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Monseñor Argüello: Dios nos ha llamado a cambiar nuestros estilos de vida

LUIS ARGUELLO
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Alvaro Real - publicado el 23/12/20
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Aleteia habla con el portavoz de los obispos españoles, que explica donde ha estado Dios este 2020 y nos invita a vivir una Navidad más en profundidadMonseñor Luis Argüello es, además de obispo auxiliar de Valladolid, el secretario general y portavoz de los obispos en España. Aleteia ha querido hablar con él sobre la Navidad difícil a la que nos enfrentamos en 2020.

Un año de pandemia, coronavirus y restricciones donde, cómo él mismo explica “nos han llenado de sufrimiento, también de inquietud y de buscar la manera de hacer llegar la Buena Noticia de la Misericordia del Señor”.

LUIS ARGUELLO

Conferencia Episcopal Española

En este 2020 Dios nos ha hecho una llamada especial: “nos ha llamado a la conversión, nos ha llamado a la fraternidad, nos ha llamado a cambiar nuestros estilos de vida…”, explica monseñor Argüello que ofrece algunas claves para vivir esta Navidad 2020, Navidad del coronavirus, Navidad en pandemia.

En el último de los lugares

– No hay duda que la Navidad de este año no es una Navidad normal. María y José llegarían a Belén, una ciudad llena de restricciones. Año de Coronavirus ¿Dónde nacerá Jesús?

Jesús nació en un pesebre, que es el último de los últimos lugares, un lugar propio de animales, digamos. Ha venido a afirmar la dignidad sagrada del hombre, de la vida humana y lo hace desde ese último lugar. En ese sentido el celebrar ese acontecimiento, yo creo que es especialmente significativo para nosotros aquellos lugares que expresan los últimos lugares. Lugares donde las personas tienen que huir de su propia tierra, lugares de persecución o de muerte, o de conflicto; lugares de hospital en este año especialmente donde tantas personas se encontraban singularmente solas.


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El Señor nos ha llamado a algo en especial

– El año pasado Papa Francisco por estas fechas nos hablaba de la importancia del signo del pesebre, del significado y el valor del Belén. Y decía de forma profética: “Representamos el contexto del cielo estrellado en la oscuridad y el silencio de la noche. Este año 2020 ha sido un año de oscuridad. Añade el Papa: “incluso en esos instantes, Dios no nos deja solos”. ¿Dónde ha estado Dios este 2020?

Siempre tenemos una referencia para encontrar la presencia de Dios. Decimos donde dos o más se reúnen en su nombre… Ha habido en este año muchas experiencias de apoyo, de cuidado, de cercanía, de fraternidad, de solidaridad. También decimos que Dios ha estado en la Palabra, donde se anuncia que verdaderamente Él da la vida por nosotros, que es cercano, que es el Salvador.

Está en la Eucaristía, que muchas veces no la hemos podido celebrar, porque la situación es de confinamiento o de limitaciones de aforo y se ha expresado en el deseo de Eucaristía de tantas personas. El propio Jesús nos dice que le podemos reconocer en la Carne de los empobrecidos, de los enfermos, de aquellos que tienen dificultades para encontrar un sitio donde vivir.

Desde todos estos sitios el Señor se ha hecho presente y nos ha llamado a algo en especial. Nos ha llamado a la conversión, nos ha llamado a la fraternidad, nos ha llamado a cambiar nuestros estilos de vida… Nos ha llamado a saber reconocer en aquellos donde se expresa la necesidad de que Él reine y de que su reinado sea de verdad, de justicia y de paz.


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Llenos de sufrimiento e inquietud

– La Iglesia en el mundo, también la española ha sufrido mucho. Han fallecido algunos obispos, muchos sacerdotes, religiosos, religiosas y muchos fieles cristianos, muchísimos voluntarios en las parroquias… ¿Cómo han vivido los obispos españoles estos momentos? ¿Cómo se han vivido las restricciones más duras del confinamiento?

