El estado de emergencia producido por la COVID-19 ha provocado cambios en la vida familiar. Ellos, los papás, explican el crecimiento personal que han experimentado.Albert Botines es representante de futbolistas. Es CEO y fundador de la empresa Goal Management, que lleva a jugadores como Héctor Bellerín (lateral derecho del Arsenal), André Onana (portero del Ajax), Deulofeu (delantero del Watford en la Premier League inglesa) o Pau López (portero de la Roma).
Vive en Lleida, a 150 kilómetros de Barcelona, su aeropuerto de referencia. Su trabajo habitualmente lo sitúa en cualquier punto de Europa. “Viajo continuamente. Cada semana -explica- suelo hacer entre 2 y 3 vuelos, y lo combino con el tren y el coche”.
“Pasé de golpe al teletrabajo”
La declaración del estado de emergencia en España el pasado 14 de marzo le cambió los ritmos y la ubicación. “Tuve que pasar de golpe al teletrabajo. Mi esposa, Anna Xandri, es la directora del departamento de comunicación de Goal Management. En casa tenemos la oficina de la empresa, en un espacio bastante aislado. Antes yo solía estar un día a la semana en la oficina pero de repente todo el trabajo se concentró ahí, sin posibilidad de salir”.
Desde el 13 de marzo, en los tres meses de confinamiento, “he tenido que hacer todas las gestiones desde casa”, dice. “Hemos tenido que cerrar operaciones por internet, recoger firmas digitales…”.
“Nunca había estado tanto en casa”
“Nunca había estado tanto en casa”, confiesa. “El día es ahora un contínuo de vídeollamadas por Meet, Zoom, Skype…”.
Albert y Anna son padres de 4 niños, que tienen 9, 7, 5 y 1 año recién cumplido.
Para él, el confinamiento ha sido “una ocasión para hacer cosas nuevas con ellos: los deberes, las ‘excursiones’ por los alrededores de casa (bosque incluido), los biberones a la peque…”.
Un balance muy positivo
“Me ha ido bien”, dice. “Ha supuesto un parón del estrés que había en mi vida y me ha dado la oportunidad de tener tiempo para la familia y atenderlos mejor”.
Al estar en casa, Albert y Ana decidieron que él asumiría funciones que hasta este momento eran impensables. Él se encarga de despertar a los niños, “a las 8 desayunamos, entre las 10 y la 1 tienen clase por vídeo, pongo la mesa, comemos, después vemos una peli, hacemos juegos de mesa o vamos a la piscina”.
La cocina, una novedad
“La novedad que he incorporado en la cuarentena ha sido hacer la compra y cocinar“, añade.
Con los niños sin cole
Para Anna la cuarentena también impuso cambios. “A ella -cuenta Albert- el estado de emergencia le ha perjudicado más profesionalmente. Aunque Anna trabaja normalmente desde casa, no es lo mismo ahora que tenemos a los niños sin colegio presencial y hay que estar pendiente contínuamente de ellos. Para ella el confinamiento ha obligado a más horas de dedicación a los niños en casa y menos horas para la empresa en comparación con las que dedicaba antes”. A pesar de eso, “el balance es muy positivo para todos, no me cabe duda”.
“Los sábados, toca limpieza”
Antón Arana San Sebastián es vicedecano de Ordenación Académica en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Vive en Bilbao.
En casa son cuatro: su esposa y dos hijos mayores, universitarios, de 20 y 23 años.
Antón pasó de la noche a la mañana a trabajar en casa. “No nos habían avisado y el viernes 13 de marzo los alumnos habían dejado todas sus pertenencias en las aulas. De repente, en el fin de semana se dio la orden de que la Universidad quedaba cerrada y ya no se podía acceder a ella. Eso comportó ajustes, nervios, muchos interrogantes entre los alumnos y los profesores. Ha habido que ir sacando el material imprescindible como podíamos”.
Atendiendo a los alumnos desde casa
“Los profesores tuvimos que activarnos en la docencia no presencial, preparar las clases de otro modo, atender al alumnado a distancia… Sin duda ha supuesto más trabajo por parte de todos”. Con su mesa, su ordenador y sus libros, pasa la jornada pegado a un muro de vidrio que aporta luz natural para trabajar.
“De las comidas me sigo encargando yo”
La esposa de Antón trabaja en banca y “ya antes nos repartíamos las tareas del hogar, también con los hijos. Pero semanalmente una persona venía a casa y hacía la limpieza. Con el estado de emergencia, dejó de venir y lo asumimos entre todos como otra tarea a repartir, los sábados”. “Pero de las comidas me sigo encargando yo, como hacía ya antes”, afirma.
