Piden que los gobiernos renuncien a algunos aspectos de las reglas globales de propiedad intelectual para permitir la fabricación a gran escala“Sería triste si en la entrega de la vacuna (de la Covid-19) se diera prioridad a los más ricos o si esta vacuna pasara a ser propiedad de esta o aquella nación y ya no fuera para todos. Debe ser universal, para todos”, dijo el Papa Francisco en septiembre pasado, durante una audiencia con la Fundación Banco Farmacéutico de Italia.
En ese mismo tenor se acaba de pronunciar la organización Human Rights Watch (HRW) a través de un incisivo y bien documentado informe de 77 páginas llamado ‘Quien encuentre la vacuna debe compartirla’: Fortalecimiento de los derechos humanos y la transparencia en torno a las vacunas Covid-19.
HRW, una organización no gubernamental de carácter internacional con sede en Nueva York, señaló que los gobiernos deben maximizar el acceso a la vacuna a todas las personas, sin importar ricos o pobres, para, como dijo el Papa Francisco, “globalizar la cura” en lugar de “globalizar la indiferencia”.
Tres barreras a superar
India y Sudáfrica, dos países duramente golpeados por la primera ola del coronavirus, hicieron una propuesta que ahora apoya en su informe HRW: que los gobiernos renuncien a algunos aspectos de las reglas globales de propiedad intelectual (PI) para permitir la fabricación a gran escala y hacer que las vacunas sean asequibles para todos.
Sin embargo, el informe reconoce que para que todos los habitantes del planeta tengamos acceso equitativo a una vacuna segura y eficaz, se tiene que superar, principal pero no solamente tres barreras: transparencia, suministro y precio.
“Los gobiernos deben unirse con urgencia, ser transparentes y cooperar para compartir los beneficios de la investigación científica que financian para ayudar a la humanidad”, dijo Aruna Kashyap, asesora principal de derechos humanos y empresas de HRW y coautora del informe.
“Más de un millón de personas han muerto y se proyecta que otro millón morirá a finales de año. Los gobiernos deben utilizar sus poderes regulatorios y de financiación para garantizar que las ganancias corporativas no determinan quién puede recibir vacunas “, recalcó Kashyap.
Desarrollo y solidaridad
Desde el momento mismo que la Organización Mundial para la Salud (OMS) declaró el brote de coronavirus como pandemia, los proyectos de vacuna se han multiplicado en todo el planeta, provocando una de las pocas carreras desbocadas que tienen sentido en un mundo tan competitivo como el que vivimos.
“El acceso universal y equitativo a una vacuna Covid-19 segura y eficaz es fundamental para prevenir enfermedades graves y la muerte al tiempo que protege los medios de vida, hace que los niños regresen a la escuela y permite la recuperación económica”, resume HRW la importancia de encontrarla pronto.
Con fecha 19 de octubre, la última referencia en la que aporta datos, la OMS reconoce la existencia de 154 proyectos que ya han encontrado un candidato a vacuna y se encuentran en fase preclínica. Además, hay otros 44 que la han superado y están en fase clínica, con pruebas en humanos y de ellas, diez están en la fase 3, previa a su comercialización.
Si bien no lo expresa de esa manera tan clara, lo cierto es que el mundo, comenzando por los sobrevivientes de la enfermedad, está esperando una “vacuna popular”. De nuevo el Papa Francisco: “a nivel ético, si existe la posibilidad de tratar una enfermedad con un fármaco, este debe estar al alcance de todos, de lo contrario se crea una injusticia”.
Dinero público, intereses privados
El informe de HRW destacó el hecho de que los gobiernos están utilizando dinero público para financiar las vacunas contra la Covid-19 “a una escala sin precedentes”. El problema muy grave es que este gasto del dinero de la gente no ha venido aparejado con una política de transparencia.
Un grupo de expertos australianos acaba de estimar los donativos gubernamentales en 19,000 millones de dólares para la investigación, desarrollo, fabricación y distribución de la vacuna con Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Noruega y la Comisión Europea a la cabeza.
“No se puede combatir una pandemia mundial permitiendo que las vacunas financiadas con fondos públicos lleguen al mejor postor, al precio que establezcan las compañías farmacéuticas”, dijo Margaret Wurth, investigadora de HRW y coautora del informe. “Cuando se encuentra una vacuna segura y eficaz, debe estar disponible y ser asequible para todos, en todas partes”.
Desgraciadamente, en un planeta donde la solidaridad ha pasado a ser una pieza de museo, a todos les queda claro que “el que paga, manda”, aunque no sea con su dinero, sino con el dinero de los ciudadanos.