Toda ser viviente de la Tierra se conecta de alguna u otra forma a ellos, así que o tomamos conciencia o tendremos grandes problemas en un futuro no muy lejano
Durante el confinamiento, he escuchado y leído a muchas personas diciendo que desearían mucho poder volver a la playa. ¿Pero te imaginas que la brisa marina huela a químicos o que todo el mar esté cubierto de plástico flotando?
Este 8 de junio se celebra el Día Mundial de los Océanos (decretado por la Asamblea General de las Naciones Unidas con miras a proteger el medio ambiente) y cada día es más importante que todos pongamos nuestro granito de arena para mantenerlos limpios para nuestro disfrute y, más importante, nuestra propia supervivencia.
Informarse
Bien dice el dicho que es mejor prevenir que lamentar. Es necesario estar enterados de la situación actual de los océanos tan importante en la regulación del clima del planeta. Es importante saber que sufren contaminación de todo tipo: ambiental, acústica, vertidos de productos tóxicos, plásticos.
¿Sabías en en los océanos se acumulan tantos plásticos que existen ellos auténticas islas de basura? ¿Sabías que los ruidos provocado por el intenso tráfico marítimo son tan fuertes debajo del agua que podrían matar a parte de su fauna? Busca información en Internet de páginas confiables, lee algún libro y/o mira algún documental en televisión o algún servicio de streaming que te instruya sobre este complejo tema y te invite a tomar acciones desde el conocimiento.
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El Papa Francisco también está preocupado por la situación de los océanos. Por eso, el año pasado difundió esta infografía que resumen muy bien los problemas que les afectan y el desafío que se nos plantea.
Reducir el consumo de plástico
Probablemente ya has escuchado esto muchas veces, pero cuando se trata de cuidar los océanos, es doblemente importante. Se estima que alrededor de 8 millones de toneladas de plástico terminan allí cada año. El daño a la flora y la fauna marina, y a la calidad del agua es incalculable.
En este problema, no son solo responsables las grandes industrias. El comportamiento que cada ser humano repercute también en la salud de nuestros océanos. El consumo individual de plástico es exagerado: bolsas, pajillas, envases de almacenamiento y un largo etcétera. Ahora durante la pandemia por coronavirus, el consumo de plástico se ha incrementado muchísimo, tal y como explica en este artículo María José Fuenteálamo.
Revisa tu hogar y busca la manera de ir poco a poco disminuyendo el consumo de plástico, sobre todo el de un solo uso. Por ejemplo, compra pajillas de acero inoxidable que se puedan lavar; en lugar de recipientes de plásticos, opta por unos de vidrio o bambú (cuidando que este último sea realmente ecológico); y trata de buscar un servicio que haga recarga de tus productos de limpieza con los envases que ya tienes en lugar de seguir comprando más y más botellas.
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Cuidado con lo que tiras
Si viste la película Buscando a Nemo, sabes que lo que tiras por el inodoro, tu lavamanos y tu fregadero puede terminar en el océano. Motas de algodón, productos químicos nocivos, aceite vegetal, hilo dental, toallitas húmedas, arena para gatos y pintura son algunos de los elementos más dañinos que, a diario, lanzamos a los océanos creyendo que se “degradarán” y no es así. Es preferible utilizar el cesto de la basura regular.
Consumo responsable
Saber comprar responsablemente no sólo tiene que ver con el presupuesto. También es importante investigar sobre las empresas que hacen los productos que consumes: sus valores, sus prácticas ambientales y los ingredientes o materiales que utilizan.
En el caso de la moda, evita accesorios que son hechos con explotación marina: como el carey real (que viene de una especie de tortuga) o los corales.
En el caso de la comida, particularmente cuando de productos del mar se trata, busca cómo realizan la pesca y si los animales son criados de una forma ética en la que se proteja su ecosistema. ¡A leer las etiquetas (sobre todo la letra chiquita) y preguntar a nuestros proveedores!
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Reduce tu huella de carbono
Quizá pienses que esto sólo perturba la contaminación del aire, pero también tiene un impacto significativo en los océanos porque reduce los efectos del cambio climático que afecta a tantas especies por el cambio de temperatura del agua, por ejemplo.
Comprar bombillas de bajo consumo y usar más las escaleras que los ascensores son dos cosas sencillas que puedes hacer. Asimismo, cuando termine el confinamiento y puedas volver a realizar deportes acuáticos o tomar un crucero, trata de buscar siempre la opción más eco-amigable.
¿Sabías que los océanos absorben alrededor del 30% del dióxido de carbono producido por los humanos? ¿O que más de la mitad del oxígeno que respiramos es gracias a los océanos?
Voluntariado
No necesariamente tienes que unirte a un grupo de ecologistas, si vives cerca de una playa, puedes armar un grupo con tus amigos y/o vecinos y cada cierto tiempo ir a recoger la basura que otros lamentablemente dejan (una actividad en la que, incluso, puedes aplicar el distanciamiento social). Si no tienes tiempo o un océano cerca, también puedes hacer un donativo (previa investigación) a fundaciones educacionales o grupos de conservacionistas.
Transmite
Comparte los conocimientos adquiridos y tus ideas con familiares, amigos y colegas (en estos tiempos, puede ser digitalmente). Esto es un trabajo en equipo y sólo se podrán hacer cambios significativos si todos ponemos de nuestra parte. ¡Conviértete en un agente de cambio! Especialmente para los católicos, el agua tiene un simbolismo sumamente importante. Es sinónimo de purificación. Es a través del agua (bendita) que nos convertimos oficialmente en hijos de Dios. ¿Cómo no vamos a cuidarla?