La doctora Poggiali cuenta cómo vivió los peores días de la pandemia del coronavirus. No solo medicamentos y carreras contra el tiempo para salvar la vida de las personas enfermas de coronavirus, sino mucha humanidad. Es lo que surge del video realizado por “Medicina y persona” con ocasión del “Encuentro de Rimini 2020 Edición Especial”.
Entre los testimonios recogidos en el video, está la historia de la doctora Federica Poggiali, médico de “Medicina de Alta Intensidad” ahora se centra en la “Medicina Covid”, con especialistas de diversas competencias en el hospital Niguarda de Milán.
La doctora cuenta: “A inicios de marzo fui catapultada a una de las salas Covid que habían sido preparadas. Una mañana, después de vestirme, entré en la habitación de un paciente, y le pedí que me mostrara la lengua. Él me dijo que no porque “no tenía cepillo de dientes”.
En ese momento entendí que los enfermos internados en el hospital, venían casi a la fuerza, eran puestos en aislamiento y ningún pariente podía ir a visitarlos. Por lo que se encontraban asustados, desprovistos de todo y en dificultad”.
La propuesta al supermercado
En ese momento surge una humanidad que cambia la vida del médico y el paciente. “Al final del turno decidí ir a hacer la compra y comprar cepillos de dientes, pasta de dientes, cuchillas de afeitar y todo lo que necesitaban los pacientes. Entendí que la necesidad era muy superior respecto a mis recursos y tuve una intuición. Pregunté al servicio de atención a clientes si podían regalar kits para los pacientes y la respuesta fue positiva”.
400 kit regalados a los pacientes
Federica se da cuenta que es “parte de un pueblo”. “No sabía – continúa – cómo llevar todo ese material al hospital. A través de mi cuñado que trabaja en administración, me puse en contacto con el servicio de suministros del hospital, que a su vez se puso en contacto con el supermercado. De esta manera llegaron los 400 kits para los pacientes”.
Del miedo a morir al bien recibido
Al día siguiente, “cuando visité al paciente y le ayudé a lavarse los dientes, a poner la pasta de dientes en el cepillo – añade la doctora – vi otra expresión en su rostro, dio un vuelco. Pasó del miedo a morir a otro nivel: el del bien que recibió a través de ese pequeño gesto”.
“Ya no era una lucha contra el virus”
Pero esta bondad “no termina ahí”. La cadena de solidaridad se multiplicó. Llegaron a la administración cajas con cepillos de dientes, toallitas, y pasta de dientes, donados por el mismo personal del hospital. “Ya no era una lucha contra el virus, sino la conmoción frente a lo humano”.
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