indican que la flota recaló en La Española, donde comerciaron con los españoles y donde, posiblemente, se hicieran con varios mustang y piezas de ganado.
Su aproximación a la isla de Roanoke fue tan dramática como su partida de Inglaterra. El Tyger impactó contra un banco de arena al encarar su atraque y por poco naufraga, pero perdió todo su valioso cargamento y provisiones, una llegada no muy diferente de la de Vázquez de Ayllón.
A pesar de los mejores esfuerzos de los colonos, el primer intento para crear un asentamiento permanente estaba condenado al fracaso.
Se especula que este podría ser el origen de los caballos de Corolla, ya que la ubicación de la Colonia Perdida está solo a unos pocos kilómetros de Corolla. Sería probable que los colonos dejaran atrás los caballos cuando abandonaron la colonia.
3El cementerio del Atlántico
La Corriente del Golfo es una corriente cálida y cambiante en el Océano Atlántico que se origina cerca del golfo de México. En su camino hacia el norte pasa por cabo Hatteras antes de girar hacia el este en dirección a Europa.
El descubrimiento de esta corriente de 5 nudos de velocidad permitió a los navíos un rápido regreso a Europa.
Sin embargo, estos beneficios de la ruta no venían sin peligros. Bajo los relucientes mares, los bancos de arena siempre cambiantes de los Outer Banks se cobraron las vidas de innumerables marineros y sus buques cargados con tesoros del Nuevo Mundo.
Cuando los buques se iban a pique, arrojaban su carga frenéticamente por la borda en un intento por sobrevivir. Entre ese cargamento se incluía cualquier tipo de ganado que pudieran estar transportando, y los caballos liberados por la borda podrían haber nadado hasta las islas de barrera.
La duda habitual que hace flaquear esta teoría cuestiona que los navíos con destino a Europa tuvieran necesidad o deseo alguno de cargar con ganado. Bajo cubierta, el espacio era escaso y valioso. Los animales grandes eran notoriamente difíciles de embarcar y Europa no tenía necesidad de más caballos.
El legado
El misterio de la llegada de los caballos continúa hoy día, mientras vagan libres por los Outer Banks. Son un testimonio viviente de la Era de los Descubrimientos, un tiempo en que la imaginación europea se embargaba con sueños de tierras distantes y tesoros ocultos.
Mientras los debates se enconan en torno a cuál fue el primer asentamiento permanente, quizás la perspectiva no apunte en la dirección correcta. Quizás la respuesta vaya al galope por las costas de los Outer Banks.
Quizás no fue el hombre, sino su fiel compañero, el humilde caballo, el que estableció el primer asentamiento permanente en el Nuevo Mundo.
Quienes dispongan de vehículos con tracción a las cuatro ruedas pueden echar un vistazo a los regios “banqueros” de la playa de Corolla en los Outer Banks. Para quienes no tengan, hay muchos turoperadores que les acercarán a las mejores vistas del lugar y además les ofrecerán un poco de historia local.
Para más información, accede a Visit Currituck.