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La emocionante carta de fin de curso de una maestra a sus alumnos

TEACHER KIDS
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Valentina Pelliccia - publicado el 15/06/20
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“Sus niños” terminan la educación primaria, marcada este año por la pandemia y la enseñanza a distancia. Una maestra italiana, Antonella, escribió a sus alumnos estas bellas palabras que nos pueden servir a todosQueridos niños y niñas,

Nuestra hermosa escuela primaria ha terminado. Han pasado cinco años donde han crecido y han adquirido las habilidades para el próximo ciclo escolar: la escuela secundaria, la tan esperada.

Es una tradición que la maestra escriba una carta de “fin de curso” a sus alumnos. Sinceramente, este año no me apetece hacerlo, porque no me gusta esta idea de “final”: fin del año escolar, fin del ciclo de primaria, fin de las clases, de los encuentros en el aula real y del aula virtual por Meet.

No me gusta esto, no puedo negarlo. Es que no va conmigo. Así que he pensado que no la escribiré sobre este “final”, sino para decirles lo que pienso y que llevo en el corazón sobre ustedes.

Saben que la maestra nunca hizo algo contra su parecer o en lo que no creyera firmemente – bien cabezota es la maestra –, y por esto tampoco lo haré ahora, porque no creo que la escuela pueda terminar jamás.

Sí, la escuela real, la de las charlas de historia, la de los viajes de geografía, la de los experimentos de ciencias, la de las rimas divertidas inventadas para jugar con el idioma, la de las tablas cantadas, gritadas y olvidadas en seguida, la de los colores de Monet, Renoir, Van Gogh, la de la búsqueda del sentido de todo, la de las risas y las riñas, la de las normas olvidadas y la de los castigos, la de las situaciones graciosas, la de la búsqueda del bien y del mal, de lo verdadero y de lo falso, del hombre y la mujer auténticos… Esa escuela real que hemos vivido juntos, les digo, no acabará nunca.

Me pueden decir: “Maestra, pero si ya no nos veremos en septiembre, iremos a otros colegios e institutos y asistiremos a otras clases.¿Cómo es posible que algo no termine y no empiece otra cosa? Lo decía en clase, que para todo hay un límite. ¿Qué nos está diciendo ahora?”

Se lo explico: Les estoy hablando de lo que se esconde detrás de todo, lo que hemos vivido y aprendido juntos, de esta escuela les estoy hablando. De la actitud auténtica hacia el mundo, la vida, las personas, esto no termina nunca. La apertura de espíritu que han aprendido permanecerá en ustedes conjugada siempre en presente del indicativo. Deberán ser fuertes y no dejar que nadie se la robe.

No se resignen a la mediocridad de las costumbres, a las formas de actuar de algunos, aunque sean muchos.

Busquen siempre su originalidad. Prosigan en el camino del descubrimiento de ustedes mismos, pues es el viaje más fascinante que pueden emprender y que nunca terminará, no porque no encuentren el camino, sino porque ustedes están hechos de infinito, y nunca podrán dar su viaje por concluido.

En nuestra aula nunca fuimos prisioneros de las paredes que nos rodeaban y acogían.  Nunca estuvimos realmente dentro de un edificio, porque estábamos demasiado concentrados en conocer y sentir emociones. Estábamos demasiado ocupados en vivir, como los cuerpos celestes viajando en el universo.

Recuerden que cada uno de ustedes es especial por lo que es. No es verdad que tengan que correr para ocupar los primeros puestos en todas partes, cada uno tiene que encontrar su lugar en la vida y comprometerse a ser feliz y a hacer felices a los demás.

La vida no es una carrera, sino un largo paseo, durante el que se deben disfrutar los paisajes que se encuentran, buscar otros nuevos y saber compartirlos con otras personas, entablando con ellas largas conversaciones.

La vida es un tiempo maravilloso que se nos da y que hay que saborear junto a las personas que se encuentran junto al camino, porque de cada una de ellas aprendemos algo. Algunas, espero muchísimas, les harán entender qué es el amor, y otras en cambio qué significa afrontar los obstáculos, pero ustedes deberán dar las gracias a ambas, porque las primeras les harán entrar en lo profundo de ustedes mismos atravesando el camino de la ternura, las otras les ayudarán a descubrir que tienen dentro unas capacidades y una fuerza interior que no creían tener para superar los obstáculos que les pongan delante.

Den gracias siempre por todo, porque todo puede ser transformado por ustedes en el bien si realmente lo quieren. Nunca se olviden de soñar, porque los sueños, esos en los que de verdad se cree, se realizan.

También yo cuando tenía su edad tenía un sueño: deseaba ser una maestra siempre con los libros y los alumnos, porque quería alguien con quien compartir el asombro por las cosas maravillosas que el saber nos ofrece. Y mi sueño se ha realizado cuando me hice “mayor”, pero nunca imaginé que la realidad sería más bella que mi sueño: porque ustedes son mejores que cualquier sueño.

Una vez, mientras les miraba jugar en el patio, Myriam descubrió que estaba rezando, y a pesar de que venía para pedirme algo, me dijo que no quería molestarme. Les digo esto, niños, porque es verdad, la maestra ha rezado por cada uno de ustedes. No puedo creer que sea la “casualidad” la que nos hizo encontrarnos, sino la Providencia, y a esa Providencia le pido que vele continuamente por ustedes.

Les he hablado mucho de Dios, pero lo hice para que comprendieran sobre todo una cosa: para que las cosas pequeñas, o las partes de un todo, tengan sentido, es necesario que haya un todo, el Sentido y Dios es el sentido de este todo.

Les he hablado siempre así, un poco como si fueran grandes y un poco como los pequeños que son. Por eso algunas frases de esta carta pueden resultarles difíciles, pero consérvenla y vuelvan a leerla cada vez que sientan el deseo de hacerlo, y verán que cada vez la comprenderán más, porque la maestra está hablando al hombre y a la mujer que son y que llegarán a ser.

Les dejo esta verdad que he comprendido en mi vida y que guardo en mi corazón: Deseen siempre el bien en todo momento, sobre todo cuando implique desventajas, y no dejen a nadie atrás. Ayuden a quien se encuentre en dificultad, pónganse en el lado del débil, sobre todo si ven que está sufriendo una injusticia, porque, aunque no sea fácil de afrontar, habrán ganado honor para ustedes.

Hace cinco años hicimos la elección correcta, decidimos acogernos y querernos, y esto será para siempre. Les deseo un feliz camino escolar, yo quedaré siempre en sus recuerdos, como ustedes en los míos. Y cuando quieran, cuando lo deseen, me encontrarán siempre, y verán que la maestra, a pesar del tiempo, les acogerá y les hará sentirse queridos, igual que cuando estábamos en clase.

Esta carta es para ustedes, desde lo más profundo de mi corazón.

Su maestra Antonella

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