Tras meses de teletrabajo por culpa de la pandemia son muchos los que ahora vuelven a sus puestos físicos. Un tiempo de adaptación que requiere nuevos hábitos, mucha comunicación, alegría y cuidar a los demás.
Poco a poco se comienza a regresar al lugar de trabajo. Si bien algunos pueden estar muy animados por salir de casa e incorporarse nuevamente, hay personas que todavía están algo ansiosas en hacer la transición hacia el espacio físico. ¿Cómo seguir estando seguros después de lo que para muchos han sido varias semanas o meses en casa?
Cuando se declaró la pandemia, tuvimos que adaptarnos a una nueva realidad. Sin mucha experiencia y sin saber lo que iba a ocurrir, montamos oficinas en nuestros hogares. Fue un salto hacia lo desconocido. Nuestra mente sabía que ese paso implicaría un esfuerzo para adoptar una nueva dinámica de trabajo con nuevas reglas y sin mucho margen de tiempo.
Ahora nos toca afrontar otro cambio. Regresar al trabajo es algo que nuestra mente registra como algo familiar. Almacenamos recuerdos e información de lo que era para nosotros lo habitual de nuestro día en ese ambiente determinado y con ciertas rutinas. Sin embargo, las cosas han cambiado y este regreso no será exactamente hacia lo que conocíamos antes.
Es muy posible que durante un tiempo uno se sienta desorientado y perdido al estar expuesto a nuevos procedimientos y situaciones que asimilar: qué ruta tomar, dónde aparcar, tomarse la temperatura, dónde ubicar tu escritorio, cómo será la distancia física, tomar el café solo, desinfectar superficies.
El objetivo es tener una transición más amena, minimizar el estrés y adaptarse lo más rápido posible. Para eso podemos tener en cuenta algunos aspectos sencillos que nos ayuden a prepararnos mejor para nuestro regreso a la oficina o lugar de trabajo.
Adapta tu cerebro a la rutina profesional
Una recomendación útil es incorporar aquellos hábitos mentales y físicos que nos predisponen al tipo de vida laboral, como por ejemplo levantarnos más temprano e irnos a acostar a un mismo horario todos los días. De este modo le vamos comunicando a nuestro cuerpo y a nuestra mente que eso es lo habitual.
Según la neurociencia, el cerebro es reticente a los cambios durante la etapa adulta. Se activa en modo de supervivencia con el que elige ir por caminos con los que ya está familiarizado para mitigar el riesgo. Por eso es útil aportar un ambiente adecuado para acompañar los cambios haciendo que se concentre en lo que necesita para recibir lo novedoso.
Atiende a los malestares
Volver al espacio de trabajo y comenzar a interactuar con otras personas puede generar cierta ansiedad al principio. En ese caso es bueno poder hablar con alguien para poder vivir mejor esa transición. Puede ser un jefe, colega, alguien de recursos humanos o invertir en un psicólogo o terapeuta. Muchas empresas cuentan con este tipo de apoyo para sus empleados.
La ansiedad mal gestionada no solo afecta a la salud, sino también al trabajo en sí. Todos podemos sentir malestar por ejemplo si nos aferramos de manera acérrima a los protocolos mientras otros no los cumplen, o si nos olvidamos de seguirlos. Cualquiera sea la forma que puedas tomar el malestar que estás sintiendo, es importante reconocerlo y no dejarlo pasar.
Ten una actitud abierta
Las reglas son nuevas y puede que incluso estas cambien con el tiempo. Habrá mucha prueba y error hasta que se logre llegar a la mejor manera de trabajar dependiendo el rubro y el tipo de trabajo, cantidad de empleados, etc. Habrá mucho que decidir sobre la marcha y por eso es importante tener una mente abierta, y que al final ayudará a buscar vías para mejorar.
No te frustres rápidamente si al principio muchos se equivocan mientras estamos aprendiendo una dinámica que genera tensión interior o no es natural. Tampoco podemos exigirle a nuestros jefes que lo sepan todo. Queremos cuidado y productividad, pero lograr eso requiere de una apertura en equipo donde contemos con cierta flexibilidad.
Sé una fuente de alegría
Una de las mejores formas de facilitar la transición es encontrar formas de mejorarla para los demás. Inicia conversaciones que contagien alegría entre tus colegas. Verás que puedes tomar con humor muchas cosas y valorar otras pequeñas por las cuales sentirte agradecido. Cuando ocurra algo gracioso o inspirador que pueda dar un sentido nuevo al trabajo, compártelo.
Tampoco no hay que dejar los abrazos o los choques de manos de manera definitiva, sino buscar otras formas de tenerlos. Ir recuperando aquellos aspectos que eran componentes en nuestra rutina, pero expresarlos con creatividad de otro modo. Esto será más fácil para un espíritu alegre.
Cuida tu higiene personal
Es muy probable que algunas recomendaciones de higiene personal que se alentaron durante el confinamiento, continúen aplicándose dentro del espacio de trabajo como por ejemplo lavarse las manos con mayor frecuencia, especialmente al usar equipos de oficina compartidos, y evitar tocarse la cara durante el día.
Si bien habrá personal encargado de hacer la limpieza, es posible que también uno tenga que tener un rol más activo en este sentido y ser considerado con los demás al limpiar regularmente el escritorio, el teclado y monitor con un paño antibacterial, lavar utensilios antes de usarlos en la cocina y llevar consigo algún gel de mano.
Amplía los canales de comunicación
La transición no será exactamente igual para todos, aunque estemos en la misma oficina. Tendremos mejores días que otros y tendremos que apoyarnos. Una comunicación más activa para la gestión emocional del equipo puede hacer una diferencia para ir analizando si se está a gusto o cómodo y cuáles son las sensaciones e ideas que fluyen con los cambios.
También es probable que mucha de la comunicación continúe siendo virtual. Las reuniones cara a cara con clientes, socios y colegas estarán fuera de la agenda durante el resto de este año en muchos sitios y requerirá de un esfuerzo adicional para estar conectados y mantener un buen diálogo entre todos.
Cuida las relaciones con los demás
Posiblemente uno de los aspectos más difíciles será el de cumplir con las medidas de distanciamiento en la oficina, sobretodo en áreas compartidas como cocinas, baños y comedores. Muestra comprensión ante esto. El ser humano se revela. No es que no creamos en el virus o no queramos ser obedientes, pero nos resistimos naturalmente a la distancia.
El miedo hace que seamos menos empáticos y nos enfoquemos en la supervivencia. Por eso será muy importante que no perdamos la capacidad de conexión social aunque físicamente estemos separados. Podemos ser cariñosos sin que haya distancia emocional. Ten presente a los compañeros que siguen trabajando virtualmente para que no se sientan excluidos.
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