No tenía ni idea de que su santidad estaba transmitiendo una sensación de paz en su entorno, incluyendo a familiares y amigosMaría Montserrat Grases García (conocida afectuosamente como Montse) nació en Barcelona el 10 de julio de 1941. Montse era la segunda de nueve hijos y sus padres le enseñaron a amar a Dios y a confiar en Él. Su educación sacó a relucir un carácter natural, vivaz y espontáneo que se ganaba el afecto de todos.
Durante sus primeros años de vida, Montse sufrió de bronquitis y otros problemas respiratorios. Requería cuidados constantes, ya que los remedios de su época eran inefectivos.
Pareció mejorar por sí sola y, con tres años, su condición había mejorado enormemente. En octubre de 1946 ya pudo comenzar la escuela.
Montse hizo muchos amigos y le encantaban los deportes, el baile, la música y el teatro. Era el tipo de jovencita que despertaba una sonrisa en todos los que la conocían.
En búsqueda
Con 13 años, empezó a asistir a reuniones y actividades que fomentaban la formación cristiana. Su madre y padre eran miembros activos del Opus Dei desde 1952.
Animaron a su hija a unirse explicándole que le ayudaría a madurar espiritualmente y humanamente. Sin embargo, Montse no tenía claro si estaba preparada para comprometerse con el Opus Dei.
La joven Montse empezó el instituto en un centro de monjas en 1951. Luego continuó sus estudios en la Escuela Profesional para la Mujer.
En su tiempo libre, hacía con sus amigos frecuentes visitas a las zonas pobres de Barcelona para enseñar catequesis a niños, a quienes llevaban también dulces y otros regalos.
Montse continuó de forma aplicada sus estudios y manteniéndose físicamente activa. Jugaba al ping-pong, al tenis y al baloncesto. Llegó incluso a escalar montañas y recibió un premio por ganar una carrera en bicicleta.
En 1956, asistió a un retiro del Opus Dei. Tenía ya 15 años y sentía deseos de discernir si unirse o no al Opus Dei. Al final del retiro seguía sin estar segura y se embarcó en un periodo de oración y sacrificio para ayudarla a tomar la decisión.
Montse continuó rezando y buscando consejo a su alrededor. Entonces, el 24 de diciembre de 1957, finalmente escuchó la vocación de Dios para que se uniera al Opus Dei, así que buscó unirse a esta familia espiritual.
Desde aquel día en adelante realizó esfuerzos deliberados cada día para aspirar más alto en su vida espiritual y para avanzar en su búsqueda de alcanzar la santidad.
Por amor
Montse meditaba sobre la vida de Cristo y asistía a la adoración eucarística tanto como podía. También desarrolló una devoción profunda a la Virgen María.
Montse intentaba realizar sus rutinas diarias centrándose en hacerlas por amor en vez de por necesidad.
No tenía ni idea de que su santidad estaba transmitiendo una sensación de paz en su entorno, incluyendo a familiares y amigos. Pero eso es lo que pasa cuando alguien vive cerca de Dios.
En 1958, Montse fue con unos amigos a una estación de esquí de La Molina. Esquiando colina abajo, se cayó y lastimó una pierna. El dolor era tremendo y persistente, pero ella lo soportó con valentía y lo ofreció en sacrificio por las almas en el purgatorio.
El dolor empeoró y, después de varios meses, la llevaron a una clínica de la Cruz Roja para evaluarla. En junio de 1958, los médicos le diagnosticaron sarcoma de Ewing. Después de que le informaran de su enfermedad, escucharon a Montse cantar en su dormitorio:
“Cuando vivía tan feliz, sin pensar en el amor, querías que te amara y yo te amé apasionadamente. Y seguiré amándote incluso después de la muerte. Porque te amo con el alma, y el alma nunca muere”.
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¿Cuándo vienes a por mí?
María Montserrat Grases García murió el 26 de marzo de 1959. Era Jueves Santo y sólo tenía 17 años. Cuentan los testigos que intentó levantarse para mirar mejor una imagen de Nuestra Señora. Sus últimas palabras fueron: “¡Cuánto Te quiero! ¿Cuándo vienes a por mí?”.
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Muchas personas ofrecieron testimonio de su vida humilde y a la vez heroica y ejemplar. Su reputación sigue creciendo a día de hoy.
El 19 de abril de 2016, el papa Francisco confirmó que Montse había llevado una vida de virtud heroica y que era digna del título de Venerable. El siguiente paso en su camino de santidad es la beatificación.
Venerable Montse Grases García, por favor, reza por nosotros.
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