Evidentemente con dolor ante esa realidad recordada de la muerte de nuestras personas cercanas. También, a veces, con la impotencia de haber querido expresar en la soledad de las Unidades de Cuidados Intensivos de los hospitales o de habitaciones donde no era posible entrar. Poder haber llevado el consuelo del Señor y también la cercanía de una mano amiga. Precisamente, por estas circunstancias, las hemos vivido cayendo en la necesidad de buscar maneras de expresar esta anuncio, este anuncio que da salvación y que da esperanza, este anuncio de que nuestro Dios, precisamente desde la Cruz nos anuncia que es un Dios de vivos, que nos acoge, que tiene misericordia de nosotros.

Las restricciones duras del confinamiento, en la medida en que han puesto dificultades para poder expresar este Anuncio y esta cercanía, nos han llenado de sufrimiento, también de inquietud y de buscar la manera de hacer llegar la Buena Noticia de la Misericordia del Señor por otros cauces y otras maneras.


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¿Qué regalo nos puede pedir el Niño Dios este año?

– Marzo, Abril y Mayo de 2020 fueron meses muy duros. Ahora, casi sin pasar el duelo por la muerte de sus seres queridos, muchas familias vivirán la Navidad sin estos familiares fallecidos por COVID-19 y con la lejanía de tantos… ¿Cómo afrontar este tiempo?

Precisamente la Navidad es un tiempo adecuado para estas personas. De hecho, fijémonos en los nombres del niño que nace: Emmanuel, que significa Dios con nosotros, que viene a consolar todas las soledades, las que en estos días notamos porque vemos las sillas vacías, pero también esas otras soledades que llevamos en el corazón. Creo que precisamente la Navidad es para estas personas, que aunque tengan lágrimas en los ojos se encuentran con que el niño quiere asumir sus lágrimas y recibir de Él, el anuncio de un admirable intercambio. ¿Qué regalo nos puede pedir el Niño Dios este año? El regalo de nuestro sufrimiento, el regalo de nuestra impotencia, el regalo de nuestras lágrimas. ¿Qué es lo que quiere Él hacer?, decimos en la liturgia que Él realiza un admirable intercambio. Quiere ofreceros la esperanza, la compañía y la salvación que el hijo de Dios ha querido traer a la tierra.


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Repensar la vida parroquial en clave de protagonismo familiar

– Las restricciones al culto son un problema, también para la Misa del Gallo y otras celebraciones. han surgido muchas iniciativas online y ya se han creado muchas redes de convivencia y oración. ¿Podría ser una oportunidad para repensar la vida parroquial?

Yo creo que sí. De hecho la vida parroquial está llamada a una conversión pastoral. Así nos lo está pidiendo la Iglesia, el Papa Francisco y quizás en las iniciativas de este tiempo han alcanzado protagonismo especial las Iglesias domésticas. Las familias como Iglesia doméstica. A la hora de poder vivir la liturgia dominical o a la hora de poder vivir la oración en casa, el espíritu de acogida y cercanía a los vecinos. La familia adquiere una importancia grande en esta misma manera de repensar la vida de la parroquia. Ni que decir tiene que ha crecido también en nosotros el deseo y la práctica de vivir la comunión, expresada en las Redes Sociales, en las iniciativas que nos dan las nuevas tecnologías.

Expresada también en el dolor de no poder juntarnos, de no poder vivir de manera presencial la catequesis o los momentos formativos, litúrgicos, caritativos…

Desde ahí este repensar la vida parroquial en una clave de protagonismo familiar y de buscar nuevas maneras de comunión y de organizar esa misma comunión.


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Buscar el equilibrio en la profundidad, entre Navidad y navidades

– Durante un tiempo desde diversos sectores se hablaba de “Salvar la Navidad” haciendo alusión a la necesidad de compaginar la salud con la economía. La solución parecía encontrarse en el equilibrio. ¿Qué tiene que ver esta navidad del consumo con la Navidad cristiana?

