Por distintas razones, algunas personas pasarán este año la noche de Navidad en sus casas en petit comité o incluso solas.
A veces no es posible asistir a la misa del Gallo. Qué distinta la Nochebuena sin esa tradicional celebración que a menudo significa reencuentro familiar, con la Iglesia, villancicos por la calle...
¿Cómo mantener o incluso celebrar con más intensidad esta fiesta en unas circunstancias tan particulares?
Dicen que menos es más. Quizás renunciar a algunas costumbres pueda ayudar a centrarnos en lo esencial de este día: que Jesús nace.
Prepara tu casa y tu corazón
Podemos hacer más navideño nuestro hogar con elementos de siempre, como el belén, los villancicos, las velas y los adornos.
Y organizar una celebración en casa, con oraciones, cantos, salmos de la Liturgia de las Horas,... Aquí una propuesta para rezar, en soledad o en compañía, ante el pesebre.
Celebra con música, silencio y oración
Para empezar, un poco de silencio ayudará a preparar el corazón. Después puedes encender una vela mientras cantas un villancico que te guste, por ejemplo a modo de nana para el niño Jesús como Noche de paz:
En muchos hogares es tradición que el pequeño de la casa coloque esa noche en su pesebre la figurita del Niño Jesús, que hasta ese momento estaba ausente del Belén.
A continuación, puedes mirar la figurita del niño Jesús y rezar esta oración de san Juan XXIII:
Oh, dulce niño de Belén,
danos la comunión con toda nuestra alma
al profundo misterio de la Navidad.
Pon esta paz en el corazón de los hombres
que a veces buscan tanto,
y que sólo Tú puedes darles.
Ayúdalos a conocerse mejor,
y vivir fraternalmente como hijos del mismo Padre.
Descubre tu belleza para ellos,
Tu santidad, Tu pureza.
Despierta en sus corazones
amor y gratitud por tu infinita bondad.
Únenos a todos en Tu caridad
y danos tu paz celestial.
Amén
Salmo 112
Alabad, siervos del Señor, alabad del nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos.
Amén.
Cántico (Filipenses 2,6-11)
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Peticiones
Pequeño Jesús, que quisiste hacerte pequeño y nacer de una mujer siendo Dios, para rescatarnos y hacernos hijos. En ti empezamos a ver al Padre. A ti te pedimos con fe:
Por tu nacimiento, ayuda, Señor, a quienes has salvado.
Tú que al entrar en el mundo has inaugurado el tiempo nuevo anunciado por los profetas, haz que tu Iglesia se rejuvenezca siempre.
Tú que asumiste las debilidades de los hombres, sé luz para los ciegos, fuerza para los débiles, consuelo para los tristes.
Tú que naciste pobre y humilde, mira con amor a los pobres y dígnate consolarlos.
Tú que por tu nacimiento terreno anuncias a todos la alegría de una vida sin fin, alegra a los que están a punto de morir con la esperanza de un nacimiento eterno.
Tú que descendiste al mundo para que los hombres pudieran ascender al cielo, admite en tu gloria a todos los difuntos.
Añade espontáneamente tus peticiones a Jesús y reza un Padrenuestro.
Señor y Dios nuestro, que cada año nos alegras con la fiesta esperanzadora de nuestra redención: haz que así como ahora acogemos con alegría a tu Hijo como redentor, lo recibamos también confiados cuando venga como juez. Amén.
Y si te niegas a quedarte sin Misa del Gallo, aunque no es lo mismo, puedes seguir una transmisión en directo. Por ejemplo la que presidirá el papa Francisco en el Vaticano, y que ofreceremos en directo en Aleteia AQUÍ.