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Leen libros por teléfono a los abuelos y así no se sienten solos

Juan Sobrino leyendo para alguien al otro lado del teléfono.

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Dolors Massot - publicado el 23/10/20 - actualizado el 30/11/22
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Juan Sobrino, bibliotecario, activó un voluntariado para atender a ancianos confinados a causa de la pandemia. Ahí sigue, leyendo y no dejando que nadie se sienta solo

Juan Sobrino consiguió la plaza de bibliotecario de Soto del Real (Madrid, España) en 2006. Había estudiado Historia y un máster en Biblioteconomía y Documentación, y pensó que en una población de cerca de 9.000 habitantes, la biblioteca debía ser un activo.

En estos años ha puesto en marcha numerosas actividades y, efectivamente, la biblioteca ha pasado de ser un lugar en el que los niños se limitaban a hacer los deberes escolares, a convertirse en un punto de conexión entre personas de todas las generaciones.

Ahora hay actividades de fomento de la lectura, cafés filosóficos, cuentacuentos, representaciones teatrales, recitales de poesía... Los adolescentes -un público que suele apartarse de las bibliotecas- disfrutan con la actividad de bibliotubers, vídeos en los que un joven recomienda una lectura.

En las estanterías de la biblioteca, los libros van incluyendo en el lomo un código QR y así el visitante puede escanear el código y ver al instante la recomendación del bibliotuber.

Juan, que ahora tiene 51 años, vio que la labor de la biblioteca avanzaba pero quiso dar un paso más para llegar a la población que más lo necesitaba: los ancianos. En Soto del Real no son pocos, puesto que hay tres residencias y un centro de día. ¿Cómo hacer para llegar a ellos?

Hacer más fácil la lectura a los mayores

Dotó la biblioteca de libros con letra grande, audiolibros... todo lo que facilita la lectura a los mayores. Y no solo eso: un grupo de voluntarios -de todas las edades- visitaba mensualmente a los ancianos de las residencias.

Con la llegada de la pandemia, la Comunidad de Madrid fue una zona especialmente azotada por el coronavirus y se procedió al cierre de las residencias para que los ancianos quedaran protegidos del contagio. Eso frenó en seco las visitas. Y lo mismo ocurrió con el proyecto de lectura para los presos de la cárcel Madrid 5, de Soto del Real.

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La videollamada permite a los abuelos conectar con el exterior y conversar con los voluntarios que les leen.

Juan pensó entonces que había que articular un modo de seguir en contacto con los ancianos y presos. En cuanto a los presos no pudo ser, por las medidas de seguridad que se imponen en la cárcel. Pero sí había opciones con las residencias: el teléfono y las vídeollamadas fueron la clave.

Voluntarios que leen por teléfono

"Lo que veníamos haciendo desde 2015, se ha ampliado. Hay un grupo de voluntarios que llaman por teléfono a las personas mayores y les leen: Delibes, García Lorca... También les proponemos acertijos, refranes, curiosidades de etimología... Es estimulante para su memoria y para conectar con el exterior", dice Juan.

"Si antes se hacía una vez al mes, ahora se hace una vez por semana y a lo largo de todos los días, porque nos adaptamos al horario de cada residencia y a las posibilidades de voluntarios y ancianos".

Con la pandemia en un punto de más apertura, la labor de Juan y los voluntarios sigue adelante.

"Se les da alegría y calor humano"

La videollamada y la conversación telefónica se han convertido en un imprescindible en la vida de los mayores: "Se crea una relación de compañía, se les da alegría y calor humano", explica Juan. "La llamada es de unos 20 minutos en principio, pero realmente se establece una conversación con el anciano, se le pregunta cómo está, cómo se encuentra, y a partir de ahí cada día es distinto".

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La alegría y la calidez de la conversación llegan a las residencias en estos tiempos difíciles.

Los abuelos esperan con ilusión la llamada del voluntario. Y no solo eso: desde Soto del Real se atiende ya a abuelos de otros lugares tan dispares como Cádiz o Alicante. La lectura y la compañía interesan.

Perros que "escuchan"

Otro proyecto que ha implementado Juan es el taller "Leyendo con mi mejor amigo". Incluye la colaboración de perros adiestrados, que ayudan a motivar a los mayores o a niños con dificultades. ¿Cómo lo hacen? "El perro acompaña sentado tranquilamente, con la adiestradora a su lado, y reacciona o levanta la pata cuando el niño o el anciano se encalla con una palabra o deja de leer. La adiestradora se encarga de mediar para que sigan leyendo. Eso hace que se sientan animados a hacerlo".

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La adiestradora y el perro motivan a los ancianos en su lectura.

A los abuelos les gusta tanto esta actividad que también en pandemia, a través de las videollamadas, se pudo seguir haciendo esta lectura por medio de una tableta o del móvil.

La actividad de Juan Sobrino ha hecho que su labor reciba varios premios en los últimos años. "Es estimulante ver que desde la biblioteca se puede mejorar la vida de las personas", asegura.

Recientemente, Juan Sobrino grabó un Tedx Talk donde habla de esta maravillosa experiencia como bibliotecario:

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