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Un padre en bancarrota por la pandemia

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El afecto es clave para una buena convivencia familiar y es un bien de primera necesidad para quien está sufriendo en una situación tan complicada con las generadas por la covid-19.

El otro día, María, una señora con la que he estado trabajando desde hace unos meses, me decía lo siguiente:

”Estos días de confinamiento han sido duros en muchos aspectos: José, mi marido es autónomo y se ha quedado sin trabajo, ha pasado de ir al 200% a ir a 0% . Como consecuencia de este parón, José ha estado inmerso en una profunda tristeza, no nos hablaba, dormía mal, parecía como ausente en casa….

Entretanto mis hijos adolescentes no entendían nada, veían a su padre taciturno, sin comunicarse. Ellos se refugiaban en sus estudios y en sus videollamadas. Casi no querían salir de las habitaciones. Yo me sentía frustrada, teletrabajando, telecocinando y con un genio que no me aguantaba ni yo.

Aún así, creo que, con todos los dramas que íbamos conociendo de amigos y conocidos sobre la enfermedad, nos dábamos cuenta de que éramos unos afortunados, teníamos lo más importante: salud y nos teníamos a nosotros, nuestra familia.

Un día – me contaba María- , mis hijos y yo nos propusimos  dar un giro a nuestro fin de semana, decidimos que para poder dar un toque de color a nuestro confinamiento íbamos a tener una cena temática, en casa, claro.

Nuestros hijos diseñaron el menú, cada plato era de un país, así que una vez supimos qué países eran los protagonistas de la cena, cada uno se vestiría del país que hubiera elegido, así todos los platos estarían amenizados por la vestimenta.

Decidimos que después del aplauso de las 20.00, cada uno fuera a vestirse, así a las 21.00 estábamos todos listos y empezó nuestra velada.

Mi marido, que en su momento era un hombre muy atractivo pero que con el paso de los años se había descuidado un poco, se vistió de galán francés, acorde con el aperitivo de quesos que nos habían preparado los chicos.

Ellos por su parte se disfrazaron acorde a los otros platos que previamente habían diseñado: uno de chef también francés, otro de mejicano y otros de cordobeses. ¡Imagínate el plato…! -proseguía María con gracia al hablar.

Este contraste de vestimentas y de platos permitió que por una vez en mucho tiempo toda la familia nos echáramos unas risas, disfrutáramos de una velada estupenda que se extendió hasta altas horas de la noche en la que acabamos jugando a juegos muy entretenidos diseñados por los hijos y muy acordes con temas de actualidad”.

Una gran enseñanza

La experiencia contada por María nos muestra cómo pensar en el otro, cuidar el aspecto personal por ti mismo y para el otro, y hacer disfrutar con pequeños detalles a los demás son las claves para que una convivencia en familia.

Esta familia se encuentra en una situación para nada sencilla. El confinamiento podía haber terminado muy mal para todos ellos. Sin embargo esta iniciativa hizo que el ambiente familiar cambiara completamente. Con esta cena todos han experimentado cómo poniendo amor donde hay angustia, desánimo y tristeza, la familia sale fortalecida.

El afecto es clave para una buena convivencia familiar y es un bien de primera necesidad para quien está sufriendo en una situación tan complicada con las generadas por esta pandemia.

María y José recuerdan aquella cena temática como ese momento que les permitió saber que, si uno está bien, puede hacer disfrutar también a los demás. Fue un precioso momento para reflexionar y mirar hacia dentro. 

A veces podemos ser presos de nuestros miedos, de nuestras incertidumbres, de nuestras angustias, pero cuando tu familia es un equipo, este es un equipo de élite en el que todos suman. Y aunque cada uno tiene sus tiempos, el pensar en los demás y procurar poner tu granito de arena en esa convivencia hace, que las dificultades si son compartidas, sean menos pesadas de llevar.

Comparto la historia de María porque me parece que es una historia que nos ha podido pasar a todos, pero donde la sencillez en la forma de afrontar los problemas, el ingenio para salir de la rutina y sobre todo el cariño ha hecho que esta familia siga caminando junta, a pesar de los pesares.

José todavía no ha podido volver al trabajo, con lo que eso conlleva a nivel económico y de frustración personal. Toca aceptar la realidad que tenemos delante. Pero también ha visto que es en su familia donde verdaderamente puede refugiarse, porque es ahí donde le quieren no por lo que tiene sino por lo que es: José, el hombre, el esposo, el padre.

María también se ha relajado un poco y ahora es José quien más animado, cocina y va a la compra, está ocupado en la logística familiar y empieza a reciclarse leyendo y estudiando para adaptarse a lo que pueda ocurrir en el futuro.

Estoy convencida de que esta familia va a salir fortalecida de esta crisis porque tiene muy claro qué es lo verdaderamente importante, cuáles son sus valores y cómo sus piezas se mueven como un engranaje perfecto.

Mercedes Honrubia Gª de la Noceda es directora del Instituto Coincidir

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