No es un fenómeno reducido a los libros de historia, sino que sigue presente y causa torturas y asesinatos
Tres mujeres fueron torturadas en el distrito de Mendi, capital de la provincia de Southern Highlands (Papua-Nueva Guinea) con la acusación de “sanguma” (brujería en Nueva Guinea). Consiguieron escapar y se salvaron. Se trata de un hecho que se está dando con relativa periodicidad y que ha hecho saltar todas las alarmas. Sólo en la misma provincia 76 mujeres fueron torturadas y golpeadas, consiguiendo salvarse del linchamiento en el último momento.
Los misioneros y misioneras están denunciando la situación y la Iglesia sale en defensa de estas mujeres acusadas de “brujería”: “Las tres mujeres se están recuperando de la tortura física, pero el trauma que han sufrido está lejos de ser curado”, explica a L’Osservatore Romano la hermana Lorena Jenal.
Lorena Jenal es una misionera franciscana suiza, que se encarga de acoger y proteger a las mujeres acusadas de brujería desde hace más de treinta años y que muestra su trabajo en el periódico vaticano: “Muchas mujeres han sido torturadas y asesinadas en pueblos remotos de la provincia, pero a menudo las familias permanecen en silencio por temor a represalias”.
“Es el deber moral de todos proteger a sus madres y hermanas y luchar contra los problemas y las supersticiones vinculadas a la brujería”, expresa la hermana Jenal, que trabaja en la próxima apertura de una “Casa de la Esperanza”, dedicada a las víctimas de la violencia, donde las mujeres pueden ir, recibiendo atención médica, acogida y protección.
La Iglesia está trabajando en acompañar a estas personas y defenderlas de estas acusaciones. El obispo de Mendi, Monseñor Donald Francis Lippert, fraile capuchino muestra el camino: “Acompañar a las personas a conocer y tener una relación personal con Cristo”, dice, “es la manera de afirmar y promover la dignidad inalienable de la persona humana”.