La esperanza se ha visto truncada, el obispo Aguirre pide oraciones por la República Centroafricana golpeada de nuevo por la violenciaFeliz Año Nuevo. Son las palabras más escuchadas en estos días. Estas son también las tres primeras palabras de Mons. Juan José Aguirre, obispo de Bangassou en el sureste de la República Centroafricana, a la Fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada.
No sería nada especial, si no fuera porque las dice justo un día después de que su ciudad haya sido tomada por grupos armados rebeldes y los combates continúen en varias partes de la ciudad.
Desea para otros lo que no han tenido ni él ni su pueblo, porque una coalición rebelde, que acusa al gobierno de haber manipulado las elecciones del 27 de diciembre, ha atacado varias ciudades en las últimas semanas y actualmente controla no sólo Bangassou, sino gran parte del país.
Dios estaba, pero dormido
Los soldados del gobierno aguantaron durante el 3 de enero múltiples ataques en la ciudad, hasta que el fuego cruzado los dejó sin munición y huyeron. “Dejándonos solos a mí y a mi gente, y Dios mudo a nuestro lado”.
Así lo siente el misionero que afirma, a pesar de todo no sentirse solo, aunque muchos han huido al Congo, país vecino del cual sólo los separa tan sólo un río. “En la noche más negra estabas, pero dormido”, le dice Mons. Aguirre a ese Dios silencioso, pero presente.
“Hemos pasado una noche tranquila aquí en la misión, en calma tensa, pero un tanque de la Misión Unidimensional Integrada de las Naciones Unidas para la Estabilización en la República Centroafricana (MINUSCA por sus siglas en francés) compuesta por soldados marroquíes ha estado en los alrededores”, añade el religioso comboniano de origen español.
La MINUSCA intenta tranquilizar los ánimos con sus patrullas, traslada a las fuerzas armadas, policías y fuerzas de seguridad del gobierno a su base a la espera de su evacuación.
Los más vulnerables, primeras víctimas
La gran preocupación de Monseñor Aguirre son los niños y los ancianos: “Ha habido niños heridos por balas perdidas”.
Niños que huían al Congo de las quemas y los ataques, pero a los que “una bala le ha caído como una espada de Damocles, sin saber de dónde venía. Hasta en su huida los ha alcanzado la violencia de los agresores”, denuncia el obispo.
Monseñor Aguirre espera que los nuevos “dueños y reyes” del lugar no se ensañen con la población.
Ya son muchos años de violencia, muerte y destrucción, de cambios de poder e intrigas para dominar un país muy rico en minerales y recursos, pero con una población totalmente hundida en la miseria.
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Misión: Poner ternura entre la violencia
Los nuevos “reyes” de Bangassou , que menciona el obispo, son una coalición rebelde antigubernamental llamada Coalición de Patriotas para el Cambio (CPC), compuesta por cinco señores de la guerra que llevan saqueando el país desde hace años.
Muchos de ellos son extranjeros del Níger, Chad o Sudán. Fiel a su misión, el sacerdote no entra en política, solo desea poder seguir llevando a cabo su misión: “¿Cómo poner una mirada de ternura entre tanta violencia?”
En la misión católica, uno de los pocos enclaves que aguanta a pesar de los embates y la violencia de los últimos días, han acogido niños huérfanos:
“Ellos son inocentes, los miras a los ojos y no saben nada de rebeldes, de mercenarios, de luchas de poder… Sólo oyen los tiros y las ráfagas y se asustan mucho”.
La misión también tiene una casa de acogida para ancianos en otra parte de la ciudad. Monseñor Aguirre está preocupado por la situación de estos 50 ancianos, muchos de ellos con demencia senil.
“Los más vulnerables pagan los platos rotos. Nuestros sacerdotes y religiosas siguen aquí, cada uno en su lugar, dándolo todo, viviendo junto a la gente estos momentos de zozobra”.
“Recen por la paz”
“Hay muchos traumas que hay que sanar. Cristo sufriente está detrás de cada uno de ellos. Recen por la paz, recen por nosotros y por mi pueblo”
Después de terribles guerras y luchas entre el gobierno y múltiples grupos de milicianos y mercenarios entre 2013 y 2019 con masacres, violaciones y saqueos a la población civil, la República Centroafricana parecía empezar a encontrar calma en 2020.
Sin embargo la esperanza se ha visto truncada: “Estábamos trabajando en tantos bellos proyectos de reconstrucción del país… Ahora, tendremos que volver a empezar muchos de ellos”.
No suena sin embargo como un simple lamento, porque Mons. Aguirre añade: “¡Los tiempos del hombre no son los tiempos de Dios!”.
La fundación AIN colaboró durante 2020 con 22 proyectos en seis diócesis de la República Centroafricana, sobre todo con ayuda para la subsistencia de sacerdotes y religiosas, así como apoyo a la formación de seminaristas.
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