La Navidad ha hecho posible la existencia de las navidades. Las navidades, como las formas culturales, que no son las mismas en todos los lugares del mundo de expresar este acontecimiento de la Navidad, pero que sí que tienen un factor común: Ante el gran regalo que nos hace Dios, queremos corresponder con la práctica del regalo de unos para con otros. Con el gran regalo que nos hace Dios, que es hacernos familia, familiares de Él, hijos en el hijo y familiares entre nosotros queremos expresar también la Navidad en las navidades de encuentros familiares.

Es verdad, tenemos que reconocer que a veces nos ha podido ocurrir que las navidades, que los regalos, que los encuentros han secuestrado la Navidad. En este sentido tenemos este año una oportunidad de buscar este equilibrio en la profundidad.

No es un equilibrio de buscar la equidistancia, sino que yo creo que el equilibrio verdadero se encuentra en la profundidad. Si vivimos de una manera más profunda, más honda, más verdadera la Navidad seguro que podemos recrear las navidades en la forma de vivir familiar y socialmente este tiempo de ofrecernos también regalos.

Todo esto tiene además una dimensión económica, de organizar nuestra vida en común en la dimensión económica que ésta tiene. Pero, reconozcamos que ha habido un riesgo, hemos caído en ese riesgo de que las navidades secuestren la Navidad y que podemos recrearlas desde una vivencia profunda de la Navidad.



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Acoger el regalo y ofrecernos a los demás

– ¿Y cómo podemos hacerlo los cristianos en lo concreto?¿Cómo podemos ser los cristianos combustible para esta llama que arde en la Navidad, que ilumina, que da esperanza?

Bueno, pues…siendo verdaderos en el testimonio de la celebración de la Navidad. Es decir dejando que sea verdaderamente el acontecimiento de acoger, en medio de los días más cortos del año, donde parece que las sombras van a tener más fuerza que la luz … dando testimonio de la alegría que nace de este gran acontecimiento que ha dividido la historia en dos: Antes y después del nacimiento de Cristo.

Lo importante es cómo lo testimoniemos. En nuestra sencilla vida familiar, en la relación con los vecinos, siendo familia de familias en las celebraciones navideñas, en las parroquias, en las diversas comunidades cristianas. Siendo don. En definitiva, si lo que acogemos es el gran don de Dios, su gran regalo, tenemos que formarnos conforme, valga la expresión al regalo que recibimos para ser también nosotros un regalo para los demás en la ofrenda de nuestro tiempo, de nuestros dones, de nuestras cualidades, de nuestros bienes… en favor de los demás.


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La reconciliación y el encuentro no se hacen desde la superficie

Este 2020 es un año de pandemia, pero también de cierta convulsión o crisis social, política…una cierta polarización. ¿Cuál es el lugar del cristiano en este mundo polarizado?

Acaba de decir el Papa Francisco en el discurso dirigido a su curia, a la curia romana que la Iglesia tiene que salirse de las polarizaciones que rigen en el mundo, de derechas, de izquierdas, de progresistas, de conservadores…que vivimos en la misma iglesia, para vivir una propuesta de encuentro, de reconciliación. Una propuesta de encuentro y de reconciliación que tiene que tener una referencia: la referencia de la Verdad, de la que queremos ser depositarios. En definitiva la gran palabra de la Navidad es gloria y gloria es el esplendor de la Verdad y también desde el bien al que somos convocados.

Estamos llamados a ser un signo de encuentro, de reconciliación, profundizando en la Verdad de la que somos depositarios y saliendo de nosotros mismos hacia el bien, el Amor que el Señor nos regala, nos otorga y al que también nos convoca. Desde ahí estamos llamado a ser testimonio de encuentro y por tanto… ministros todos, en general de la reconciliación y el encuentro con los demás que no se hace desde la superficie, sino desde la hondura, en la Verdad y el Bien que el niño Dios nos trae en el pesebre de Belén.

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