“No tendremos que esperar a ser abuelos para vivir un tiempo así con las niñas”
Jonne Ziengs y Cristina Abillá se casaron hace 7 años. Tienen 3 hijas de 5 y 4 años, y de 5 meses.
Él es director comercial de ADP, empresa de recursos humanos orientada al mercado inglés. Su horario habitual es de 8.00 a 17.00-17.30 horas. Cristina también trabaja fuera del hogar. Es directora de Ordenación Académica en la escuela de Diseño LCI Barcelona.
Hasta el día en que cerraron los colegios en España, Jonne llevaba a las niñas al colegio dos días a la semana y una tarde se encargaba de recogerlas. El resto de días lo hacía Cristina. En las tareas de la casa, una empleada les ayudaba diariamente.
Una decisión de pareja: en el confinamiento no se plancha
“El confinamiento no permitió que la empleada siguiera trabajando, así que hemos compartido las tareas: lavadoras, fregar, limpiar los baños, el salón, hacer las camas…”. Cristina apostilla: “Hubo un acuerdo especial para todo el confinamiento: decidimos que no íbamos a planchar, porque a ninguno de los dos nos gusta. Ya bastante cambio suponía todo, así que optamos por facilitarnos las cosas al máximo“. Acuerdo de pareja.
En cuanto a la cocina, Cristina se encargó de las comidas “porque me gusta controlar un pedacito de lo que hago en la casa, y la cocina se me da. Incluso he podido probar nuevas recetas“. Jonne, que habitualmente almorzaba fuera de casa, se encarga ahora de recoger la mesa y fregar los platos.
“Con la bebé, la conexión es muy grande”
Este papá afirma que se encuentra “más dedicado a las niñas. Cuando nació Olivia, la segunda, viajaba mucho y casi no tuve tiempo de estar con ellas. En cambio esta vez, con la bebé, Sofía, la conexión es muy grande“.
Jonne y Cristina creen que el confinamiento les ha aportado una experiencia de pareja muy enriquecedora. “Cuando trabajas fuera de casa, digamos que ese trabajo -explica Cristina- de alguna manera se lleva tus mejores horas, en las que más rindes. Llegas a casa y es hora de baños, cenas y a dormir. En cambio ahora hemos disfrutado más a las niñas“.
“Por suerte -añade- yo estuve de baja de maternidad hasta el 18 de mayo. Desde entonces, primero teletrabajé y desde hace poco voy dos veces por semana a la sede del trabajo mientras que el resto lo hago desde casa”.
Biberones a la peque
“Jonne ha conocido más a sus hijas. Las ha bañado, ha dado biberones a la peque…”.
La oficina en casa
En cuanto al trabajo de él, el matrimonio disponía de un espacio con mesa de trabajo en su habitación. “La teníamos ahí pero la empleábamos poco, mientras que ahora sirve totalmente de oficina. Lo acondicionamos un poco más, compramos una impresora y una plastificadora”.
“La familia es una empresa y el CEO eres tú”
“Ha sido un trabajo en equipo formidable“, aseguran. “Nos hemos coordinado genial, incluso a veces cuando nos cruzamos por el pasillo, chocamos las palmas”, añade Cristina, quien matiza que “no tiene que parecer que todo es fácil. Una familia no es flower power, es mucho trabajo, pero tranquilos que al final las cosas salen“.
Para Jonne y Cristina, “la familia es una empresa y el CEO eres tú”. “Según como lo miras -dicen- la cuarentena en casa es un lujo que nunca habríamos imaginado”. “No vamos a tener que esperar a ser abuelos con los nietos en casa para disfrutar de un tiempo así“, concluye ella. Y es que, en su caso, Sofía “es un bebé disfrutado por todos, como no nos había ocurrido antes”.
Para ellos no poder salir de casa ha sido un reto “pero no especialmente difícil. En algunas parejas, uno esperaba a que el otro fuera a tirar la basura para descansar. A nosotros no nos ha ocurrido, la verdad”, dice Cristina. “Nos faltaba poder salir, sí, a caminar un buen rato, pero buscas alternativas. Y creo que vale la pena poner un poco de esfuerzo en hablarse“.
“¿A quién le das lo mejor de tu vida?”
Jonne y Cristina proponen que los matrimonios con hijos, como ellos, “se cuiden” y se hagan a menudo la pregunta: “¿A quién le das lo mejor de tu vida?”. Visto así, el confinamiento les ha ayudado a conseguir “que el hogar sea el lugar al que te apetezca volver cada día”.