El santo muestra que los períodos forzados de aislamiento social pueden convertirse en experiencias espirituales de contemplación, oración y reflexiónLa cuarentena está resultando un momento difícil para muchos de nosotros. Pero los períodos forzados de aislamiento de la sociedad pueden convertirse en experiencias espirituales de contemplación, oración y reflexión. Incluso san Francisco de Asís, en el apogeo de su misión, encontró tiempo para un retiro del mundo en busca de reflexión y meditación.
Nacido en 1181 en Italia, san Francisco de Asís es uno de los santos católicos más queridos de todos los tiempos. Sin embargo, quizás no muchos saben que llegó a un punto en su vida en el que tuvo que retirarse temporalmente de su éxito como predicador y buscar la soledad, la oración y la reflexión.
En la década de 1220, san Francisco viajó a Tierra Santa, donde los cruzados luchaban contra las tropas musulmanas. Allí se reunió con el sultán de Egipto, Malek-el-Kamel, para discutir el conflicto interreligioso y la búsqueda compartida de la paz. Esta reunión ha sido considerada como un ejemplo de diálogo interreligioso hasta el día de hoy.
Cuando Francisco regresó a Venecia, después de un largo viaje por mar a bordo de un buque de carga, estaba en el apogeo de su fama como predicador. Miles fueron inspirados por su invitación a renunciar a las posesiones mundanas y vivir una vida de penitencia, amor fraternal y paz.
A su llegada a Venecia, cientos de creyentes se reunieron para encontrarse con él. Pero Francisco se dio cuenta de que primero necesitaba un momento de silencio, reflexión y oración antes de regresar a su misión mundana. Gracias a un pequeño bote de remos, se dirigió a una pequeña isla dentro de la Laguna de Venecia, ubicada entre las islas de Burano y Sant’Eramo, ahora conocida como “San Francisco del desierto”.
Como relató San Buenaventura de Bagnoregio en la biografía de San Francisco, el santo se encontró con una multitud de pájaros cantores y una fuerte sensación de silencio.
Después de algunas semanas de reflexión entre los cipreses y pinos de la isla, Francisco regresó a tierra firme y regresó a Asís, hogar de una floreciente comunidad de frailes que había fundado.
Inspirado por la santa visita, el propietario de la isla, Jacopo Michiel, regaló la tierra a su nuevo orden. Cinco años después, los monjes franciscanos colocaron la primera piedra de un monasterio que todavía se usa hoy en día. Durante el siglo XV, un brote violento de malaria llevó al abandono de la isla durante 20 años, tiempo durante el cual se ganó el nombre de “San Francisco del desierto”.
Durante la era napoleónica, los frailes tuvieron que partir una vez más para hacer espacio para un puesto militar avanzado. Desde entonces han regresado y aún se ocupan del monasterio del siglo XIII, sus obras de arte y sus jardines enclaustrados. Hoy, es un escape digno de las multitudes de Venecia. Se puede llegar en barco / taxi privado desde la cercana isla de Burano por unos 10 euros.
El monasterio de San Francisco del Desierto está abierto para visitas todos los días, excepto los lunes, de 9 a 11 a.m. y de 3 a 5 p.m. Para organizar períodos cortos de retiro espiritual, puede contactar a: sfdeserto@libero.it